Por Julio M. Shiling – elamerican.com
Afganistán es un país paradójico. Es una nación muy pobre y, al mismo tiempo, bastante rica. Este, uno de los lugares más igualitarios del mundo, está sentado sobre un estimado de 3 mil millones de dólares en recursos naturales sin explotar, según el exministro afgano de Minas Wahidullah Shahrani y reportado por Reuters. China comunista, financiadora de los talibanes a través de su habilitador Pakistán, cosechará la riqueza de Afganistán.
Cobre, hierro, litio y metales de tierras raras (“rare earth”) son algunos de los minerales que abundan en Afganistán. Aunque estos recursos han sido identificados pero no explorados o evaluados completamente, en términos geológicos, se consideran “no descubiertos“. La Unión Soviética, durante su ocupación, realizó amplias investigaciones y proporcionó estudios que los miembros del Servicio Geológico de Afganistán almacenaron. Moscú tenía la intención de expropiar estas riquezas. La retirada y el inminente colapso de la URSS pusieron fin a esas aspiraciones.
En 2004, tras la derrota del régimen Talibán por la resistencia afgana y las fuerzas americanas, el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) comenzó a examinar todos los datos disponibles que tenían sus homólogos afganos. El USGS comenzó en 2006 a realizar misiones aéreas y a llevar a cabo estudios magnéticos, gravimétricos e hiperespectrales en Afganistán. En dos meses, se cartografió el 70 % de Afganistán. Los resultados parecen coincidir con los hallazgos soviéticos.
Las reservas de cobre estimadas situarían a Afganistán entre los cinco primeros países del mundo en esa categoría. En cuanto a los recursos de mineral de hierro se calcula que el país podría estar entre las diez primeras naciones del mundo que poseen hierro extraíble. Sin embargo, el trabajo realizado por el USGS fue incompleto, al igual que el de la URSS. Los funcionarios afganos creen que la cantidad es mayor y que hay más tesoros bajo el suelo de Afganistán.
De todos los recursos naturales con los que cuenta Afganistán, quizá los más seminales y buscados sean los minerales de tierras raras. Este conjunto de diecisiete elementos metálicos, compuesto por los quince lantánidos de la tabla periódica más el escandio y el itrio, son componentes de valor incalculable para la vida moderna y la defensa de la nación.
Las aplicaciones militares que incluyen pantallas electrónicas, sistemas de guía, lásers, aviones y sistemas de radar y alarmas dependen de estos minerales para su funcionamiento. Los productos tecnológicos de consumo, como los discos duros de los ordenadores, los teléfonos móviles, los monitores y televisores de pantalla plana y los vehículos eléctricos e híbridos, dependen de los minerales de las tierras raras. Así, pues no se puede subestimar la importancia de los elementos de las tierras raras. Sin sus propiedades, la revolución electrónica y la tecnología del siglo XXI se paralizarían.
Afganistán contiene los siguientes elementos de tierras raras: lantano, cerio, neodimio, y vetas de los metales preciosos: aluminio, oro, plata, zinc, mercurio y litio, que complementan los equipos de alta tecnología. Se calcula que este país multiétnico y sin salida al mar posee más de 1,4 millones de toneladas de elementos de tierras raras. Sin duda, Afganistán es una posesión preciada en este sentido.
Estados Unidos produjo, en 1993, el 33 % de la producción mundial de minerales de tierras raras. China generó el 38 %. Desde 2011, el país comunista expansionista asiático produce y controla el 97 % del suministro mundial. La administración Trump fomentó la producción y el desarrollo nacional mediante incentivos fiscales y subvenciones favorables. Sin embargo, sigue siendo una incógnita lo que hará el actual Gobierno de Biden-Harris al respecto.
El ministro de Asuntos Exteriores de China comunista, Wang Yi, se reunió el 28 de julio, antes de la capitulación americana en Afganistán, con el mulá Abdul Ghani Baradar, jefe de la Comisión Política de los talibanes afganos. La reunión privada fue celebrada en Tianjin (China) demostró la enorme influencia que ejerce Pekín sobre los talibanes.
En una publicación en la página web del Gobierno, el representante comunista chino subrayó que el Movimiento Islámico del Turkestán Oriental, un grupo fundamentalista dentro de Afganistán que China considera una amenaza, debe ser enfrentado por los talibanes. “Los talibanes afganos”, confirmó el representante talibán según la publicación estatal, “nunca permitirán que ninguna fuerza utilice el territorio afgano para realizar actos perjudiciales para China”. El portavoz del movimiento terrorista ahora en el poder en Kabul añadió que los talibanes “(…) esperan que China se implique más en el proceso de paz y reconciliación de Afganistán y desempeñe un papel más importante en la futura reconstrucción y desarrollo económico”.
Pakistán, fabricante y facilitador de los talibanes, no podría haber hecho mucho por los terroristas islámicos sin la ayuda financiera de China. Todas estas partes subversivas lo saben bien. El instrumento neocolonialista de China, la iniciativa del Cinturón y la Ruta, será una forma de controlar el poder en Afganistán. La legitimidad que los talibanes necesitan tan desesperadamente, se la proporcionará la dictadura comunista asiática, dada su enorme influencia en las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales.
La exploración y expropiación de los recursos naturales de Afganistán, en particular de sus metales de tierras raras, es ya un hecho que está a punto de producirse. China lo ejecutará en nombre del “desarrollo económico” y la “reconstrucción”. Los talibanes no tienen alternativa. Deben su “éxito” al Partido Comunista chino. En cuanto a Estados Unidos, mientras el Ejecutivo esté dirigido por Biden-Harris o cualquier otra persona designada por Obama, Pekín tendrá un día de campo global.