Traducido de Bitter Winter por Tierrapura.org
por Massimo Introvigne
Estados Unidos, Holanda, Reino Unido, Canadá… Y ahora, Francia. El 20 de enero de 2022, la Asamblea Nacional francesa votó, con 169 “sí” y sólo un “no”, una resolución que declara que la Asamblea “reconoce oficialmente la violencia perpetrada por la República Popular China contra los uigures como constitutiva de crímenes contra la humanidad y de genocidio”.
El voto casi unánime señala un consenso bipartidista. La resolución fue propuesta por la oposición socialista, pero el partido del presidente Macron también la apoyó. El lenguaje es claro, y la bofetada a Pekín y al PCC en vísperas de los Juegos Olímpicos, innegable.
Sin embargo, sigue habiendo interrogantes. Estas resoluciones parlamentarias no son vinculantes y no tienen consecuencias legales directas. ¿Qué hará el gobierno francés? ¿Seguirá con sus negocios como siempre con un gobierno culpable de “crímenes contra la humanidad y genocidio”?
¿Seguirá permitiendo que las empresas vinculadas a un gobierno criminal y genocida compren industrias francesas, hoteles e incluso viñedos de Burdeos? ¿Se seguirán importando en Francia productos procedentes del trabajo esclavo de los uigures? ¿Apoyará Francia a países que actualmente están siendo acosados por China, como Lituania?
En última instancia, serán las respuestas a estas preguntas las que demuestren que la resolución del 20 de enero incluía algo más que meras palabras.
Sin embargo, el PCCh sabe que, incluso independientemente de lo que ocurra después, las palabras “crímenes contra la humanidad y genocidio” permanecerán para siempre. No son palabras utilizadas a la ligera ni con frecuencia. Por ello, los parlamentarios franceses merecen nuestra gratitud.