Por Carlos Esteban – gaceta.es
Unos cien mil extranjeros (exactamente, 99,040) entraron ilegalmente en Estados Unidos a través de su frontera con México solo en el mes de diciembre y fueron registrados por el Departamento de Seguridad Nacional. En la cifra no se incluyen, naturalmente, los ‘got-aways’, jóvenes que se cuelan en el país sin ser detectados oficialmente por los agentes de fronteras en busca de un empleo. El cálculo aproximado de estos últimos podría ascender a unos cincuenta mil.
El espectacular aumento en la entrada ilegal de extranjeros, con la inestimable colaboración pasiva del jefe del Departamento de Fronteras y Aduanas, el entusiasta de la inmigración Alejandro Mayorkas, sumaría un total para todo el primer año de Joe Biden de unos dos millones de personas, aproximadamente un ilegal por cada nuevo nacimiento en Estados Unidos. Esta cifra no incluye a los cientos de miles que han entrado con algunos de los permisos de trabajo que la administración está repartiendo como si fueran caramelos bajo la presión de las grandes empresas.
Mayorkas es conocido por sus creativas excusas para admitir legalmente a los inmigrantes económicos, como expone Breitbart News, registrándolos como solicitadores de asilo, o como ‘menores no acompañados’, o alegando que no hay vuelos disponibles para devolverlos a su lugar de origen, a menudo ignorando que la ley prevé que permanezcan bajo custodia federal hasta que puedan ser repatriados.
Todo esto responde a un plan deliberado aunque el resultado sea una crisis sin precedentes. Ya hemos informado en estas páginas de la presión política que, transformada en una lluvia de millones, ejercen las grandes empresas y, muy especialmente, los gigantes tecnológicos para que entre el mayor número posible de mano de obra barata y nuevos consumidores, en una forma de tráfico humano que cuenta con las bendiciones del poder político que a su vez aspira a obtener, tras la regularización futura de los ilegales, un bloque perenne de votantes.
Eso explica que los salarios lleven años congelados al tiempo que los beneficios empresariales crecen, o que el precio de la vivienda en los estados fronterizos haya subido un 16% con respecto a enero de 2021.
Es exactamente el reverso de lo que sucedió durante el mandato de Donald Trump y que está siendo minuciosamente desmantelado por la actual administración. Las medidas de control de fronteras del neoyorquino pudieron impedir la entrada de un número de ilegales que los grupos proinmigración cifran entre dos y cuatro millones. Esto obligó a las empresas a echar mano de empleo nativo, reduciendo el paro a mínimos históricos y mejorando el nivel de salarios.