Fuente: Trikooba.com

La historia empezó a finales de noviembre de 2020, cuando al limpiador industrial Jeremy Arnot y sus colegas de Terrapure Environmental les encargaron asear un molino en la ciudad de Crofton (provincia de Columbia Británica). Durante el viaje hacia allá, el hombre compró y comió unas alas de pollo en su cuarto de hotel. Al día siguiente se puso mal del estómago y estuvo toda la tarde con diarrea. En ningún momento experimentó síntomas respiratorios.

Tras presentarse en el trabajo el día después, el hombre no aguantó mucho y volvió al hotel. Pese a sus problemas intestinales, Arnot decidió comer algo con un amigo en otra ciudad, mientras que los supervisores de la compañía le pidieron confinarse y le dieron un número especial para que pudiera solicitar un test de coronavirus. Tras una larga espera al teléfono, el limpiador colgó y se hizo por su cuenta una prueba de detección del virus, que [por suerte] resultó negativa.

Sin embargo, la empresa lo despidió por insubordinación, alegando que no cumplió con sus disposiciones, violó el confinamiento y no aportó los resultados del test del covid-19.

Al perder su puesto, Arnot no dudó en presentar una demanda ante un tribunal arbitrario, que finalmente falló a su favor y lo ayudó a reincorporarse, pese a lo cual su patrón lo sancionó con cinco días de suspensión por supuesta deshonestidad durante la indagatoria. El árbitro, Paul Love, consideró que había falta de claridad en los protocolos anticovid de la compañía, y que además Arnot no fue informado debidamente sobre lo que tenía que hacer.

“El hecho de que haya una pandemia en curso no significa que un empleador tenga derecho a exigir una prueba de coronavirus por cualquier síntoma que experimente un empleado”, razonó Love.

Envía tu comentario

Subscribe
Notify of
guest
3 Comentarios
Más antiguos
Recientes
Inline Feedbacks
Ver todos los comentarios

Últimas