Fuente: La Prensa
El pase llamado sanitario restringe la circulación, no preserva la salud física, y afecta la salud mental, espiritual y social, la economía, la educación y la cultura.
Por otra parte, al no estar aislado ni purificado, el virus es un supuesto causante del covid-19. En todos los países donde se preguntó a las autoridades sanitarias, dieron esa misma respuesta, incluida la Argentina. De modo que no debería tomarse ninguna medida restrictiva de la libertad evocando un supuesto.
En el mejor de los casos, no es el único causante y mucho menos el causante necesario y suficiente. Porque el covid-19 no es una enfermedad sino un síndrome. O sea, un cuadro clínico provocado por varios factores. Incluyendo los factores internos que reducen o eliminan la inmunidad natural activa o provocan una respuesta inmunitaria artificial débil o ausente a la inoculación que se usa para estimularla contra el Sars-CoV-2
Los factores internos que afectan a la inmunidad natural son de varios tipos. Como por ejemplo la desnutrición o mal nutrición y otras enfermedades debilitantes. La teoría del contagio se adapta en estos casos, porque el sujeto incriminado como contagiante no es el responsable, sino las bajas defensas del contagiado. Cuando el hambre y sus variantes es un producto social, es inútil e injusto descargar en no-vacunados la responsabilidad de todos, usando a aquellos de chivos expiatorios.
Hay también factores externos que afectan la inmunidad, como la alimentación, el hábito sedentario, o la ingesta de tóxicos como el alcohol que al afectar el hígado reduce la producción de anticuerpos contenidos en las inmunoglobulinas. Sería paradojal enjaular a un portador sano con la excusa de que el vacunado es responsable de no producir y sostener sus propias defensas.
Otros factores externos presentes en el síndrome son una variedad amplia de microorganismos y no sólo virus, climas, contaminantes ambientales, metales como el grafeno y tensiones psico-sociales.
Frente a esta pléyade causal, ¿cuál sería la causa de aislar, encerrar, o confinar a presuntos portadores sanos de un virus no demostrado?
De manera que el pase sanitario se fundamenta en un error conocido como error científico de tipo II: afirmar la hipótesis falsa.
En cuanto al objetivo de promover la vacunación mediante el pase sanitario, caemos en otro error, conocido como error científico de tipo III o solución al problema equivocado. O sea: en vez de subsanar todos los inconvenientes para la vacunación, en vez de obtener una vacuna necesaria en ausencia de alternativas terapéuticas contra el covid-19 (no es el caso porque las hay), en vez de investigar y desarrollar un producto seguro y eficaz, vamos por el atajo de prohibir y coaccionar. ¿Qué tienen que ver prohibir y coaccionar, cuando lo que queremos logar es inmunidad frente a un patógeno? Por el contrario, prohibir y coaccionar reducen la respuesta inmune.
SALUD FISICA
Está demostrado que los portadores sanos contagian muy poco, si acaso. Aún así, el contagio desde los sanos transmitiría agentes atenuados con capacidad vacunante y prácticamente inofensivos, según la teoría epidémica.
También está probado que los vacunados contagian. El escape viral habla justamente de las mutaciones virales para sortear anticuerpos específicos inducidos por la vacuna. ¿Deberían someterse también los vacunados a las restricciones de un pase sanitario? Si todos requieren un pase sanitario, ¿para qué emitir el pase?
Por otra parte, las muertes por millón se multiplicaron por dos y medio en 2021 y en Argentina por dos, a partir de diciembre 2020.
SALUD MENTAL
El ser humano es relacional. Se desarrolla al amparo de su comunicación con los demás, tanto por el contenido como por la emocionalidad y racionalidad que acompaña a la comunicación humana. Está probado que el contacto virtual no sustituye al real. Hay pruebas de que la maduración y el desarrollo se potencian fuertemente con el contacto físico, tanto con animales como con personas.
Por el contrario, también está probado que el aislamiento conduce frecuentemente a la enfermedad mental. Si el riesgo de los no-vacunados está discutido, controvertido y hasta igualado o disminuido en comparación con el contacto con vacunados, ¿cuál es la ventaja de agregar un riego emocional y mental a los no-vacunados? Siendo relacional, la separación también afecta a los vacunados.
SALUD ESPIRITUAL
En el humano, la solidaridad es universal. In solidum evoca justamente la condición de compartir riesgos y beneficios de un mismo cuerpo, para el mejor destino de todos y cada uno.
El poder que no se comparte, incluso el de la salud, construye desigualdad con todas sus consecuencias negativas para la trascendencia y emancipación humanas.
La salud no es solamente un valor biológico. En el hombre es básicamente un valor espiritual y social. Hay autores que definen la salud como una condición para resolver los conflictos de la vida, y no como un estado estático al resguardo de todas las exigencias humanas.
Es evidente que el conjunto social se fortalece con la diversidad. En cambio, el pase sanitario actúa como la selección natural. Peor aún que esta. La selección natural protege al más fuerte. En cambio, el pase sanitario protege a los vacunados por ser los más débiles.
El pase afectará la economía reduciendo el empleo, el comercio y la producción, y por tanto el ingreso y la recaudación fiscal. Empobrecerá a los no-vacunados, pero también a los vacunados que dependen de aquéllos. Producirá un desuso de bienes que no estarán disponibles para los no-vacunados. Y profundizará aún más las pérdidas culturales y educativas que produjo el encierro de la cuarentena.
“El apartheid sanitario, mal llamado pase, traerá más discriminación, desunión y enfrentamiento social, sin ninguna ventaja probada. ¿Por qué correr nuevos riesgos sin evidencia de beneficio compensatorio? Actuará como una coerción caprichosa capaz de crear mayor violencia social. Ante semejante insensatez, surge la pregunta obvia: ¿es esto lo que se busca?
Mario Borini
Médico Especialista en Clínica Médica, (M.N. 33.200)
Prof. Titular de Salud Pública, UBA 2003-2008
Diplomado en Salud Pública, UBA
Especialista en Epidemiología, INE
Especialista en Metodología de la Investigación, UNER