Por Andrés Vacca – BLes.com
Un nuevo escándalo se desató este fin de semana en el Vaticano cuando el domingo 5 de septiembre se confirmó que la máxima institución católica aceptó la nominación del padre Joseph Cui Qingqi, conocido por su lealtad al Partido Comunista Chino (PCCh), como nuevo obispo de Wuhan. Cui será ordenado el próximo miércoles.
La prensa oficial del Pontificio Instituto para las Misiones Extranjeras, AsiaNews, informó que el padre Cui fue el único candidato propuesto por los organismos de la Iglesia católica china, leal al PCCh, para ocupar el puesto en Wuhan. Sin embargo el Vaticano no presentó ningún tipo de reclamo y aprobó su nombramiento.
Según reportó el periódico italiano La Stampa, el padre Cui tiene un reconocido historial como representante fiel de los intereses del PCCh.
En el año 2012, la iglesia local en Wuhan, intentó decidir sobre la reasignación de sacerdotes a las parroquias de la diócesis sin la aprobación de las autoridades del PCCh. Así es que se redactaron una lista de asignaciones y transferencias entre parroquias, bajo el liderazgo del padre Joseph Shen Guo’an, quien había estado a cargo temporalmente de la diócesis de Wuhan en ausencia de un obispo.
El padre Shen anunció la reasignación de los sacerdotes durante una misa en la diócesis, que recibió el aplauso de la congregación, pero los funcionarios del gobierno comunista, descontentos con la medida, intervinieron poco después interrogando a los sacerdotes y advirtiendo que no se realicen cambios sin su autorización.
En respuesta, las autoridades convocaron a otro sacerdote de la diócesis, el padre Cui Qingqi, quien arribó directo desde Beijing, según reportó La Stampa en ese momento, asegurando que Cui “fue visto con funcionarios del gobierno antes de llegar a la diócesis”.
Como represalia, la Oficina de Asuntos Religiosos del PCCh destituyó al padre Shen de sus funciones como jefe de la diócesis, junto con varios otros sacerdotes. El padre Cui fue quien reemplazó a Shen.
AsiaNews señaló que la consagración del obispo de Wuhan “se había esperado durante mucho tiempo, como prueba y símbolo de la autonomía de la Iglesia oficial reconocida y controlada por el Partido Comunista Chino (PCCh)”.
La designación de Cui se da en el marco de un acuerdo entre el Papa Francisco y el régimen comunista chino en el año 2018, por el cual ya se nombraron a 5 obispos. Anteriormente, estos eran designados internamente por la Iglesia china y por lo general eran opositores al régimen.
El polémico acuerdo levantó diversas críticas ya que los obispos elegidos tienen que jurar lealtad al PCCh, alejándose así de las prácticas ortodoxas del catolicismo. Otras críticas también se dieron porque el régimen chino tiene un largo historial en realizar persecuciones religiosas y los creyentes han sido un blanco continuo de sus ataques.
Tras el acuerdo, renovado en 2020, aumentó considerablemente el peligro para los millones de cristianos que practican su Fe en China, debido a la fuerte persecución que reciben aquellos religiosos que no siguen el cristianismo deformado que propone el régimen comunista.
La Iglesia Católica en China ha estado dividida durante mucho tiempo entre la Iglesia “clandestina”, en plena comunión con Roma, y la Asociación Patriótica Católica China (CCPA), administrada por el estado, leal al gobierno y no al Vaticano.
El PCCh pretendía que el acuerdo sirviera como una herramienta para obligar a los obispos y al clero de la iglesia clandestina a unirse a la Asociación Patriótica.
Como informó Breitbart News en aquel entonces, un número creciente de fieles católicos chinos ha criticado el acuerdo del Vaticano con el PCCh, insistiendo en que ha envalentonado a los funcionarios en su persecución a los cristianos.
La comunidad cristiana no es la única minoría religiosa que sufre malos tratos. Miles de musulmanes uigures son hoy forzados a campos de concentración y sometidos a trabajos forzados, abortos y esterilizaciones forzados. Así mismo, la práctica espiritual Falun Gong (conocida también como Falun Dafa), centrada en los valores rectos de Verdad, Benevolencia y Tolerancia, soporta desde 1999 una brutal persecución, detenciones arbitrarias, torturas y la sustracción forzada de órganos.