Por María Laura Assis – La Derecha Diario
Este sábado, utilizando como excusa la muerte del congolés Moïse Mugenyi, un grupo de manifestantes encabezado por el concejal de extrema izquierda Renato Freitas (PT), invadió la Iglesia Católica Nossa Senhora do Rosário, en Curitiba.
Ante esta insurgencia, el presidente Jair Bolsonaro dijo que “los marginales” que ataquen iglesias “responderán por sus actos”, y le ordenó a sus ministros que accionen lo necesario para encarcelar a estos delincuentes.
La muerte de Moïse, ocurrida en enero, tras una pelea con tres hombres en un quiosco de Río de Janeiro, provocó que grupos de izquierda realizaran protestas en todo Brasil. Aunque los asesinos eran negros y pardos, los manifestantes dijeron que la muerte del congoleño estuvo motivada por el racismo. Al mismo tiempo, la izquierda aprovechó para comparar este caso con el de George Floyd en Estados Unidos.
El vandalismo y el terrorismo se vuelven palabras cada vez más comunes cuando nos referimos a los actos organizados por la extrema izquierda. A pesar de estar a más de 800 kms de distancia de donde ocurrió el hecho, la izquierda hizo una de las manifestaciones más grandes en Curitiba, la cual terminó con la invasión de una iglesia.
Grupos y activistas de izquierda, encabezados por el concejal Freitas, interrumpieron, con banderas del PT (partido de Lula) y del PCB (Partido Comunista de Brasil), una misa celebrada por fieles católicos mientras gritaban palabras como “racistas” y “fascistas”.
El sacerdote responsable de la celebración trató de continuar la misa pero fue interrumpido por el concejal del PT que tomó la palabra y afirmó sin fundamento que los asesinatos de personas como Moïse Mugenyi y Durval Teófilo Filho (otro caso de asesinato en Río de Janeiro) estarían relacionados con la connivencia de las personas de fe católica a autoridades “fascistas”. Freitas también agregó que los dos habrían muerto por la existencia del “racismo estructural”.
En la mañana de este lunes, la Arquidiócesis de Curitiba difundió una nota oficial firmada por el arzobispo José Antonio Peruzzo, que considera el incidente del sábado como un acto agresivo y ofensivo. Por otro lado, la nota destaca que “la posición de la Arquidiócesis de Curitiba es de repudio frente a la profanación injuriosa”.
Bolsonaro también se pronunció en relación a lo ocurrido, y afirmó, en sus redes sociales, que pidió a los ministerios de Justicia y de la Mujer, Familia y Derechos Humanos que investiguen a los invasores “para que los responsables de la invasión respondan por sus acciones”, y que prácticas como ésta no adquieran mayores proporciones en nuestro país”.
“Si estos marginales no respetan la casa de Dios, un lugar sagrado y ofenden la fe de millones de cristianos, ¿a quién van a respetar?“, escribió Bolsonaro en un tweet.
El artículo 208 del Código Penal brasileño deja muy claro que burlarse públicamente de alguien por motivos de creencia o función religiosa; impedir o perturbar la ceremonia o práctica religiosa; y vilipendiar públicamente un acto u objeto de culto religioso; son delitos contra el sentimiento religioso. La pena prevista es la detención (de un mes a un año) y/o el pago de una multa.
Por otro lado, el concejal Freitas recibió críticas por sus delitos, incluso de figuras de izquierda que, en el actual período preelectoral, buscan acercarse a los votantes cristianos con el fin de obtener el apoyo necesario para derrocar al presidente.
En las redes sociales, el concejal izquierdista Pier Petruzziello (sin partido), informó que también pedirá la destitución de Freitas. “El regidor debe luchar por la defensa del patrimonio material e inmaterial de la ciudad. En este caso, violó a los dos”, dijo.