Por Alvaro Colombres Garmendia – BLes.com

A medida que ciudades y estados en Estados Unidos anuncian que todos los empleados estatales o municipales deberán aplicarse la vacuna contra el COVID para poder trabajar, una gran porción de ellos que trabajan en sectores claves como policías, bomberos, profesionales de la salud, e incluso operadores de trenes se niegan a cumplir con la orden, incluso prefiriendo renunciar a sus trabajos a que hacerlo.

Si este escenario se extiende, el prospecto de que una ciudad se quede sin médicos, sin policías, sin bomberos, sin docentes, sin enfermeros, sin operadores de trenes, subtes o autobuses, etc., podría tener graves consecuencias: las ciudades podrían dejar de funcionar, además de poner en contra a quienes no quieren vacunarse con aquellos que sí.

Hay tres ciudades importantes en los Estados Unidos donde este escenario ya se está gestando.

Chicago, Illinois

La alcaldesa de la ciudad de Chicago, Illinois, anunció a fines de agosto que la vacunación contra el coronavirus será obligatoria para todos los empleados municipales a partir del 15 de octubre.

Lori Lightfoot reafirmó la decisión a pesar de que los cuatro sindicatos de policías de Chicago se opusieron a la medida energéticamente y uno de los líderes sindicales más vocales incluso dijo que los policías no irían a trabajar.

“… qué van a hacer cuando cuatro o cinco mil policías digan: ‘Que se jodan. Me quedo en casa. No me harás poner esta maldita vacuna. No me pagues. Está bien. Nos veremos en la corte”, amenazó el presidente de la Orden Fraternal de Policía, John Catanzara.

El presidente del sindicato planteó a LightFoot que va a hacer cuando miles de policías se queden en sus casas para no vacunarse y no tenga a nadie velar por la seguridad de la gente, especialmente en Chicago, considerada una de las ciudades más inseguras del país.

Catanzara le dijo al Sun Times que no confía en la vacuna contra el COVID debido a la insuficiente información disponible.

“Nadie sabe cuáles podrían ser los efectos secundarios a largo plazo. Nadie. Y cualquiera que diga que lo sabe es un mentiroso”, declaró el sindicalista.

El presidente de la Federación de Trabajadores de Chicago, Bob Reiter, dijo que sus afiliados “creen en las vacunas” y consideran que esas vacunas son “importantes para proteger a los trabajadores y a los residentes”. Pero no creen que el fin justifique los medios.

“No creemos que la manera de conseguir que la gente se vacune sea imponiendo mandatos y siendo punitivos al respecto. Lo que deberíamos hacer es seguir trabajando juntos en torno a la educación y animar a la gente. … Tiene que ser algo que se haga en colaboración”, dijo Reiter.

Reiter concordó que es necesario un tipo de política que encamine a todos a vacunarse pero que no sea algo absoluto. “Como mínimo, si vamos a pedir a la gente que se vacune, también deberíamos presentar una alternativa de que se hagan un test”, opinó el sindicalista de Chicago.

Richmond, Virginia

Un artículo de Associated Press del 18 de agosto reporta que los sindicatos que representan a los bomberos y policías de la ciudad de Richmond, capital del estado de Virginia se oponen a la vacunación obligatoria.

Keith Andes, presidente de la Asociación de Bomberos de Richmond, Local 995 de la Asociación Internacional de Bomberos, pidió al Ayuntamiento un “tiempo de espera”, diciendo que los miembros no tienen suficiente información y calificando la vacuna de “medicamento experimental”.

La Coalición de Policías de Richmond dijo que también apoya la pausa del mandato y pidió más transparencia en el procedimiento debido a que no se informó cuales serían las consecuencias para aquellos oficiales que no deseen vacunarse.

Nueva York

El estado de Nueva York tiene una situación más compleja.

El 16 de agosto, el gobierno aprobó la vacunación obligatoria para todos los empleados estatales. Diez días después anuló la exención religiosa como alternativa a la vacunación, en una ciudad con enormes comunidades religiosas de diferentes escuelas.

Además, según el New York Post, los trabajadores sanitarios que se nieguen a vacunarse contra el coronavirus podrían ser despedidos en virtud de un edicto de urgencia del Departamento de Salud del estado de Nueva York.

El sindicato de policías más grande de la ciudad de Nueva York, la Asociación Benévola de Policías (PBA), inmediatamente anunció su oposición.

“Si el Ayuntamiento intenta imponer la obligación de la vacuna a los miembros de la PBA, emprenderemos acciones legales para defender el derecho de nuestros miembros a tomar esas decisiones médicas personales”, dijo Patrick Lynch, presidente de la PBA.

El 25 de agosto, miles de neoyorquinos se manifestaron frente al edificio municipal para expresar su oposición a las vacunas obligatorias, muchos de ellos eran empleados estatales, docentes, operarios de trenes y padres que expresaron su voluntad de dejar el trabajo antes que ponerse la vacuna.

Al Cardillo, director general de la Asociación de Atención Domiciliaria del Estado de Nueva York expresó su preocupación por el hecho de que la vacuna obligatoria generaría una escasez de trabajadores ya existente que tendrá efectos perjudiciales para los pacientes que necesitan atención en sus hogares.

“Hay muchos proveedores, todavía con una parte importante de sus trabajadores, muy reticentes a vacunarse. Gran parte de nuestra plantilla procede de comunidades minoritarias y otras comunidades con consideraciones culturales en las que hay resistencia a la vacunación”, dijo Cardillo.

El 18 de agosto, más de 100 personas de todas las edades, incluidos miembros de la comunidad local se reunieron frente al Hospital Universitario de Staten Island para expresar su oposición a la vacunación obligatoria.

Leticia Remauro, que se presenta como candidata a la presidencia del distrito en representación del Partido Conservador, dijo en la manifestación:

“Tenemos que poder elegir lo que hacemos con nuestra salud. Lo hemos escuchado durante años: ‘mi cuerpo, mi elección’. Y este alcalde [De Blasio] ha formado parte de eso, lo ha apoyado, pero cuando se trata de esta pandemia, de repente le parece bien violar y pisotear los derechos de los demás, segregarnos por si nos vacunamos o no”.

La sumatoria de todas estas protestas conformadas por miles de personas que son parte del engranaje que hace funcionar una ciudad, dejadas de lado por no querer vacunarse, podría crear una crisis donde las ciudades dejen de funcionar normalmente, sentar precedentes de autoritarismo de los cuales sería muy difícil volver.

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