Por José Felix Lafaurie – PanAm Post
23 de enero, 2019: El presidente Iván Duque anuncia que Colombia reconoce a Juan Guaidó, como presidente interino de Venezuela.
6 de diciembre, 2020: El gobierno colombiano, a través de un comunicado de la Cancillería, desconoce las elecciones legislativas de Venezuela y, en consecuencia, la legitimidad de la Asamblea Legislativa.
19 de octubre, 2021: A pesar de la clara posición del Gobierno y de la atribución constitucional del presidente para “Dirigir las relaciones internacionales”, los senadores Yezid García, de la Alianza Verde pero con el corazón en la Colombia Humana, y Jorge Eliécer Guevara, senador de la misma Alianza, pero exsenador del Polo y, para sus cuentas, ¡expresidente de FECODE!, presentaron una proposición para crear una comisión bilateral con la Asamblea de Venezuela, para normalizar las relaciones diplomáticas y comerciales.
La proposición, dizque aprobada por unanimidad, mucho me temo que lo fue “a pupitrazo”, bajo un procedimiento que siempre me ha parecido irresponsable: El secretario las lee, usualmente al final de las plenarias y, luego, el presidente reza mecánicamente la siguiente letanía: “leída la preposición, está en discusión, se va a cerrar la discusión, se cierra la discusión, aprobada la proposición”, y listo; esa es la unanimidad. Así condecoran a medio país y hasta meten micos, como el de una comisión bilateral y espuria con el parlamento venezolano.
19 de octubre, 2021: con inusitada diligencia, el presidente del Senado de Colombia oficia al de la Asamblea de Venezuela para comunicarle la “buena nueva”.
20 de octubre, 2021: Con la misma diligencia, el presidente de la Asamblea de Venezuela acepta gustoso la invitación. Imagínense si no iba a aceptar semejante “papayazo” de legitimación, pues Venezuela ya no está al borde del colapso, sino en el fondo del abismo, y Maduro ya no tiene miedo, sino terror.
Esa es mi vergüenza número uno, porque el proceso es vergonzoso, la preposición es vergonzosa, y entonces me pregunto: ¿Qué favor estaban haciendo y a quién se lo estaban haciendo?
Ahora la vergüenza número dos. Aunque el apodo no lo favorece, “El Pollo” Carvajal no es ningún “patinchado”, sino un exgeneral venezolano, exdiputado de la Asamblea Nacional y exdirector de Contrainteligencia Militar, que se atrevió a denunciar ante la Audiencia Nacional Española, que el régimen de Maduro financió a candidatos y presidentes del Socialismo Bolivariano en la región, entre ellos a Petro.
Tendrá que probarlo, pero si el exmilitar chavista quería detener la extradición a Estados Unidos a toda costa, no creo que decir mentiras fuera una buena estrategia y, además, no es sino la confirmación, valiosa, por supuesto, de algo que ya sabíamos.
Petro, experto en victimizarse, le pidió a la Corte Suprema que lo investigue, y no tardará en ir a la sesgada CIDH, que ya lo salvó cuando su lío de corrupción con las basuras de la capital. Le creó más a Carvajal, que tiene mucho que perder si dice mentiras, y a Diosdado, que confirmó en público que Petro había solicitado ayuda para su campaña política.
La tercera vergüenza es la de Saab, otro colombiano enredado con el ‘narco régimen’ vecino. Saab se encuentra en Estados Unidos y, al parecer, era tal su posición en ese entramado de corrupción, que justifica el terror del dictador y de sus socios, Petro entre ellos. No en vano, en su desesperación por evitar la extradición, Maduro lo nombró embajador primero, y luego Alto Negociador con la oposición, pero de nada le sirvió.
Políticos progresistas recibiendo ayudas venezolanas; empresarios colombianos enredados en esa gran corrupción, y congresistas colombianos haciendo “un oso” gigantesco…, o un favor conveniente- ¡Qué vergüenza!