Por James A. Dorn – elcato.org

Muchos observadores están tratando el plan de China para tener una moneda digital emitida por el banco central (CBDC) como una medida estrictamente progresista y técnica que otras naciones deberían imitar. EE. UU., en particular, está preocupado acerca del hecho de que China ya ha dado los primeros pasos, los cuales podrían amenazar el dominio del dólar como la moneda de reserva. Aunque el supuesto propósito de proveer un yuan digital es reducir los costos de transacción y hacer que el sistema de pagos sea más eficiente, los chinos  tienen buenas razones para no compartir esa opinión sanguínea. La verdadera intención de introducir un yuan digital es más probable que sea para aumentar el control estatal sobre el sistema de pagos y monitorear las transacciones e incluso el comportamiento personal.

Los pasos de China hacia una sociedad sin efectivo

La afirmación de que el yuan digital se requiere para proveer a los chinos con alternativas más eficientes que el dinero de papel ignora las alternativas que ya están disponibles mediante los proveedores no estatales de servicios de pagos. China se ha movido rápidamente hacia una sociedad sin efectivo mediante el uso ampliamente difundido de Alipay de Ant Group y WeChat Pay de Tencent. Los teléfonos celulares son ubicuos, y es muy fácil pagar una vez que se ha establecido una cuenta. La conveniencia de usar las aplicaciones para realizar pagos móviles y las billeteras electrónicas ha alentado a más de 900 millones de chinos a ingresar en el mercado de pagos digitales.

La creciente popularidad de los proveedores de pagos no estatales le ha dado al Banco Popular de China un incentivo para emitir su propia moneda digital: el yuan electrónico chino (e-CNY), también conocido como el sistema de moneda digital y pagos electrónicos (DCEP). Se han establecido programas piloto en las principales ciudades; y, en junio, Pekín realizó una lotería para pagar RMB 40 millones ($6,2 millones) en dinero digital. Los residentes participaron en la lotería usando dos aplicaciones bancarias para tener la oportunidad de ganar uno de los 200.000 “paquetes rojos” de yuan digital, cada uno con un valor de alrededor de $31, que luego podrían ser utilizados para realizar compras en negocios designados oficialmente.

El experimento con el e-CNY recuerda al movimiento temprano de reformas en China, empezando en 1979, el cual permitió a las localidades poner a prueba nuevos acuerdos de propiedad y crear zonas económicas especiales. En ese sentido, el lanzamiento de un yuan digital no es solo algo desde arriba hacia abajo. En lugar de obligar a usar el nuevo sistema, el Banco Popular de China está permitiendo que los mercados lo pongan a prueba antes de su implementación total a nivel nacional. La lotería es una forma inteligente de alentar la adopción. Sin embargo, es importante reconocer que, a diferencias de Alipay y WeChat Pay, el yuan digital en sí mismo no es una alternativa particularmente sofisticada frente al efectivo. Su principal ventaja es que el gobierno puede rastrear más fácilmente las transacciones privadas.

La amenaza a la libertad

El objetivo del Banco Popular de China está desarrollando un yuan digital, como fue expresado en un reciente estudio en desarrollo del banco, es construir “un sistema de servicio de moneda inclusivo, interoperable e innovador para la … economía digital” (p. 1). El estudio del Banco Popular de China también dice:

  • “Siempre que haya demanda del RMB físico, el Banco Popular de China no dejará de proveerlo, ni reemplazarlo mediante orden administrativa” (p. 4)
  • “El e-CNY respalda el anonimato administrado [esto es, China está dispuesta a tolerar cierto grado de anonimato por ahora], el cual ayuda a proteger la privacidad y la información del usuario” (p. 5).

Estas afirmaciones podrían calmar a aquellos que temen ir hacia una sociedad sin efectivo. Aún así, como el economista de Cornell Eswar Prassad advierte en su nuevo libro, The Future of Money: How The Digital Revolution is Transforming Currencies and Finance, “el dinero digital de banco central es solo tan fuerte y creíble como la institución que lo emite”. Mas importante todavía, “en sociedades autoritarias, el dinero de banco central en formato digital podría convertirse en un instrumento adicional de control estatal sobre los ciudadanos en lugar de ser simplemente un medio de intercambio conveniente, seguro y estable”.

Ese ciertamente parece ser el caso bajo el presidente Xi Jinping, quien ha reprimido duramente la libertad económica y personal. No hay un libre mercado de ideas en China, ni un genuino estado de derecho que proteja los derechos humanos básicos, y el Partido Comunista Chino (PCC) tiene un monopolio de poder. Esa infraestructura institucional no conduce a una sociedad civil robusta, a un mercado financiero libre, o a la confianza en la gobernabilidad. Sería torpe pensar que hay cero probabilidad de que China nunca aboliría el efectivo o que la privacidad provista por el efectivo podría ser lograda siquiera remotamente por el “anonimato administrado” bajo un régimen de yuan virtual. De manera que mientras que es cierto que digitalizar el efectivo y las monedas reduciría los costos de emitir dinero fiduciario —como ha sostenido Fan Yifei, vice-gobernador del Banco Popular de China— también es cierto que un yuan digital disminuiría la libertad individual.

Alex Gladstein, el jefe de estrategia en Human Rights Foundation, ha reconocido el peligro para la libertad y privacidad financieras inherentes en la moneda digital del banco central (CBDC), especialmente en regímenes represivos como China. Según Gladstein, “el fin del efectivo y el análisis instantáneo de las transacciones financieras hace posible la vigilancia, el control estatal y, eventualmente, la ingeniería social en una escala nunca antes considerada posible”. Él señala el sistema de crédito social de China, en conjunto con un yuan digital, como la construcción del camino hacia la “omnisciencia financiera”. Por lo tanto, cuando el gobierno puede quitar los privilegios financieros por publicar la palabra equivocada en redes sociales, diciendo algo equivocado en una llamada a los padres, o enviando la imagen equivocada a los parientes, los individuos se auto-censuran y ejercen caución extrema. De esta manera, el control sobre el dinero puede crear un efecto social escalofriante.

Es aleccionador, como Andrew Liu ha reportado en el Cato Journal, que las autoridades estatales han utilizado las regulaciones de los pagos móviles “para ayudar al Partido Comunista a mantener poder político, social y económico”, aún cuando la retórica oficial es que esas regulaciones pretendían “prevenir la actividad criminal y mejorar la seguridad de los pagos móviles”. Hay pocas dudas de que Xi Jinping y sus colaboradores en el Consejo del Estado serán tentados a politizar el yuan digital para que este sirva sus propios intereses.

El sistema e-CNY: su operación y sus riesgos

El Banco Popular de China tiene economistas competentes, pero están bajo presión de seguir el mandato del PCC. El sistema e-CNY será un sistema de ventas al por menor en dos niveles: el banco central distribuirá moneda digital a los bancos comerciales estatales, los cuales luego satisfacen la demanda de los consumidores de e-CNY. A diferencia del bitcoin, que es una criptomoneda de pares, descentralizada y que utiliza blockchain, el yuan digital chino será dirigido por el Estado desde su inicio hasta su fin. Con el click de una tecla, el Banco Popular de China, que supervisa todos los bancos estatales, podría hacer desaparecer el yuan digital de las cuentas de aquellos considerados enemigos del Estado. Sin un juzgado independiente, los usuarios de e-CNY últimamente estarían a la merced del Estado en las disputas de yuan digital.

Los riesgos de una CBDC totalmente operativa, particularmente en un régimen autoritario como China, no deberían ser menospreciados. Entre esos riesgos, Gladstein incluye: darle a los bancos centrales “control al detalle sobre el estímulo fiscal” permitiéndoles apuntar a grupos específicos; pagando intereses negativos sobre CBDC; y ayudando a los “gobiernos a confiscar más fácilmente los fondos de opositores políticos o incluso a auto-multar a las personas que violan ciertas leyes”.

China ya ha reprimido el uso de bitcoin, así como también de otras criptomonedas, para prevenir la evasión del control estatal del dinero y la banca, y para controlar el flujo saliente de capitales. Es prudente esperar represiones en el futuro sobre los competidores del e-CNY y esperar una concentración todavía mayor del poder político.

Un riesgo acerca del cual EE. UU. no debería preocuparse mucho es la amenaza del dominio del dólar ante un yuan digital. La posición del dólar como la moneda de reserva más confiada del mundo no está por terminar con la introducción del e-CNY. La CBDC de China pretende ser de uso doméstico, no para transacciones transfronterizas, al menos inicialmente. El dólar se ha ganado su status como una moneda de refugio seguro porque está respaldado por la confianza en las instituciones estadounidenses que respetan las libertades fundamentales y los derechos de propiedad privada. China carece de esas instituciones y confianza. El yuan (ya sea digital o físico) no se convertirá en una moneda apreciada a nivel internacional hasta que los comerciantes globales lleguen  confiar en la adherencia de China a las normas de la sociedad civil y el Estado de derecho. Introducir un yuan digital no cambiará ese hecho fundamental. Eswar Prasad reforzó estas ideas en una reciente entrevista con la revista Fortune cuando dijo:

“Lo que realmente importa para una moneda de reserva es el tamaño económico de un país y la profundidad y liquidez de sus mercados financieros. Necesita un marco institucional que gane la confianza de los inversores extranjeros, incluyendo un banco central independiente, un estado de derecho, y pesos y contrapesos institucionalizados entre las varias ramas del estado. La mayoría de las monedas de reserva existentes tienen esos atributos. China no está mostrando señal alguna de que se está moviendo en esa dirección”.

Conclusión

Conforme China se desplaza hacia una sociedad sin efectivo, deberíamos estar menos preocupados acerca del impacto de un yuan digital en la soberanía del dólar estadounidense que acerca del futuro de la libertad en China y cómo eso podría afectar las relaciones entre EE. UU. y China. Como Martin Chorzempa, un académico titular del Peterson Institute for International Economics, ha advertido:

“[El pueblo chino] ya ha renunciado en gran medida a la privacidad renunciando al efectivo para adoptar sistemas digitales de pagos, y puede que resulten en la siguiente etapa realizando transacciones de CBDC en en las billeteras de Alipay o WeChat Pay, entregando sus datos a los proveedores de billeteras móviles estatales y privados. Ese sería el peor escenario posible para las libertades civiles”.

El hecho de que la moneda de papel sigue siendo popular en China es al menos en parte debido a su capacidad singular de permitirle a las personas mantener sus transacciones privadas. Esa característica no debería ser menospreciada.

James A. Dorn es vicepresidente para Estudios Monetarios y Académico Distinguido del Cato Institute. Dorn también es editor del Cato Journal.

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