Por José Hermosa – BLes.com

En medio de la complejidad que reviste la administración de un país en el que habitan más de 1.400 millones de personas, China, suelen destaparse escandalosos casos que delatan la corrupción de los funcionarios del más alto nivel en todos los campos, muchos de quienes se apresuran a transferir sus enormes fortunas al exterior. 

Dado que los delitos con el uso del dinero público se han generalizado, estos se han convertido en una de las mayores amenazas para la estabilidad del régimen comunista chino, en tanto que crecen las fortunas de miles de funcionarios y de sus familiares así como las de los llamados ‘príncipes’, quienes para asegurar sus posesiones tienden a enviarlas a otros países.

Simultáneamente, los indicadores de desigualdad señalan que la inmensa mayoría de la población carece por completo de servicios sociales básicos como el de salud, y los de educación son tan escasos y deficientes que en su mayoría son financiados por los gobiernos locales, contando con un aporte de tan solo del 1% desde el gobierno central con sede en la capital, Beijing. 

Nueva Zelanda como paraíso

Nueva Zelanda se ha posicionado como una especie de paraíso en el que los grandes magnates del mundo han estado adquiriendo enormes extensiones de tierra. De igual manera, para los altos funcionarios del PCCh también es un lugar atractivo como refugio de sus parientes y de sus inversiones.

En este sentido, el multimillonario chino Miles Guo, residente en Nueva York, EE. UU., relató en el 2020 que uno de los líderes que inmigró a Nueva Zelanda fue Fang Fenghui, un exgeneral exjefe del Estado Mayor Conjunto del Ejército Popular de Liberación de China encarcelado de por vida por corrupción. Los delitos en su contra incluían dar y recibir sobornos, y obtener enormes sumas de dinero de origen desconocido. Fenghui se habría transferido a este país para “ocultar a sus hijos ilegítimos”.

Así como él serían más de mil “los miembros corruptos del PCCh que llevan mucho tiempo eligiendo a Nueva Zelanda como su isla del tesoro, para ocultar las riquezas que han robado al pueblo chino no solo para ellos, sino también para sus amantes y sus numerosos hijos ilegítimos”, sostuvo Guo.       

Otro de los magnates del PCCh con inversiones en Nueva Zelanda sería Sun Lijun, un ex viceministro de Seguridad Pública, quien al parecer posee una docena de mansiones y un par de edificios de apartamentos, además de lingotes de oro y obras de arte supuestamente obtenidas ilegalmente.

Después llegaron muchas de las personas adineradas de China, entre ellas, Ma Mingzhe, el expresidente y CEO de Ping An Insurance, un conglomerado empresarial dedicado al sector de los seguros y los servicios financieros, Wang Jian el exCEO del grupo operador aéreo HNA, Chen Feng, el Presidente del mismo grupo y el también multimillonario Jack Ma, fundador de la empresa de compras en línea, Alibaba.

Jack Ma, manifestó en el 2016 al primer ministro neozelandés, John Key, que quería adquirir bienes en Nueva Zelanda, país que es amado por muchos chinos tal como lo expresó: “Al menos 20 de mis colegas se retiraron de Alibaba. Son todos muy jóvenes, de unos 40 años, y se van a Nueva Zelanda”.

Entre las ventajas de Nueva Zelanda, al compararla con el Reino Unido, que cuenta con tan solo 5 millones de habitantes mientras que este es habitado por 67 millones de personas en aproximadamente la misma superficie. 

Asimismo, la gran distancia que separa a este país de las grandes urbes mundiales que pudieran colapsar en una eventual hecatombe mundial representaría una protección para las seguridades y lujos que ofrece. Por ejemplo, se halla a 18.762 kilómetros del Reino Unido y a 12.542 kilómetros de Estados Unidos, mientras que su vecino más cercano, Fiji, está a casi 2.600 kilómetros. 

No es infrecuente que en este país de Oceanía se ofrezcan casas lujosas que incluyan canchas de tenis, piscinas, salas de medios de comunicación, embarcaderos personales donde una familia puede amarrar su barco, y  hasta helipuertos privados o, mejor aún, su propia pista de aterrizaje, lo que las hace deseables para la élite. 

En este sentido, el presidente del Instituto de Nuevo Pensamiento Económico, Robert Johnson, expresó ante los participantes del Foro Económico de Davos en 2015: “Gestores de fondos de cobertura de todo el mundo están comprando propiedades con pistas de aterrizaje y granjas en lugares como Nueva Zelanda”. 

Por su parte, el autor Jim Dobson publicó en Forbes un mapa señalando a Nueva Zelanda como la única nación del mundo que crecería claramente en población, convirtiéndose en una de las zonas más seguras de la Tierra. 

Paraísos fiscales Offshore

En el 2014, un informe realizado por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) se extendió sobre la riqueza de algunos de los individuos más poderosos de China, incluidos los llamados príncipes, aquellos vinculados por sangre o matrimonio a los líderes revolucionarios de China.

Los familiares de los principales líderes de China figuran dentro de los casi 22.000 clientes con inversiones en el extranjero y con direcciones en China y Hong Kong. El ICIJ incluyó a miembros de la élite empresarial, que habrían recibido ayuda de bancos occidentales para ocultar su riqueza en paraísos fiscales. Entre ellos figuran la empresa inmobiliaria del cuñado del actual presidente de China, Xi Jinping, y el hijo y el yerno del ex primer ministro Wen Jiabao.

En particular, el reporte de ICIJ cita a las empresas internacionales de contabilidad como KPMG, Ernst & Young, PricewaterhouseCoopers (PwC), Deloitte & Touche y Arthur Andersen, entre las promotoras de la fuga de riquezas de China al exterior.  Especifica que PwC ayudó a crear más de 400 cuentas en paraísos fiscales a través de TrustNet para varios clientes de China continental, Hong Kong y Taiwán. Asimismo, el gigante de la banca suiza, UBS, ayudó a coordinar a más de 1.000 entidades offshore con la ayuda de TrustNet.

“Según algunas estimaciones, entre 1 y 4 billones de dólares en activos no rastreados han salido del país desde el año 2000”, destaca el ICIJ. Los funcionarios chinos cuentan con la legislación a su favor dado que no están obligados a declarar públicamente todas sus pertenencias, y tener cuentas en el extranjero y poseer riquezas no implica ir necesariamente en contra de la ley.

No obstante, “tales cantidades de dinero son fáciles de asociar con la corrupción, especialmente con el abuso de poder y la evasión de impuestos” escribió la autora Michelle Flor Cruz en el 2014. 

En este sentido, “A medida que el país ha ido pasando de un sistema comunista insular a un híbrido socialista/capitalista, China se ha convertido en un mercado líder para los paraísos fiscales que venden el secreto, los refugios fiscales y la agilización de los acuerdos internacionales”, citó VOA.

El ICIJ actualizó en el 2017 que la riqueza estaba creciendo en los paraísos fiscales con sede en Hong Kong, calculando que los activos en esta gran ciudad financiera se multiplicaron por seis entre 2007 y 2015, y que el país ocupaba entonces el segundo lugar, por detrás de Suiza como sede de paraísos fiscales.

En la actualidad, los residentes chinos compran bienes inmuebles en el extranjero sobre todo a través de bancos clandestinos, lo que constituye un delito de comercio ilegal de divisas o de comercio encubierto de divisas.

Corrupción estatal 

En cuanto a la corrupción en la que se involucran los funcionarios de alto rango, se pueden tomar como referencia los oficiales que ocupan rangos militares elevados, desde el 2013 más de 160 generales militares del régimen chino han sido investigados, según el Dr. Wang Youqun, ex supervisor de la Comisión Central de Disciplina del Partido Comunista de China (PCCh). Esta cifra supera el número total de generales que murieron en las guerras civiles, guerras externas y Revoluciones Culturales del PCCh en el siglo pasado.

La corrupción generalizada en el ejército incluye al expresidente de la Comisión Militar Central del PCCh, exsecretario General del Partido Comunista de China y expresidente de la República Popular China, Jiang Zemin, de quien se dice que para comprar el corazón de la gente adoptó la estrategia de “gobernar el ejército mediante la corrupción”.

El espectro de los abusos con el dinero de los contribuyentes ha pendido sobre la estabilidad del régimen comunista dominante, al grado de que el presidente, Xi Jinping, llegó a declarar que la corrupción amenaza la supervivencia del único partido gobernante, en el 2014, un año después de su posesión, impactado por la sospecha de que los funcionarios malgastan esos aportes o utilizan sus cargos para obtener beneficio personal, tal como lo reportó Reuters.

Luego de que las autoridades identificaran e investigarán a más de 3.200 funcionarios conocidos como “desnudos” en China, a nivel de condado o superior, con hijos o cónyuges que han emigrado al extranjero, el medio Xinhua denunció que emplean a sus familias “como conducto para transferir sus bienes mal habidos al extranjero y para preparar su propia huida”.

Y agregó: “Los departamentos de personal de todo el país han mantenido conversaciones con los ‘funcionarios desnudos’ y les han pedido que elijan entre aceptar puestos menos delicados o traer a sus familias de vuelta a China”. No obstante, al menos 1.000 de ellos rechazaron las dos alternativas y optaron por negarse a regresar a su país, lo que significó la degradación de sus cargos. 

Por otro lado, algunos de los lineamientos que fundamentan la política de Estado del Partido Comunista de China (PCCh) se vinculan con las teorías impulsadas por el líder ruso, Vladímir Ilich Uliánov, alias Lenin​, dirigente de la Revolución Rusa de 1917, de las que toman la denominación de neoleninistas. 

Por su parte, el profesor de gobierno en el Claremont McKenna College, de California, Estados Unidos, Minxin Pei, consideró en el 2009: “El Estado neoleninista practica el elitismo, se apoya en los tecnócratas, los militares y la policía, y coopta a las nuevas élites sociales (profesionales y empresarios privados) y al capital extranjero, todo ello injuriado gravemente bajo el maoísmo”.

Y agregó: “De hecho, si se mantienen las tendencias actuales, es más probable que el sistema político chino experimente una decadencia en vez de una democracia”, refiriéndose a la posibilidad de que el régimen chino se transformase en sistema democrático de gobierno. 

El enriquecimiento ilícito de las élites del PCCh se ha manifestado durante décadas, y de acuerdo con los datos disponibles la impunidad también va en aumento, tal como lo registra Foreign Policy en su artículo de 2009 en el que observó la trayectoria de este fenómeno durante un período de 14 años: 

“Los funcionarios deshonestos corren hoy poco riesgo de ser castigados. En la década de 1990, una media de 140.000 funcionarios y miembros del partido se vieron envueltos en escándalos de corrupción, y el 5,6% de ellos fueron procesados penalmente. En 2004, 170.850 funcionarios y miembros del partido se vieron implicados, pero solo 4.915 (el 2,9%) fueron objeto de un proceso penal. La cultura de la impunidad oficial prospera en China”.

Adicionalmente, el mismo medio sostiene que la corrupción se ha generalizado a todos los niveles de la administración que ejecuta el PCCh y anota: “Los datos regionales sugieren que las redes de corrupción a gran escala representan entre el 30% y el 60% de todos los casos de corrupción descubiertos por las autoridades”.

Asimismo, involucra a las divisiones administrativas de los gobiernos provinciales, de los condados y las prefecturas, en los que participan grupos de altos funcionarios locales, incluidos jefes del partido y alcaldes, quienes han delinquido a sueldo por cuenta de  “bandas organizadas dedicadas al asesinato, la extorsión, el juego y la prostitución”.

Desigualdad y pobreza

Al parecer, el creciente desfalco a los dineros de los contribuyentes es motivado por la carencia de confianza en el PCCh: “En sus confesiones, los funcionarios corruptos suelen achacar sus fechorías a la pérdida de fe en el comunismo. Hay anécdotas de que altos funcionarios del partido han empezado a consultar a adivinos sobre sus carreras políticas. Parece que la élite gobernante en China va a la deriva y se siente insegura”, prosigue manifestando Foreign Policy. 

De todas maneras, se revela un desmesurado incremento de la desigualdad de los ingresos entre la población promedio: “Un estudio reciente [2009] señala que menos del 1% de los hogares chinos controlan más del 60% de la riqueza del país (en comparación, el 5% de los hogares de Estados Unidos poseen el 60% de la riqueza)”.

Como referencia se pueden tomar las palabras del primer ministro chino Li Keqiang al referirse a las necesidades que sufren los habitantes de su país: “Sus ingresos mensuales apenas alcanzan los 1.000 RMB [157 dólares]. Ni siquiera es suficiente para alquilar una habitación en una ciudad china media”. Este nivel de ingresos corresponde a unos 600 millones de chinos

Estos datos contrastan fuertemente al considerar que el PIB per cápita en China para el año 2020 se situó en más 10.400 dólares por habitante, de acuerdo con el informe del Banco Mundial. 

En este contexto, otro de los indicadores de la progresiva deriva de la población hacia la desigualdad estaría dado por el desplazamiento de los miembros de las nuevas generaciones de los herederos del poder en China hacia actividades altamente lucrativas, en poco tiempo se aprecia que: “Hace una generación, los hijos de la élite gobernante ocupaban puestos en el gobierno o el ejército; hoy se dedican a los negocios”, describe Foreign Policy. 

La altísima rentabilidad que logran se nota en que mientras los campesinos obtienen utilidades inferiores al 5% del valor de sus tierras, los promotores inmobiliarios se ganan el 60%, y el resto pasa a las arcas del gobierno local. 

A esto se suma que para el 2009: “el 60% de las empresas estatales privatizadas se vendieron a sus gestores. Como resultado, el 30% de los propietarios de empresas privadas son ahora miembros del partido”.

Mientras tanto, la inversión en servicios sociales como educación y salud disminuye cada vez más y en proporciones aún más desiguales entre los habitantes de bajos recursos: “Según el propio Ministerio de Sanidad chino, dos terceras partes de la población carecen de cualquier tipo de seguro médico, y cerca de la mitad de los enfermos no acuden a ningún tratamiento médico profesional”, hasta esa época. 

Ciertamente, las dificultades del pueblo chino parecieran insuperables desde esta perspectiva, no obstante, la antigua cultura contiene una profunda sabiduría de la cual podría derivar su esperanza. 

En este sentido, el filósofo chino Mengzi, conocido también como “Maestro Meng”, o Mencio, del siglo IV a.C., cuya importancia en la tradición confuciana solo es superada por la del propio Confucio, afirmó en el año 300 a.C. que el hombre prospera en tiempos de calamidades y penurias, y que perece cuando vive tranquilo y cómodo

También explicó que cuando el Cielo está a punto de conferir grandes responsabilidades a un hombre, el individuo debe conocer el sufrimiento y las dificultades físicas, estar expuesto al hambre y a la pobreza, y experimentar trastornos en su vida.

En este contexto, resultan premonitorias las palabras del profesor de gobierno en el Claremont McKenna Collegue, Minxin Pei, al referirse a las prácticas elitistas desestabilizadoras del PCCh que podrían significar su eventual desaparición: “De hecho, si se mantienen las tendencias actuales, es más probable que el sistema político chino experimente una decadencia en vez de una democracia”.

Envía tu comentario

Subscribe
Notify of
guest
0 Comentarios
Más antiguos
Recientes
Inline Feedbacks
Ver todos los comentarios

Últimas