Por Andrés Vacca –Redacción BLes
En Oriente las distintas sociedades durante los últimos 5 mil años de historia mantuvieron una fuerte creencia en la naturaleza Divina del Universo y la convicción de que Dios creó al hombre y que regresará a la tierra para llevarlo de regreso al cielo antes del fin del mundo.
Particularmente en China, la espiritualidad y la Fe estuvieron siempre arraigadas en los corazones de las personas gracias a su cultura tradicional transmitida de generación en generación durante milenios. El Partido Comunista Chino (PCCh), obsesionado por imponer el ateísmo, sólo lo ha logrado por medio de la fuerza, rompiendo con las ideas y creencias de los ciudadanos utilizando las amenazas, el terror y el adoctrinamiento como medio para lograr sus objetivos.
El Manifiesto Comunista, uno de los libros fundamentales del PCCh, promueve la destrucción de la familia, la iglesia y el Estado-nación. Eliminar y subvertir a las religiones es uno de los objetivos principales del comunismo según indica en su ideología más fundamental.
La China comunista ha utilizado, y continúa haciéndolo, la violencia del gigante aparato estatal para denigrar a las religiones y oprimir a las creencias rectas de manera de forzar a las personas a separarse de lo Divino.
China históricamente fue cuna de diversas religiones, de hecho no son tantos los territorios en el mundo que incluyen un desarrollo tan diverso de creencias. El budismo, el islam, el catolicismo y el protestantismo están difundidos en China. Además, están el taoísmo, propio de China, el chamanismo, la iglesia ortodoxa oriental y la religión dongba.
La Fe en China no se caracteriza por tener una religión predominante como suele ser el caso de otros países, el pueblo chino tiene una firme creencia en diversos dioses y budas, y las creencias religiosas son los cimientos de la cultura tradicional china. El Confucionismo, el Budismo, el Taoísmo e incluso las religiones occidentales han coexistido pacíficamente en China durante miles de años.
Entre las víctimas de la masacre espiritual que continúa realizando el PCCh en su territorio, se encuentran los uigures, una minoría étnica en su mayoría musulmanes, ubicados en la región de Xinjiang al noroeste de China.
Los grupos de derechos humanos aseguran que el régimen chino mantiene prisioneros en este momento a más de un millón de uigures en contra de su voluntad en una gran red de lo que el estado llama “campos de reeducación”, donde según las denuncias son torturados, esclavizados y asesinados.
¿Quiénes son los Uigures?
Los Uigures son un grupo étnico de 12 millones de personas, en su mayoría musulmanes, ubicados en Xinjiang, una de las cinco “provincias autónomas” de China. A pesar de que al igual que sucede con el Tíbet, la supuesta autonomía ha sido completamente erradicada por el PCCh.
Los uigures hablan su propio idioma, que es similar al turco, y se consideran cultural y étnicamente cercanos a las naciones de Asia Central. Luego de que el PCCh impulsara la migración de millones de chinos en la región, logró que los uigures sean una minoría en su propia tierra donde no llegan a ser la mitad de la población, tal como reportó en un informe la BBC.
También hay una considerable presencia uigur en los países de Asia Central limítrofes con dicha región, sobre todo en Kazajistán y Kirguizistán, además de en Uzbekistán. Tras la feroz persecución del PCCh, los uigures también han desarrollado importantes colonias de exiliados en Estados Unidos, Alemania y Turquía.
Con una historia documentada de al menos 2500 años, una sucesión de reyes e imperios han disputado el control de todo o parte de esta región. Desde el siglo XVIII Xinjiang quedó anexado al territorio hoy conocido como República Popular de China.
Xinjiang recibió la categoría de región autónoma el 1 de octubre de 1955. En las últimas décadas, según afirma el régimen chino, el movimiento independiente del Este de Turkestán, el conflicto separatista y la influencia del Islam radical han provocado algunos disturbios en la región, con ocasionales enfrentamientos entre fuerzas separatistas y gubernamentales.
Esto fue utilizado como argumento por parte del PCCh para intervenir el territorio y llevar a cabo una feroz represión que comenzó durante los años 90 y se incrementó con fuerza durante los últimos 15 años, hasta llegar a ser catalogada por varios países como genocidio.
Campos de reeducación, tortura y muerte
Numerosos grupos de derechos humanos y gran cantidad de gobiernos nacionales están presentando denuncias contra el régimen comunista chino respecto a los graves indicios que indican que en la zona de Xinjiang, se encuentran detenidos más de un millón de uigures solo por practicar su Fe, donde además de ser golpeados y torturados son obligados a trabajar de manera forzada en “centros de reeducación” y miles de mujeres son sometidas a una esterilización forzada.
Las denuncias se basan en muchos testimonios de uigures que han sido liberados o se han escapado al exterior donde se animaron a relatar su calvario.
Xinjiang ahora está cubierto por una red generalizada de vigilancia, que incluye una gran presencia policial, puestos de control y cámaras que escanean todo, desde matrículas hasta rostros individuales.
Según Human Rights Watch, el sistema de inteligencia del ejército chino también está usando una aplicación móvil para monitorear el comportamiento de las personas, la información reportada va desde la cantidad de electricidad que están usando hasta la frecuencia con que usan la puerta de su casa.
Las cámaras de reconocimiento facial, los escáneres corporales, las aplicaciones obligatorias, el seguimiento por GPS y los drones de vigilancia cubren cada centímetro de la región, y las empresas tecnológicas chinas como Huawei utilizan estos contratos gubernamentales para desarrollar sistemas aún más invasivos.
Durante los últimos años el PCCh ha implementado una serie de acciones para afianzar los sentimientos nacionalistas en China, y según los activistas y denunciantes la erradicación de la cultura uigur es parte de estas polémicas medidas.
Los llamados “campos de reeducación” se han multiplicado exponencialmente durante los últimos años en la región, desde que asumió el nuevo secretario del PCCh de Xinjiang, Chen Quanguo, quien es reconocido por sus brutales políticas de seguridad y vigilancia cuando cumplía funciones en el Tíbet.
Existen infinidad de testimonios que relatan las penurias padecidas en estos campos de reeducación. Rozenn Morgat, es una ingeniera uigur, quien se exilió en Francia junto a su familia en el año 2006. Diez años después decidió ir por unas semanas a Xinjiang para visitar a su familia y realizar unos trámites administrativos, pero nunca imaginó que en cuestión de días su vida se transformaría en un verdadero infierno.
A los pocos días de arribar a China, fue detenida y trasladada a una comisaría en la localidad de Kunlun, allí la interrogaron con violencia y le mostraron una fotografía de su hija frente a la Torre de Eiffel participando en una manifestación contra la represión del PCCh sobre el pueblo uigur. Eso fue suficiente para catalogarla a ella y a su familia como “terroristas”. Allí comenzó su pesadilla.
Luego de un tiempo en una comisaría donde fue golpeada, torturada y mal alimentada la trasladaron a uno de estos centros de reeducación, donde pudo vivir en carne propia las atrocidades que allí se llevan a cabo.
En un recinto repleto de mujeres los guardias las obligaban a participar de entrenamientos de tipo militar que llegaban a durar hasta 11 horas al día, aquellas que se desmayaban o se negaban a realizarlo eran habitualmente asesinadas.
Las condiciones de higiene eran pésimas, solo tenían un balde para hacer sus necesidades y ni siquiera se les ofrecía papel o una toalla para sanitizarse.
Los entrenamientos físicos eran alternados con jornadas de “educación sobre China”, un tedioso proceso de lavado de cerebro en el que se obligaba a las reclusas a adorar al PCCh, a sus líderes y “comportarse como un verdadero chino”.
Y así sucedieron los días, meses y años, sin saber bien dónde estaba ni poder comunicarse con su familia, repitiendo como loro las frases sin sentido que le obligaban a decir en favor del Partido y en contra de sus creencias espirituales. Además tenían evaluaciones constantes sobre el conocimiento impuesto en las clases de adoctrinamiento, las cuales tenían dolorosas penalidades si no eran aprobadas .
Luego de un tiempo allí cualquier persona se convierte en una especie de zombie, despojado completamente de su identidad, su cultura y creencias. El objetivo es claro y efectivo, introducir a los “disidentes” del Partido a un proceso de sinización, a través del cual se busca incorporar al “rebelde” dentro de la masa de personas que acepta el comunismo sin siquiera reflexionar sobre su perversidad o cuestionar a sus opresores, o bien, en el peor de los casos, eliminarla por completo.
Algunos pocos como Rozenn Morgat logran sobrevivir y luego escaparse para relatar el infierno que allí se vive y de a poco generar conciencia en el mundo. Morgat fue finalmente liberada el 2 de agosto de 2019 y se convirtió en una reconocida activista de derechos humanos escribiendo libros y artículos denunciando la persecución del PCCh contra el pueblo uigur.
Gracias al valiente trabajo realizado por sobrevivientes y periodistas investigadores el mundo se está enterando de los centros de los campos de concentración en China que funcionan fuera del sistema legal oprimiendo culturas tradicionales, religiones y creencias divinas.
Esterilización forzada de mujeres
Como era de esperar, el PCCh no reconoce su persecución al pueblo uigur y al hablar del asunto argumenta sus atropellos afirmando que se trata de un sector de la población radicalizado que implica un peligro para el resto de la sociedad, sin dar mayores explicaciones al respecto.
Sin embargo, cada vez son más contundentes las pruebas que confirman la existencia de una verdadera intención por parte del PCCh de eliminar no solo a algunos supuestos “terroristas”, sino erradicar por completo la cultura uigur, junto con sus creencias religiosas, costumbres y tradiciones. A tal punto se manifiesta esta intención que mediante un perverso proceso de esterilización forzada de las mujeres, el PCCh está buscando detener al máximo su reproducción.
En junio de 2020 el Gobierno de Turkestán del Este en el Exilio (ETGE) y el Movimiento de Despertar Nacional de Turkestán del Este (ETNAM) entregaron pruebas contundentes a la Corte Penal Internacional (CPI) para iniciar una investigación sobre genocidio y concretamente la esterilización forzada de mujeres uigures.
En el informe se denuncia que el PCCh está utilizando la esterilización forzada, el aborto forzado y la planificación coercitiva de embarazos contra uigures y otras minorías de la región de Xinjiang.
El antropólogo alemán Adrian Zenz, es quien encabeza las investigaciones y denuncias contra el régimen chino en favor de las minorías uigures. En su último informe detalló que hace décadas existen prácticas del régimen chino para erradicar lentamente a la población uigur y turca en la zona de Turkestán Oriental, sin embargo desde 2016 las prácticas de esterilización forzada se habrían incrementado considerablemente.
Paralelamente, más de 500 mil uigures y otros niños turcos fueron separados por la fuerza de sus familias para ser adoctrinados en orfanatos estatales y en internados para convertirse en “ciudadanos chinos leales”, denuncia el informe.
Los detalles de la denuncia realmente hacen suponer que la realidad supera a la ficción. Incluye torturas por electrocución, abusos sexuales, obligación a comer carne de cerdo y beber alcohol (actos de humillación extrema para los musulmanes), seguido de un gran listado de atrocidades.
Tursenay Ziawudun, una mujer sobreviviente de uno de los campos de reeducación que el régimen comunista chino posee en Xinjiang, ha logrado escapar y ahora desde Estados Unidos relata sus padecimientos buscando el apoyo e intervención de la comunidad internacional.
En una fuerte entrevista que otorgó a Fox News, Ziawudun relató lo que sufrió en manos del PCCh durante sus meses en prisión. Además de soportar el adoctrinamiento comunista y ser obligada a repudiar su religión, el Islam, padeció durante nueve meses de violaciones sexuales en grupo, golpes violentos y torturas con picana eléctrica.
“Cualquier mujer menor de 40 años fue violada”, dijo Ziawudun. “Todos en el campamento experimentaron esto. Y, por supuesto, yo también. También me golpearon y me patearon. Una vez me patearon tanto en mis partes íntimas hasta que me hicieron sangrar, y luego tuvieron que extirparme los ovarios”.
Genocidio
Varios países incluidos, Canadá, Holanda y Gran Bretaña, han seguido la iniciativa del expresidente de los Estados Unidos Donald Trump y acusaron al régimen comunista de China de cometer genocidio contra la pobalción Uigur, definido por la convención internacional como la “intención de destruir, total o parcialmente, un grupo nacional, étnico, racial o religioso”.
El 19 de enero de 2021 el exsecretario de estado Mike Pompeo mediante un comunicado oficial de la Casa Blanca denunció que, al menos desde marzo de 2017, la República Popular China, bajo la dirección y el control del PCCh, ha cometido genocidio contra los uigures predominantemente musulmanes.
Según el exfuncionario de Trump, crímenes como el encarcelamiento arbitrario de más de un millón de civiles uigures, la esterilización forzada, la tortura de un gran número de detenidos, el trabajo forzoso y la imposición de restricciones draconianas a la libertad de religión o creencia, libertad de expresión y libertad de movimiento, continúan vigentes bajo la China comunista y deben ser considerados como “crímenes de lesa humanidad y genocidio”.
El comunicado indica que Estados Unidos exhorta a la “República Popular China a liberar de inmediato a todas las personas detenidas arbitrariamente y abolir su sistema de internamiento, campos de detención, arresto domiciliario y trabajos forzados”, también insta a las autoridades chinas a que “pongan fin a las medidas coercitivas de control de la población, incluidas las esterilizaciones forzadas, el aborto forzado, el control de la natalidad forzado y la separación de los niños de sus familias”.
Paralelamente los parlamentarios europeos también reclamaron al régimen comunista chino por estos asuntos e instaron al PCCh a cerrar sus “campos de reeducación” para uigures en Xinjiang. Además solicitaron a las autoridades chinas que den acceso libre a periodistas independientes y observadores internacionales a la provincia de Xinjiang para examinar la situación denunciada.
Los eurodiputados también manifestaron su preocupación por los informes que indican sobre el acoso de las autoridades chinas a los uigures en el extranjero presionándolos para denunciar a otros uigures, regresar a Xinjiang o guardar silencio sobre la situación allí, incluso amenazando con detener a sus familiares.
Cómo acciones concretas para combatir esta situación, los eurodiputados propusieron adoptar sanciones específicas y congelar activos de funcionarios chinos responsables de la persecución.
Posterior al informe presentado por los eurodiputados, en marzo de 2021, la Unión Europea publicó por primera vez sanciones contra cuatro funcionarios chinos del PCCh responsables de la persecución en Xinjiang.
Trabajo forzado con complicidad de marcas extranjeras
La región de Xinjiang ha recibido grandes inversiones para ejecutar proyectos industriales y energéticos que Beijing presenta como avances, a pesar de que los residentes locales han manifestado verse perjudicados por estas obras que invadieron territorios históricamente utilizados para la agricultura.
Paralelamente surgieron numerosas investigaciones que aseguran que muchos de los polémicos centros de reeducación montados por el PCCh en la región, están siendo utilizados también como campos de trabajo forzado de producción para estas firmas, muchas de reconocimiento mundial.
Un informe publicado por el Instituto Australiano de Política Estratégica (ASPI), que citó documentos gubernamentales e informes de los medios locales, identificó una red de fábricas donde miles de uigures trabajan en condiciones de esclavitud, reportó Reuters en marzo de 2020.
“Bajo condiciones que sugieren fuertemente el trabajo forzoso, los uigures están trabajando en fábricas que están en las cadenas de suministro de al menos 83 marcas globales reconocidas en los sectores de tecnología, ropa y automotriz, incluidas Apple, BMW, Gap, Huawei, Nike, Samsung, Sony y Volkswagen”, dijo el grupo de expertos en la introducción de su informe.
Además, el informe destaca que la red de fábricas también se encuentran en otras provincias del país y que por lo menos 80 mil uigures han sido trasladados contra su voluntad a otras regiones como parte de un programa del estado.
Según la ASPI, este mecanismo de traslado de trabajadores se trata de “una nueva fase de la represión en curso del gobierno chino” contra los uigures.
Allí los trabajadores “llevan una vida dura y segregada”, tienen prohibido practicar la religión y están obligados a participar en clases de adoctrinamiento social.
Las 83 marcas globales mencionadas en el informe de ASPI trabajan directamente con la red de fábricas mencionadas o compran materiales a empresas que producen en estas, asegura la investigación citando listas públicas de proveedores e información propia de las fábricas.
Este informe sirvió para ejercer mayor presión a las grandes marcas para que mejoren la certificación de calidad en su cadena de suministro, incluyendo también el análisis de las condiciones laborales a las que se enfrentan los trabajadores que producen para sus proveedores.
Las conclusiones de la investigación reflejan con claridad que el despojo y maltrato hacia los uigures y otras minorías étnicas en Xinjiang también tiene un carácter muy fuerte de explotación económica, en la que el PCCh es el gran responsable aunque cuenta con la complicidad de importantes firmas multinacionales que hacen oídos sordos a los reclamos de derechos humanos sobre la persecución del pueblo uigur, quienes conforman la principal fuerza laboral en la región.
Sanciones y medidas de la comunidad internacional para combatir la persecución en Xinjiang
A medida que las pruebas sobre la brutal persecución que sufre el pueblo uigur en China toma reconocimiento mundial, cada vez aparecen más acciones por parte de gobiernos y empresas privadas para intentar combatir la situación.
El expresidente Trump fue uno de los primeros en implementar medidas que obligaban a los importadores y firmas internacionales a revisar sus cadenas de suministro para intentar evitar la comercialización de productos fabricados, total o parcialmente en centros clandestinos de explotación.
Entre las medidas más contundentes se encuentra el bloqueo de todos las importaciones de productos derivados de algodón y tomate producidos en Xinjiang, argumentando la sospecha de participación en trabajos forzados según las leyes estadounidenses de larga data para combatir la trata de personas, el trabajo infantil y otros abusos contra los derechos humanos, informó la autoridad de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) de EE.UU.
El 12 de enero de 2021, el Secretario de Asuntos Exteriores británico, Dominic Raab también anunció que el gobierno multará severamente a las empresas del Reino Unido cuya cadena producción esté ligada al trabajo forzado de los uigures.
“Las pruebas de la escala y la gravedad de las violaciones a los derechos humanos que se han perpetrado en Xinjiang contra los musulmanes uigur son ahora de gran alcance”, dijo el funcionario.
Recientemente, los 35 legisladores de países como Estados Unidos, Reino Unido, India y otros que integran la Alianza Interparlamentaria (IPAC) solicitaron a sus respectivos países sanciones contra las personas y empresas que financien el trabajo uigur, esclavizado por el régimen comunista chino.
Según la solicitud del IPAC, aquellas empresas cómplices de las violaciones de los derechos humanos en Xinjiang deberían figurar en una “lista negra” y tener prohibido realizar transacciones comerciales en los países miembros de la Alianza Interparlamentaria.
Palabras finales
El PCCh desde su nacimiento ha demostrado su determinación para acabar con todo tipo de creencias, ideologías, culturas y tradiciones que plantean la existencia de Dios.
Si bien los esfuerzos de ciertos políticos, funcionarios y organizaciones privadas de todo el mundo han servido para difundir las atrocidades del régimen contra el pueblo uigur, nada indica hasta el momento que el PCCh haya detenido su campaña de persecución y destrucción contra su gente, cultura y creencias.
Como se mencionó con anterioridad, lamentablemente gran parte de la comunidad internacional muchas veces se beneficia con este tipo de opresión o simplemente prefiere no enfrentar al PCCh para evitar conflictos que afecten sus intereses. Pareciera que si no se desarrolla una acción conjunta con verdadero poder colectivo para lograr un freno a los atropellos del régimen comunista, toda iniciativa particular será, al menos, insuficiente.