José Hermosa – Redacción BLes

Taiwán, cuyo nombre oficial es República de China (ROC, por la sigla), tiene por capital a Taipéi, y ocupa una isla principal casi tan extensa como Suiza. Se ha convertido en un país de grandes desafíos y que sin permitir que estos le abrumen sigue teniendo un ritmo de vida vibrante y un índice de desarrollo que rivaliza con el de naciones asiáticas como Corea del Sur, país que la duplica ampliamente en población.

La dedicación y esfuerzo de sus 24 millones de habitantes y la leal dirección de sus líderes, en particular de su presidenta, Tsai Ing-wen, quien permanece en el cargo desde el 2016, le han permitido a esta pequeña nación mantener su soberanía enfrentando las amenazas de invasión y los constantes despliegues de fuerza del Partido Comunista de China (PCCh), que dispone de una población 60 veces mayor y se encuentra a tan solo 180 kilómetros de distancia.

Una vez planteado el reto, aparentemente insuperable, Taiwán ha entretejido con gran sabiduría su estrategia disuasoria al grado de que cada vez se desdibuja aún más esa amenaza, que hasta ahora ha servido de estímulo para fortalecer todos los aspectos del país. 

Asimismo, la República de China sostiene sobre las reclamaciones de la República Popular China, (RPC, por la sigla) regida por el PCCh: “Las autoridades de Beijing nunca han ejercido la soberanía sobre Taiwán u otras islas administradas por la República de China”, de acuerdo con la reseña histórica de su página web. 

Las amenazas constantes

Hace solamente unas semanas que Taiwán denunció las “medidas drásticas” con las que el régimen chino dijo que respondería en caso de que el gobierno taiwanés, democráticamente elegido, cruzara ciertas “líneas rojas” con respecto a su independencia. 

En esta ocasión el mensaje amenazador fue emitido por el portavoz de Beijing de la Oficina de Asuntos de Taiwán, Ma Xiaoguang, quien dijo: “Si las fuerzas separatistas de Taiwán que buscan la independencia provocan, ejercen la fuerza o incluso traspasan cualquier línea roja, tendremos que tomar medidas drásticas”, dijo Ma, de acuerdo con Taiwán News del 29 de diciembre. 

Y agregó: “El año que viene, la situación del estrecho de Taiwán será más compleja y grave”, sin precisar detalles. 

Uniendo los hechos a las intimidaciones, el PCCh envió un helicóptero antisubmarino Ka-28 para hostigar a Taiwán el miércoles 16 de febrero. Tras causar alarma ante la  sospecha de que portara armas, los analistas y académicos taiwaneses Jie Zhong 揭仲 y Lin Yingyou 林穎佑 dijeron que la importancia táctica de estos artefactos no era tan grande, pero Taiwán aún debería estar alerta. 

En otra ocasión, pocos días antes, durante la Cumbre por la Democracia organizada por Estados Unidos, se interrumpió la presentación por video de la ministra digital de Taiwán, Audrey Tang, justo en el momento que mostraba un mapa donde se veía a Taiwán con un color diferente al de China. Según algunas fuentes de Reuters, el abrupto corte se realizó a instancias de la Casa Blanca.

A partir de ese momento de la transmisión solo apareció el audio de la ministra Tang con una leyenda en la pantalla que decía “Ministra Audrey Tang Taiwán”, lo que evidencia las precauciones que toma la administración Biden para no desairar al PCCh, a pesar de haberse declarado un firme defensor de la independencia de la antigua “Formosa”, como también se conoce a Taiwán.  

Aunque Estados Unidos únicamente reconoce como país una China, la ley estadounidense prescribe proporcionar a Taiwán los medios para defenderse.

Es de recordar que durante los últimos meses el PCCh ha invadido la zona de identificación de defensa aérea (ADIZ, por la sigla en inglés) casi a diario con cientos de aviones de combate, en una campaña que imprime presión insospechada entre los habitantes y alerta al Ministerio de Defensa taiwanés sobre el refuerzo de sus equipos militares.

Asimismo, el régimen chino no cesa de intimidar a los países que se acercan y apoyan a la República de China, y hasta los sanciona y sabotea comercialmente para que dejen de hacerlo. 

Hace tan solo tres meses que un exdiplomático chino y actual analista de relaciones internacionales aseguró que el régimen chino bombardearía a los Estados Unidos y Australia si decidían ‘interferir’ con la anexión de Taiwán a China.

Se trató de Victor Gao, quien sirvió como traductor para el exlíder chino Deng Xiaoping. Gao expresó entre otras cosas: “Los que quieren bloquear la unificación estarán condenados al fracaso. Si Australia va a luchar junto con los soldados estadounidenses en el impulso de China para la reunificación entre la China continental y Taiwán, entonces se está hablando de lo peor que se podría soñar: una guerra entre China y Estados Unidos”.

Son muchos los recursos que ha tratado de utilizar el régimen chino para infiltrar políticamente a los taiwaneses, incluso llegando a ofrecer dinero. El portavoz de un medio propagandístico del PCCh declaró que todos los habitantes de Taiwán obtendrán 700 dólares de ingresos anuales cuando China y la isla se unifiquen.

Según informó Taiwán News, la afirmación del portavoz no solo provocó la burla de la comunidad de las redes sociales en la isla, sino que hasta los internautas chinos manifestaron punzantes críticas. 

La declaración fue publicada en un artículo del CPPCC Daily, periódico informativo de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino (CCPPCh) el 20 de noviembre, en la quinta edición del “Semanal de Cooperación Económica a través del Estrecho”, denominado “¿Por qué dicen que el futuro de Taiwán está en la reunificación?”

En defensa de su nación

No obstante, todos los amenazadores despliegues de fuerza del PCCh y las limitaciones que ha impuesto en el ámbito internacional a Taiwán, Tsai Ing-wen, su presidenta, ha dejado claro que no se dejará intimidar por el régimen comunista totalitario y que, junto con sus aliados, defenderá la soberanía de su nación.

Mientras la isla celebraba su Día Nacional, Tsai Ing-wen prometió no ceder ante las crecientes amenazas militares de China: “Nosotros… no actuaremos precipitadamente, pero no hay que hacerse ninguna ilusión de que el pueblo taiwanés vaya a ceder a las presiones”, dijo Tsai durante su discurso del domingo 9 de octubre frente a la oficina presidencial en Taipéi.

Y agregó: “Esto se debe a que el camino que China trazó no ofrece ni un modo de vida libre y democrático para Taiwán, ni la soberanía para nuestros 23 millones de habitantes”, informó RFI.

Asimismo, reiteró que su país está dispuesto a poner de su parte para contribuir al desarrollo pacífico de la región, instando a China a entablar conversaciones de gobierno a gobierno, algo a lo que Beijing se ha resistido sistemáticamente. Tsai aseguró que no se doblegarán a las exigencias del régimen comunista chino: 

“Seguiremos reforzando nuestra defensa nacional y demostrando nuestra determinación de defendernos para garantizar que nadie pueda obligar a Taiwán a tomar el camino que China ha trazado para nosotros”, enfatizó.

Igualmente, el mes pasado declaró que su país “seguirá intensificando la cooperación con Estados Unidos para defender nuestros valores compartidos de libertad y democracia y garantizar la paz y la estabilidad en la región”.

Por su parte, el primer ministro de Taiwán, Su Tseng-chang, respondió a las amenazas del régimen comunista chino que cree que Estados Unidos no defenderá la isla, como ocurrió con Afganistán: “También les decimos a las fuerzas extranjeras que quieren invadir y apoderarse de Taiwán que no se hagan ilusiones”, de acuerdo con Japan Times del 17 de agosto.

Y agregó: “Hoy en día, hay países poderosos que quieren engullir a Taiwán utilizando la fuerza, y del mismo modo tampoco tememos ser asesinados o encarcelados. Debemos proteger este país y esta tierra, y no ser como ciertas personas que siempre hablan del prestigio del enemigo y hablan de nuestra determinación”.

Una oleada de apoyo mundial

Además del reiterado apoyo de Estados Unidos a lo largo de décadas, el Parlamento Europeo envió el 4 de noviembre la primera delegación oficial a la isla, conformada por siete parlamentarios de la Comisión Especial sobre Interferencia Extranjera y Desinformación del Parlamento Europeo, lo que representa una gran señal de apoyo para los taiwaneses. 

Por su parte, esta vez el presidente de la delegación, el francés Raphael Glucksmann destacó a Taiwán como un ‘centro para la lucha contra la interferencia extranjera y la preservación de la democracia’, y rechazó la idea de que el régimen comunista pueda gobernar Taiwán en el futuro.

“El florecimiento de vuestra democracia es formidable y por eso estamos tan contentos de estar aquí”, dijo Glucksmann, agregando: “Han demostrado que en esta región la democracia puede florecer y que los regímenes autoritarios no son el futuro. En Europa también nos enfrentamos a las interferencias de los regímenes autoritarios, y venimos a aprender de ustedes”.

Por otro lado, a pesar de que el régimen chino pactó con la OMS la exclusión de Taiwán de los eventos mundiales de salud en 2017, argumentado que era territorio chino, el desempeño de esta pequeña nación ha sido tan oportuno y proactivo que fue la primera en detectar que el virus COVID-19 se originó en China, advirtiéndolo oficialmente el 31 de diciembre del 2019. 

Siendo coherente con su gran desarrollo en el cuidado de la salud, la calidad de la atención a sus ciudadanos se hizo evidente cuando se supo que solo murieron unos pocos de sus ciudadanos, y que su gobierno casi no afectó el ritmo de vida normal de la sociedad, mientras que la mayoría de los países del mundo eran víctimas del desastre. El país ha informado solo hubo 1.173 casos de contagiados por la pandemia y 13 muertes. 

Como reconocimiento a este exitoso desempeño, los principales países industrializados, entre ellos los del G7, apoyaron el estatus de observador de Taiwán en la Asamblea Mundial de la Salud (AMS), el órgano de toma de decisiones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), a mediados del año pasado. 

“Apoyamos la participación significativa de Taiwán en los foros de la Organización Mundial de la Salud y en la Asamblea Mundial de la Salud. La comunidad internacional debería poder beneficiarse de la experiencia de todos los socios, incluida la exitosa contribución de Taiwán a la lucha contra la pandemia del COVID-19”, expresó el G-7 en un comunicado conjunto al respecto.  

Taiwán goza de un amplio reconocimiento como sociedad libre en todo el mundo y a todos los niveles. Personalidades de diferentes ámbitos muestran su solidaridad desafiando en sus declaraciones las pretensiones de Beijing. 

Uno de ellos es el jugador estrella de la NBA, Enes Freedom Kanter, quien expresó su decidido apoyo a Taiwán en un video en el que enfatiza: “Taiwán no es parte de China. Taiwán es un país democrático y libre”.

En su campaña de solidaridad con las víctimas de abusos extremos ocasionados por el PCCh también aboga por la libertad del Tíbet, Hong Kong, los uigures, y los practicantes de Falun Dafa. La defensa de los derechos humanos de la que se convierte en abanderado Kanter, suscitó abundantes comentarios y elogios de los internautas.

“El señor Enes Kanter ha nacido genuinamente con una mente de justicia contra la injusticia, un corazón de bondad contra la crueldad, un coraje para hablar y actuar, sin ser cobarde al no hacerlo. Es un caballero de auténtica pureza, modelo a seguir de todo humano”, escribió el usuario de la cuenta de Twitter @Yoshimu51295524.

Por su parte, el titular de la cuenta @James54008 agradeció a Kanter: “Gracias Enes por tomar una posición de apoyo tan poderosa para Taiwán. ¡Eres tan valiente! ¡Eres increíble! En Taiwán esperamos su visita. A todos los taiwaneses también nos encantaría verlo”.

Antecedentes históricos

El régimen comunista chino reclama a Taiwán como territorio propio, a pesar de que este país elige democráticamente su propio gobierno, por lo que en los últimos años ha intensificado la presión militar y diplomática para hacer valer su reclamada soberanía, alimentando la ira en Taipéi y la preocupación en Washington y otros países. 

Si bien durante milenios este territorio insular fue el hogar de pueblos malayo-polinesios, después de 1630 las incursiones inglesas y holandesas en el comercio del imperio luso-español no hicieron más que aumentar. En Asia se afianzaron en el comercio entre China y Japón, tomando en 1641 la isla entonces llamada Formosa (Hermosa).

Pero en 1662, los chinos súbditos leales a los gobernantes de la dinastía Ming bajo el mando de Zheng Cheng-gong, o Koxinga, expulsan a los holandeses de Taiwán y se establecieron en su territorio.

Por su parte, las fuerzas militares de la dinastía Qing (1644-1912) tomaron el control de las zonas costeras del oeste y el norte de Taiwán, para declarar a toda la isla  provincia suya en 1885.

No obstante, al ser derrotados en la Primera Guerra Sino-Japonesa (1894-1895), el gobierno Qing firmó el Tratado de Shimonoseki, por el que cedió la soberanía de Taiwán a Japón, que la gobernó hasta 1945 cuando se rindió al final de la Segunda Guerra Mundial. 

Paralelamente, entre 1911 y 1912 los revolucionarios chinos derrocaron al Imperio Qing que imperaba en el territorio continental, y fundaron la República de China (ROC).

Ya en 1943, la ROC obtiene soberanía internacional sobre Taiwán: “Durante la Segunda Guerra Mundial, el líder de la República de China, Chiang Kai-shek, se reúne con el presidente estadounidense Franklin Roosevelt y el primer ministro británico Winston Churchill en El Cairo”. 

Tras la conclusión de la conferencia, se hace pública la Declaración de El Cairo, en la que se afirma que “…Formosa [Taiwán], y los Pescadores [las islas Penghu], serán devueltos a la República de China…”, reseña la página oficial de Taiwán.

Y agrega: “La República de China, el Reino Unido y Estados Unidos emiten conjuntamente la Declaración de Potsdam, en la que se pide la rendición incondicional de Japón y el cumplimiento de la Declaración de El Cairo”, o sea la transferencia del territorio taiwanés a la ROC. Luego, 1,2 millones de personas de China ubicaron su residencia en Taiwán.   

Dadas estas circunstancias: “El gobierno de la República de China se trasladó a Taiwán en 1949 mientras luchaba en una guerra civil con el Partido Comunista Chino”, declara el gobierno taiwanés. 

Y agrega: “Desde entonces, la República de China ha seguido ejerciendo una jurisdicción efectiva sobre la isla principal de Taiwán y una serie de islas periféricas, dejando a Taiwán y China bajo el dominio de un gobierno diferente. Las autoridades de Beijing nunca han ejercido la soberanía sobre Taiwán u otras islas administradas por la República de China”.

Es de recordar que en 1951 48 naciones aliadas firmaron en nombre de las Naciones Unidas el Tratado de Paz de San Francisco, mediante el cual la República de China y Japón acordaron la paz. En el mismo documento Japón renunció a todo derecho, título y reclamación sobre Taiwán (Formosa) y Penghu (los Pescadores), así como sobre las islas Spratly y las Paracel

A pesar de los antecedentes ya reseñados, en 1971 la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Resolución 2758 por la que se reconoce a la República Popular China (RPC), recién admitida a la organización, como único representante legítimo de China. 

Para optar por esta decisión se consideró el hecho de que la mayoría de los chinos vivían en el continente, y de que la  ROC no estaba en condiciones de recuperar su dominio. La situación podría cambiar drásticamente si el PCCh desapareciera. 

Así se despojaba a la ROC de la representación que había ostentado durante 26 años, y perdía su lugar ante la ONU tras ser uno de los países fundadores. No obstante, 14 países mantienen relaciones diplomáticas con este país y varias organizaciones internacionales lo incluyen en sus tratados multilaterales, a pesar de la oposición del PCCh.

Unos 59 países (además de la Unión Europea, Hong Kong y Macao) han establecido relaciones diplomáticas no oficiales con Taiwán/RoC, entre ellos Estados Unidos, Francia, Alemania, Japón, Rusia y el Reino Unido.

Taiwán y su importancia para el mundo  

Es de tener en cuenta que en solo cinco o seis décadas Taiwán se convirtió en un país desarrollado, llegando a emular a los más avanzados en Asia como Corea del Sur, ganando el reconocimiento internacional por los importantes aportes a la industrialización de otras naciones.

No es en vano que la Fundación Heritage haya clasificado a Taiwán como la sexta economía más libre del mundo este año. Esta clasificación es corroborada por el Índice de Libertad de Freedom House 2021, y el Índice Mundial de Libertad de Prensa de Reporteros sin Fronteras.

En la actualidad, Taiwán fabrica la mayoría de los chips semiconductores más avanzados del mundo, necesarios para construir aparatos inteligentes y maquinaria, desde teléfonos móviles hasta coches y aviones de combate.

De hecho, Taiwán y Estados Unidos comparten un interés mutuo en la fabricación de chips. Mientras que EE. UU. se especializa en el diseño de los chips, Taiwán tiene una de las fábricas más grandes de microprocesadores, TSMC, donde también se realiza el testeo de estos.

Además de que Taiwán es un gran aliado comercial de EE. UU., el mercado estadounidense depende en gran medida de la producción de chips que obtiene de la isla, lo que incide significativamente en los esfuerzos para que no se detenga la producción de estos suministros escasos, y en que haya que defenderla con firmeza.

La importancia de Taiwán en este campo es tal que el PCCh infiltra su industria y roba sus secretos industriales, por lo que fue necesario endurecer la legislación respectiva para limitar este delito. 

“La infiltración en las industrias de Taiwán desde la cadena de suministro roja es cada vez más grave en los últimos años”, expresó el primer ministro de Taiwán, Su Tseng-chang, al aludir a los proveedores tecnológicos chinos.

Y agregó: “Han cazado furtivamente a los talentos de alta tecnología de nuestra nación y han robado las tecnologías básicas y clave del país”.

Como otra evidencia del desarrollo industrial y tecnológico del país, Taiwán lanzó en 2017 el Formosat-5, el primer satélite de observación de la Tierra de ultra alta resolución, de fabricación nacional.

No menos importante que su desarrollo industrial es la preservación de los valores culturales y de las libertades individuales que se garantizan en Taiwán, como la democracia y la libertad religiosa. 

La democracia global se encuentra en su posición más baja desde 2006. Según el informe de Democracy Index para 2021 menos de la mitad del mundo es democrático.

Asimismo, aunque el aspecto religioso de una nación suele pasar desapercibido, es significativo que de acuerdo con las estadísticas del 2005 el 82% de los taiwaneses hayan declarado su afiliación a alguno de los credos que se practican en el país.

Entre ellos se encuentran: “35,3% budistas, 33,2% taoístas, 3,9% cristianos, aproximadamente el 10% con religión popular (incluye la confuciana) y el 18,2% que no practican ninguna o no lo especifican (est. 2005)”.

De esta manera, Taiwán se ha granjeado una especial protección por parte de muchos países del mundo, gracias a una estrategia clara, limpia y esforzada que le permite augurar una larga existencia en el concierto de las naciones, y aún, si las circunstancias fueran propicias recuperar su lugar ante la ONU convirtiéndose en el único sistema democrático que guíe los destinos de la milenaria nación china. 

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