Por Oriana Rivas – Panampost.com
Todo o nada. Esa parece ser la premisa del régimen chino en sus tareas de vigilancia dentro y fuera de sus límites geográficos. Una reciente publicación de material sensible que involucra a Huawei reveló cinco programas de monitoreo y rastreo que dejan por sentado sus vínculos con el comunismo chino y las ambiciones de control del régimen. Tampoco es la primera vez que la empresa de telecomunicaciones se ve envuelta en un escándalo por vulnerar la privacidad personal de empresas y hasta de países. El rechazo ha sido tal que Estados Unidos le restringió el acceso a su tecnología.
De parte de Pekín y de la compañía solo ha habido negativas respecto a sus programas de vigilancia. «Nunca comprometeríamos ni dañaríamos a ningún país, organización o individuo, especialmente cuando se trata de ciberseguridad y protección de la privacidad del usuario», dijo la directiva de la empresa hace un año. Pero lo cierto es que las dudas son mayores que las certezas.
Para despejar las dudas, salió a la luz material de mercadeo de Huawei que muestra los siniestros programas que habría puesto en práctica en China, incluyendo vigilancia en la convulsionada región de Xinjiang o seguimiento empresarial para vigilar a empleados en sus puestos de trabajo. Los detalles sorprenden, pero a la vez ofrecen más certezas sobre los objetivos del Partido Comunista de China (PCCh) bajo las directrices de Xi Jinping.
Occidente tenía razón
Las diapositivas con gráficos descriptivos estaban en el sitio web de la empresa de tecnología hasta que fueron eliminadas el año pasado, detalló el hallazgo de The Washington Post. El medio asegura que tuvo acceso a unas 100 presentaciones, muchas de ellas marcadas como «confidenciales», con información sobre ayuda a entidades gubernamentales chinas para identificar por voz o monitorear personas de interés, administrar la reeducación ideológica, entre otras artimañas. Huawei negó el material que tiene logos de la empresa y una marca de tiempo de creación correspondiente a 2014 y modificaciones posteriores en 2019 y 2020.
Razón tendrían gobiernos occidentales sobre las prácticas abusivas de China de resultar cierta toda la información contenida en los archivos. En noviembre de 2020, el diputado Eduardo Bolsonaro, hijo del presidente brasileño, Jair Bolsonaro, plantó posición sobre la implementación de la tecnología 5G en ese país, exhortando a que debe ser una tecnología libre del espionaje chino.
Por su parte, un tribunal sueco reiteró su decisión de excluir a las empresas chinas Huawei y ZTE del desarrollo de la tecnología 5G por motivos de seguridad. Los llamados de atención no son infundados, menos ahora con los detalles de las diapositivas sobre la vigilancia de Huawei que asegura haber revisado el medio estadounidense.
«Huawei es una agencia de espionaje del PCCh. Deben estar en la lista negra», aseveró el senado estadounidense Ted Cruz.
Vigilancia por voz y «reeducación» de presos
Son cinco ejes los que destacan en las diapositivas. El primero de ellos referido al análisis de grabaciones de voz con supuestos fines de seguridad nacional. La «Plataforma de gestión de huellas de voz iFlytek» extrae el audio de voz del objetivo. Otra diapositiva enumera el audio de «grabaciones telefónicas» y «aplicaciones de teléfonos inteligentes».
Dato no menor, la empresa china iFlytek, dedicada a la inteligencia artificial, está sancionada desde 2019 por EE. UU. tras denuncias de miembros de la comunidad uigur obligados a grabarse a sí mismos.
Le sigue la supervisión de prisioneros y centros de detención, los cuales podrían incluir los supuestos «centros de reeducación» donde el régimen apresa a creyentes de la minoría musulmana uigur para torturarlos. Este programa, una plataforma que incluye no solo el funcionamiento de cámaras o de portones, también gestiona los horarios de detenidos, «incluida su asistencia a clases de reeducación ideológica y turnos laborales penitenciarios», según capturas de pantalla de la presentación.
Monitoreo empresarial
El seguimiento por ubicación también sería otra táctica en la que habría participado Huawei para colaborar con a las autoridades al rastrear a «personas políticas de interés» por medio de celulares o cámaras de vigilancia de reconocimiento facial.
En cuarto lugar se vuelve a resaltar la vigilancia en Xinjiang, aunque no menciona explícitamente a los uigures, pero sí destaca el desempeño de la tecnología de la compañía por haber colaborado con «la seguridad pública» en Urumqi, capital de la región de Xinjiang.
Por última, pero no menos importante, aparece la vigilancia empresarial. No se permite a ningún empleado «holgazanear», dormir o revisar sus celulares. Para evitarlo, están los programas de vigilancia. La cámara también podría estar orientada a los clientes, «analizando su demografía en función de escaneos faciales y contando cuántas veces una persona regresa a la tienda».