Fuente: La Derecha Diario
El modelo económico cubano se encuentra en un profundo estado de agotamiento y crisis. La dictadura socialista de Miguel Díaz-Canel ya admite que en el mercado “formal” los productos autorizados subieron por lo menos un 60%, pero en los mercados informales la economía entró ya en hiperinflación y los precios subieron un 6.900% en lo que va del 2021.
Los numerosos controles del régimen, entre regulaciones sobre precios y cantidades, poco y nada pudieron hacer para mitigar la inflación. El desabastecimiento generalizado indujo al apogeo de los mercados informales, que hoy en día constituyen el único mecanismo real para adquirir productos de primera necesidad, al menos en mínimas cantidades indispensables.
El violento espiral inflacionario generó un profundo malestar en la población frente al nuevo fracaso del modelo socialista. La suspensión de las medidas liberalizadoras permitidas en la década de 1990 provocó la pérdida total de la confianza en el peso cubano, que prácticamente ya no posee ningún valor.
Esta disparada de precios obligó a las autoridades a llevar a cabo “procesos correctivos” sobre el nivel de salarios regulados y tarifas de servicios públicos, pero el poder adquisitivo de los cubanos se vio inexorablemente deteriorado. Las tarifas aumentaron un 500% en lo que va del año, mientras que el salario mínimo legal aumentó un 450% desde enero.
Los resultados de los controles y paliativos del régimen fueron catastróficos: a lo largo y ancho de la isla se produjeron saqueos en respuesta al desabastecimiento, y la dictadura socialista ya estableció un esquema de apagones eléctricos gigantescos distribuidos en todo el país.
La conversión monetaria que regía desde 1994 quedó desarticulada por la dictadura socialista en 2021. Se produjo un proceso de unificación cambiaria y el Banco Central de Cuba cerró la posibilidad de respaldar la emisión con algún activo creíble como lo era el dólar u otras divisas.
La crisis económica actual es la más profunda desde el llamado “período especial” entre 1989 y 1993,con la caída definitiva de la Unión Soviética. El PIB cubano se derrumbó un 11% en 2020, y la economía ya se encontraba prácticamente estancada desde 2019.
Para comprender el colapso inflacionario es necesario revisar la trayectoria fiscal del régimen a lo largo de los últimos años. Cuba acumuló importantes desequilibrios, siendo que el resultado financiero pasó de representar un déficit del 1,3% del PIB en 2013 para llegar a un dramático rojo fiscal del 17,7% del PIB en 2020. Incluso en 2017, el déficit fiscal ya había trepado al 8,6% del PIB y suponía una bomba de tiempo.
El profundo desequilibrio de las cuentas públicas fue cubierto casi enteramente con emisión monetaria sin respaldo, lo cuál se tradujo rápidamente en un alza de precios sin precedentes. Las tímidas reformas abordadas desde 1993 no condujeron a ningún lado, en 2020 el Estado cubano llegó a presentar el 64,6% de la economía, alcanzando un pico del 78% del PIB en 2008. El tamaño del Estado se torna imposible de financiar con recursos genuinos.
Las reformas sobre el mercado monetario no fueron parte de un programa hacia un cambio de modelo y una eventual salida del socialismo, sino que simplemente respondieron a las enormes necesidades de financiamiento de un Estado quebrado.