Fuente: Mamela Fiallo Flor – Panam Post

Este domingo 21 de noviembre se votará en Chile lo que podría ser la primera vuelta presidencial. Hasta el momento dos candidatos tienen posibilidades reales de triunfo o pase al balotaje: José Antonio Kast y Gabriel Boric. Ambos representan polos opuestos, no solo en lo político y económico sino también en lo social y personal.

Por un lado, José Antonio Kast defiende el modelo que logró convertir a Chile en el país más próspero de la región, luego de haber sido el segundo más pobre, solo después de Haití. Hoy está en el puesto 15 de libertad económica entre cerca de 200 países. En tan solo un día es posible abrir una empresa, lo que evidencia la reducción de la burocracia.

En el otro extremo está Gabriel Boric, reformador, que promete cambiar a Chile. “El ‘milagro chileno’ fue solo para el mundo exterior, no para nosotros”, alega con severidad. «Cuando hablas con personas de vecindarios de bajos ingresos, ellos mirarán a tu alrededor y te preguntarán dónde se puede encontrar este progreso», insiste.

Sin embargo, la evidencia demuestra lo contrario. En octubre de 2019 la pobreza en Chile era de solo 8,6 %, un salto enorme comparado con 1990, cuando llegó a 70 %. Ni hablar de la década de los años 70, cuando estaba camino a ser una segunda Cuba.

Boric se destacó como líder estudiantil que exigía la gratuidad de la universidad, es decir, que sea financiada por los demás. Desde 2011 se implantó en Chile el discurso que depender del Estado es «dignidad». Pero basta con hacer una comparación con la vecina Argentina para comprobar que la presunta gratuidad conlleva a una falta de compromiso. Apenas tres de cada 10 estudiantes se gradúan, según un informe del Centro de Estudios de la Educación Argentina (CEA) de la Universidad de Belgrano.

Tomando cifras de 2019 (antes de la pandemia), en Argentina se graduaban 29 personas por cada 10000 habitantes al año, mientras que en Chile la cifra es de 50 graduados por cada 10000 habitantes. Porcentualmente es aún mayor la diferencia, considerando que Argentina casi triplica la población de Chile.

Lo que se puede observar en Chile es que el adoctrinamiento comunista aumenta según lo hace la intervención del Estado en la educación. De acuerdo con las denuncias presentadas por vulneración de derechos y garantías constitucionales de menores ideologizados ante la Superintendencia de Educación, 53,3 % corresponden a colegios municipalizados; 26,7 % a particulares subvencionados; 13,3 % a particulares pagados e incluso 6,7 % a jardines infantiles, de modo que el adoctrinamiento empieza desde la más tierna infancia.

Es decir, la fascinación por la dependencia estatal y el rechazo al modelo económico que sacó a Chile de la pobreza surge del adoctrinamiento, no de la estadística.

La izquierda política acusa que el modelo chileno no «redistribuye la riqueza». La realidad es que el alza de los impuestos ha sido una constante, según explica Tomás Flores, economista Senior de Libertad y Desarrollo, quien destaca que el candidato presidencial José Antonio Kast, ha propuesto bajar el impuesto corporativo en 10 puntos, volviendo a la situación de hace una década.

Reducir los impuestos implica no solo achicar el Estado sino permitirle al ciudadano ser dueño del fruto de su trabajo. Lo cual choca con la visión de su rival Gabriel Boric, quien tiene entre sus aliados al Partido Comunista, que recientemente festejó la cuestionada reelección de Daniel Ortega en Nicaragua.

Kast le reprochó duramente por esa alianza política, ya que se pone del lado opuesto de la democracia que Boric dice defender. De modo que las diferencias entre ambos candidatos aplica también a la realidad regional. Si bien Boric individualmente ha cuestionado a Ortega, en el pasado reciente ha respaldado al régimen chavista en Venezuela.

Los chilenos tienen este domingo un enorme compromiso con su país y la región. Las últimas encuestas demostraron que las opciones de centroderecha y centroizquierda no convencieron a los electores que ha preferido inclinarse por los dos candidatos con modelos totalmente opuestos. En un extremo José Antonio Kast y en el otro Gabriel Boric. El primero ofrece mantener al país por la senda de prosperidad que en los últimos años han puesto a Chile a liderar todos los índices de desarrollo económico de Latinoamérica.

Mientras el segundo apuesta por un cambio del modelo exitoso, invocando la tan mentada desigualdad social para aventurarse a repetir experiencias fracasadas como las de Cuba y Venezuela y conducir a la nación por un camino incierto que puede llevarlo directo al abismo.

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