Por Gabriela Moreno – PanAm Post
Donar sangre significa salvar vidas. En Cuba, no. En la isla, cada aporte humanitario y voluntario de 450 mililitros, equivalentes al 10 % del volumen en el cuerpo, representa un negocio millonario para régimen castrista, al mando del dictador Miguel Díaz-Canel.
María Werlau, directora de la organización no gubernamental Archivo Cuba, afirmó que el régimen reporta ingresos de 800 millones de dólares, por la venta de la sangre donada en la isla entre 1995 y 2019. El último año reseñado se conoció como el peor en la historia de esta actividad, porque sumó solo 16 millones de dólares a las arcas del comunismo en la isla, por el “deterioro de las instalaciones médicas, menos ‘regalos’ para premiar a los que ganan los concursos de donación, comida cada vez más pobre para los que donan sangre y la pérdida creciente de la legitimidad del régimen”.
El castrismo afinó la producción. Fracciona las unidades de sangre humana acopiadas en sus componentes para ampliar la oferta de derivados. Además de plasma ofrece interferón, albúmina humana, inmunoglobulinas, factores de coagulación, las toxinas, las vacunas y otros productos fármacos.
Con estructura estatal
Los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) son los encargados de impulsar la donación de sangre en los centros de trabajo, universidades y entre la población penal. “Cuando tienen una necesidad imperiosa mandan unos autobuses para recolectar sangre en las prisiones”, señaló Werlau.
Es una realidad que la Corte Interamericana de Derechos Humanos conoce. La instancia publicó un perturbador informe en el que confirma que en la prisión Fortaleza de La Cabaña de La Habana se extrae sangre a los presos camino a su ejecución «con fines ilícitos, masivos, para nutrir el Banco de Sangre, con el cual el régimen negocia escandalosamente»
Hasta mayo de 2021, Archivo Cuba registra 31 casos de extracción de sangre forzada de presos políticos antes de su ejecución por fusilamiento; 28 de las víctimas eran cubanos y 3 eran ciudadanos estadounidenses. “Todos fueron acusados de ser parte de la resistencia anticomunista”.
Con persuasión
Ahora, en redes sociales hay evidencia de cómo es el proceso en las calles. Los motivos que usan para persuadir la recolección varía. Desde el aniversario por el natalicio de José Martí, la fundación de la Central de Trabajadores de Cuba, hasta por el “triunfo de la revolución”, invocan los llamados para contribuir con el “comercio del oro rojo” del castrismo.
Unas estrategias que hoy tienen al 49 % de la población —alrededor de seis millones de cubanos— como proveedores de un “compromiso humano y altruista”, así lo llama Díaz-Canel. “Han convocado a los cubanos para luego ganar dinero sin su conocimiento”, aseguró el Periódico Cubano.
Una prioridad
La meta es aumentar ese margen. Un reporte del sistema informativo de la televisión cubana divulga que “obtener plasma de paciente con alta del COVID-19 es de las prioridades actuales”. Una pretensión que contradice al “sobrecumplimiento” de recolección del que alardea el medio del régimen.
Estudiantes universitarios y jóvenes que comienzan en el servicio militar son las “poblaciones metas” de esta actividad lucrativa que representó el quinto producto de exportación —solo superado por el azúcar, el níquel, los mariscos y el tabaco— en 1995, cuando Cuba exportó sangre por 30 millones de dólares a Vietnam y Canadá.
Datos del comercio mundial indican que desde entonces Cuba mantuvo ese promedio hasta 2014 por sus alianzas con Irán, Rusia, Vietnam, Argelia, Venezuela, Brasil, Argentina y Ecuador. La tendencia es al alza.