Fuente: Libertad Digital
Pocos países en el mundo tienen tanto interés como Taiwán, pese a su historia breve y su superficie tan reducida —la isla en la que se asienta es menor que Extremadura— en la que viven 23 millones de personas, la mitad de la población de toda España. Pero se trata de un país vibrante, con una democracia asentada en una parte del mundo en la que no hay tantas y que en sólo unas décadas ha sido capaz de unos avances más que notables.
Pero, por desgracia, Taiwán tiene, sobre todo, un gran enemigo que desde el exterior condiciona buena parte de la política taiwanesa y de su posición en el mundo. Y ese enemigo es, probablemente, el peor que se podría tener: el régimen comunista chino, que no acepta la existencia de un país que, entre otras muchas cosas, demuestra a las claras la dimensión de su fracaso en muchos sentidos.
Un enemigo que supone una seria amenaza sobre a la seguridad y la integridad de Taiwán y que, mientras tanto, es capaz, por ejemplo, de excluir a los taiwaneses de organizaciones internacionales en las que, al menos en teoría, no debería excluirse a ningún país que lleve más de 70 años ejerciendo plenamente su soberanía.
Hablamos sobre estas y otras cuestiones con José María Der-li Liu, responsable de la Oficina Económica y Cultural de Taipei en España, es decir, embajador en la práctica de Taiwán en nuestro país. La entrevista se produce sólo unos días antes del inicio de la nueva Asamblea General de la ONU, la organización internacional en la que Taiwán sigue reclamando su entrada… y China sigue bloqueándola.
La política de Taiwán viene marcada en gran medida por la situación de las relaciones a través del Estrecho. ¿Cómo se encuentran ahora mismo sus relaciones con China?
El pasado 15 de junio China envió en un solo día un total de 28 aviones militares a la zona de identificación de defensa aérea de Taiwán (ADIZ). Era la primera vez que un escuadrón tan numeroso sobrevolaba conjuntamente las proximidades de Taiwán, aunque ya el 12 de abril lo hizo un grupo de 25 aviones, también en un solo día.
Este tipo de incursiones con claro propósito amenazante se han convertido ya en una práctica habitual. Es el más explícito ejemplo de la política expansionista de China y de la carencia de libertades y democracia del régimen comunista.
No obstante, y tal y como ha expresado recientemente nuestra presidenta Tsai Ing-wen, Taiwán desea convertirse en una fuerza clave para el avance de la paz y la prosperidad regionales, y está dispuesto a asumir su parte de responsabilidad para garantizar la estabilidad regional. Una reciente encuesta de opinión de nuestro Consejo para Asuntos del Continente muestra que más del 80% de los taiwaneses piensa que la única opción de Taiwán es volverse más fuerte, más unido y más decidido a defenderse, fortaleciendo la seguridad nacional, la soberanía y la democracia.
Una de las cosas que ha tensado esas relaciones en los últimos años ha sido la epidemia de covid19. ¿Cree que algún día sabremos la verdad de lo ocurrido en Wuhan?
Creo que, desgraciadamente, sigue habiendo más dudas que certezas. El propio director general de la OMS ha aclarado que son necesarios más datos y más estudios para llegar a conclusiones que sean sólidas sobre lo ocurrido en Wuhan al principio de la pandemia. Y el jefe de la misión internacional allí ha reconocido la existencia de presiones políticas durante el trabajo. En aquellos primeros días en Taiwán decidimos actuar por nuestra propia cuenta sin esperar las indicaciones de la OMS. En Taiwán ya estamos acostumbrados a desconfiar de todo aquello que procede del otro lado del Estrecho debido a la falta de transparencia del régimen autoritario de Pekín. Lo sucedido posteriormente nos ha dado la razón.
Precisamente el éxito de Taiwán en la gestión de la epidemia ha sido una de las cosas que han llamado la atención del mundo. ¿Cómo lo han logrado? ¿Cuáles han sido las claves?
El llamado “modelo de Taiwán” se ha sustentado en cinco claves: experiencia, pues ya sufrimos otra epidemia similar, la del SARS, en 2003; rapidez de respuesta, porque establecimos de inmediato control de fronteras; aplicación de la tecnología moderna, porque nuestro Gobierno creó un efectivo Big Data para detectar casos sospechosos y utilizó el GPS para controlar y proporcionar apoyo a las personas que necesitaban hacer cuarentenas; transparencia, porque hemos mantenido a la población bien informada; y colaboración ciudadana, porque todo el mundo ha respondido bien a las medidas necesarias que se dictaron.
Los taiwaneses hemos sabido poner en la balanza nuestras libertades individuales y nuestra seguridad sanitaria, inclinándonos hacia esta última, pero siendo conscientes de que a largo plazo el resultado final va a ser favorable para todos.
El apoyo de EE UU a Taiwán ha sido siempre un seguro para ustedes. ¿Cree que lo ocurrido en Afganistán puede desviar el foco de atención de EEUU y que Taiwán deje de ser importante para la Administración Biden?
Durante una audiencia celebrada el 13 de septiembre en el Congreso de los EEUU sobre la retirada de tropas en Afganistán, el secretario de Estado Antony Blinken reiteró una vez más el compromiso de Washington con Taipéi. Preguntado por los intentos de China de establecer paralelismos entre el abandono de Kabul y las relaciones con Taiwán, respondió que a Pekín le encantaría ver a Washington atrapado en Afganistán durante otras décadas. Y el coordinador para Indo-Pacífico del Consejo de Seguridad Nacional, Kurt Campbell, ha señalado que la política exterior de EEUU ya está desviando el enfoque de Oriente Próximo hacia Indo-Pacífico. Para nosotros, el apoyo de EEUU resulta indispensable para hacer frente a la continua amenaza e intimidación de China. Y para EEUU y el resto del mundo, el papel de Taiwán como “fuerza para el bien” resulta también indispensable para contribuir a la lucha de forma conjunta y global no solo contra la expansión hegemónica de China sino también contra cualquier tipo de amenaza terrorista.
¿Cómo creen que será la política de la nueva administración americana con China?
El gobierno de EEUU ha reiterado que su compromiso con Taiwán es “sólido como una roca” y ha pedido a China que deje de “ejercer presión militar, diplomática y económica sobre la isla”. El propio secretario de Estado Antony Blinken ha afirmado que China está haciendo todo lo posible para “utilizar la coerción para hacer su camino” y ha advertido de la importancia de que los países aliados trabajen conjuntamente para rechazar las agresiones y amenazas de China, que intenta socavar la democracia en Taiwán.
Por su parte, la vicepresidenta Kamala Harris, en su reciente visita a Asia, ha reprendido a China por sus reivindicaciones en el Mar de China Meridional, y ha abogado por la búsqueda de un Indo-Pacífico libre y abierto. Prueba de su interés y de su firme compromiso con Taiwán es la reciente venta de armas avanzadas, con la que EE UU se compromete a reforzar nuestro sistema defensivo.
¿Cómo es posible que la ONU, que ahora celebra su Asamblea General, continúe excluyendo a Taiwán?
La única razón de tal exclusión es la presión de la República Popular de China, tanto a la Organización de Naciones Unidas como a sus agencias especializadas, para que continúen excluyendo a Taiwán. Y lo hacen además sin una argumentación clara y válida, únicamente citando la Resolución 2758 de 1971 como base legal para la exclusión de la República de China (Taiwán). Pero hay que decir que tal resolución no menciona la reclamación china de soberanía sobre Taiwán, ni mucho menos autoriza a que la República Popular de China represente a Taiwán en el sistema de la ONU.
La realidad es que la República Popular de China nunca ha gobernado Taiwán y que el pueblo taiwanés solo puede estar representado en el escenario internacional por su gobierno elegido democráticamente.
¿Cree que la exclusión de Taiwán deja en evidencia los principios fundacionales de esta organización, que debería tratar de no dejar a nadie fuera?
Hemos pedido al secretario general de la ONU, Antonio Guterres, que abrace los principios establecidos en la Carta de la ONU y que considere la larga e injusta exclusión de los 23,5 millones de taiwaneses del sistema de la ONU. Teniendo en cuenta además el buen desempeño de Taiwán frente a la covid19 y su aportación al resto del mundo, creo que hoy más que nunca es hora de que la ONU dé la bienvenida a Taiwán y lo considere como lo que es: un socio valioso y digno, dispuesto y capacitado para cooperar y contribuir a la sociedad internacional, tal como hemos hecho cumpliendo con nuestros lemas de “Taiwán puede ayudar” y “Taiwán está ayudando”.
¿En qué aspectos ha centrado este año Taiwán su campaña para reclamar su ingreso en la ONU?
Este año nuestro gobierno ha puesto el foco en mostrar a la comunidad internacional que Taiwán está preparado, deseoso y capacitado para trabajar conjuntamente con el resto del mundo y contribuir a los esfuerzos de la ONU para recuperarnos de estos momentos tan críticos para todo el mundo.
Estamos haciendo tres apelaciones a la ONU para que adopte acciones inmediatas para tratar la injustificada exclusión de los 23,5 millones de taiwaneses de su sistema; que rectifique de inmediato su política discriminatoria con los ciudadanos y periodistas portadores de pasaporte taiwanés, a quienes se les niega el acceso, para visitas o reuniones, a las instalaciones de la propia ONU; y, finalmente, que se garantice que a Taiwán se le va a conceder el derecho a participar de forma igualitaria y digna en encuentros, mecanismos y actividades relacionados con la implementación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU y hacer así mayores contribuciones.
Además, durante la celebración de la Asamblea General de la ONU el Gobierno organizará actividades periféricas sobre temas como la atención humanitaria internacional, el desarrollo sostenible y la prevención epidemiológica, demostrando así la fuerte voluntad de Taiwán de contribuir con la región y con el mundo en la lucha global contra la epidemia y a la recuperación postpandémica.
Ahora es el momento de que la ONU incluya a Taiwán y que, haciendo justicia con los 23,5 millones de taiwaneses, le otorgue el sitio que merece.
¿Con qué apoyos creen que podrán contar?
Sabemos que alcanzar nuestra participación en las Naciones Unidas es una tarea a largo plazo. A pesar de las dificultades, el apoyo internacional a la apelación de Taiwán ha seguido ganando impulso gracias a los esfuerzos combinados durante muchos años de nuestro gobierno y la sociedad civil. Estamos profundamente agradecidos a nuestros aliados diplomáticos, y también a los países de ideas afines, como es el caso de los Estados Unidos, por su respaldo y asistencia en la promoción de la aspiración de Taiwán de participar en el sistema de la ONU.
En tal sentido, hemos puesto en marcha una campaña internacional para promover nuestra participación en la ONU mediante un sitio web solicitando a personas de todo el mundo que muestren su apoyo encendiendo un farol virtual y dejando un mensaje que exprese por qué se debe dar voz a Taiwán en la ONU.
¿Cree que las democracias occidentales deberían plantear una organización de países democráticos al margen de la ONU?
Creemos en el papel necesario de la ONU. Pero una ONU que no deje a nadie atrás y que incluya a Taiwán sería más necesaria todavía, y no haría falta ninguna otra organización. En su juramento para el cargo en junio de este año, el secretario general de la ONU destacó que la pandemia de la covid19 había revelado nuestra vulnerabilidad e interconexión compartidas. Y dijo también que la ONU, así como los Estados y las personas a la que sirve, solo pueden beneficiarse de sentar a otras en la mesa. Si la ONU cumple con ello, su papel sería verdaderamente más eficaz. Pero negar la participación en la ONU de quienes tienen la capacidad de contribuir, como es el caso de Taiwán, es una pérdida moral y material para el mundo.
En otra entrevista con Libertad Digital hace meses planteaban la posibilidad de una escalada de la agresividad de China que podría llegar hasta el conflicto bélico. ¿Cree que es posible llegar a un escenario tan negativo?
Creemos que la amenaza china es real y que el riesgo de una confrontación con China existe, por eso tenemos que estar preparados para defendernos. Afortunadamente, notamos que el respaldo de la comunidad internacional es cada vez más fuerte, como se ha demostrado en la última cumbre del G7, en cuyo comunicado oficial se subraya la importancia de la paz y la estabilidad en el Estrecho de Taiwán, alentando a una resolución pacífica y oponiéndose a cualquier intento unilateral de modificar el statu quo. Un argumento que en términos similares se recoge en varias resoluciones aprobadas por el Parlamento Europeo.
También los países miembros de la OTAN han advertido de que “las ambiciones declaradas y el comportamiento coercitivo de China presentan riesgos sistémicos contra el orden internacional basado en leyes”. Todo ello refleja la alta preocupación de los líderes mundiales por la paz y la estabilidad en el Estrecho de Taiwán.
Una de las noticias de las que se habla en todo el mundo es la crisis de suministro de los semiconductores, producto del que Taiwán es uno de los principales fabricantes del mundo. ¿Cómo es esta industria y qué están haciendo para tratar de solucionar este problema?
La crisis de la industria de los semiconductores es un claro ejemplo de industria global que afecta a todo el planeta y que está siendo determinante en el funcionamiento del mercado internacional del sector. Taiwán se ha convertido en el principal actor global y en la pieza clave de la cadena de suministro de semiconductores en todo el mundo. Con la compañía Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC) a la cabeza, Taiwán ocupa hoy el 63 por ciento del mercado mundial de chips. Solo la empresa TSMC, el gigante tecnológico de Taiwán, copa el 54 por ciento del mercado global. El desarrollo de Taiwán en sectores como el 5G, la inteligencia artificial, la biotecnología, la energía renovable y los semiconductores es clave para el resto del mundo. Hoy, la seguridad del Estrecho de Taiwán es más necesaria que nunca para proteger y asegurar las cadenas de suministro global en materia tecnológica.