Por José Gregorio Martínez – Panampost.com
Con la retirada de las tropas estadounidenses de Afganistán los talibanes encontraron mucho más que un camino libre para tomar el poder. El expresidente Donald Trump explicó que el plan trazado bajo su Administración para la evacuación incluía sacar los equipos de trabajos de las instalaciones y bombardear las bases militares estadounidenses antes de retirar las tropas del país asiático. Pero su sucesor no lo hizo así. El operativo puesto en marcha por el gobierno de Joe Biden ha sido blanco de duras críticas por la falta de protocolos y condiciones adecuadas que evitaran la crisis humanitaria y el acelerado avance de los talibanes. Los resultados están a la vista. Los extremistas tomaron el poder y lo hicieron en gran parte con armamento y equipos militares de Estados Unidos.
Este viernes circuló un video en el que líderes talibanes exhiben armamento, municiones y vehículos militares llamados “humvees” dejados por las fuerzas norteamericanas en Kabul y que ahora están en su poder. Esto refuerza la tesis de expertos que afirman que la reconquista talibán equivale para Estados Unidos a “haber perdido otra guerra”. Para los extremistas es así. Y como muestra de su victoria hacen esta exhibición.
No estaba muerto
Pero esta no sería la única afrenta para Washington. En el mencionado video aparece visitando un cuartel de la Fuerza Especial de Operaciones del ejército estadounidense y alardeando de los equipos y materiales el líder talibán Abdul Hamid Hamasi, quien había sido dado por muerto por el gobierno del expresidente Ashraf Ghani a comienzos de este año, según reseña OK Diario.
Hamasi ya había sido visto desde el martes, cuando apareció en una foto en medio de una reunión con voceros talibanes después de haberse hecho con el control de la capital afgana. El medio indio DNA agrega que el líder talibán sostuvo reuniones por separado el martes con empresarios, médicos y civiles en Kabul.
Cuatro meses atrás, el ejército afgano había celebrado la muerte del líder de los fundamentalistas. Esto no solo deja en deshonra a las fuerzas armadas que estaban bajo el mando del gobierno de Ashraf Ghani sino también al gobierno y el ejército de Estados Unidos que dedicó dos décadas y unos 83000 millones de dólares en entrenamiento de las fuerzas de seguridad afganas.
En manos de los talibanes
La Casa Blanca reconoce este revés. El consejero de Seguridad Nacional, Jack Sullivan, hizo una insólita declaración al respecto. “No tenemos todos los detalles, obviamente, de donde cada artículo del material de defensa ha ido a parar. Pero ciertamente, una buena parte ha caído en manos de los talibanes (…) Obviamente no creemos que nos los vayan a devolver fácilmente”. El funcionario además agregó que perder el control de suministros militares de millones de dólares a manos del enemigo es un ejemplo de “la difícil decisión que enfrenta el presidente (…) en el contexto del fin de una guerra de 20 años”.
Entre el equipamiento militar ahora en poder de los talibanes destacan avanzados helicópteros UH-60 Black Hawk, que según recordó Sullivan fueron entregados a las fuerzas del gobierno afgano para ayudar en la lucha contra la insurgencia talibán, pero estas sucumbieron rápidamente ante el avance de los extremistas islámicos, cediendo el control de las aeronaves y los almacenes con armamento.
Acumulación «enorme» de armas y equipos
La millonaria inversión de Estados Unidos ha terminado beneficiando a los talibanes, que ahora se quedaron con armas, municiones, helicópteros, aviones de combate y mucho más. La acumulación de equipos es “enorme”, dijo el lunes a AP un funcionario de defensa estadounidense que por no estar autorizado para declarar al respecto pidió mantener el anonimato.
En un breve análisis sobre la situación, la agencia de noticias concluye que el fracaso de Estados Unidos para producir un ejército y una fuerza policial afgana sostenible, así como las razones de su colapso, quedará para el estudio de analistas militares por años, pues el resultado de la multimillonaria inversión durante dos décadas fue una fuerza “hueca”, equipada con armas superiores pero en gran medida sin la motivación de combate como ingrediente esencial para sostenerse o al menos haber intentado resistir y proteger las instalaciones con todo el equipo y material bélico facilitado por EE. UU.