Por Vanesa Catanzaro – BLes.com

Un uigur cuenta el terrible calvario que vive desde que desertó de la misión de espiar para el régimen comunista chino, a otros miembros de su comunidad de exiliados en Europa que denuncian los abusos de los derechos humanos que sufren millones de personas en China por su etnia y su creencia. 

Cuatro años atrás, a principios de 2018, Memettursun Omer salió fuera de China con la misión secreta de infiltrarse y espiar a los grupos uigures, bajo la amenaza de consecuencias terribles para él y su familia si cortaban el contacto con las autoridades del Parido Comunista chino (PCCh).

Omer, quien pertenece a Xinjinag, la región noroccidental de China, ahora se encuentra bajo el acecho del PCCh en Kirkenes, una pequeña ciudad de Noruega.

Unos meses antes de su viaje a Europa, el régimen chino lo había encarcelado tras regresar a China de un viaje de negocios bajo el pretexto de interrogarlo por supuestas conexiones con el extranjero. 

Durante su estadía en la prisión china, fue brutalmente torturado, y sometido a constantes sesiones de lavado de cerebro y amenazas de represalias contra su familia para hacerlo doblegar. 

Cuando ya no aguantó más las torturas físicas y psicológicas, Omer cedió a declararse culpable, por lo que el régimen chino lo obligó a firmar una declaración en la que admitía que era un terrorista, y lo prepararon para espiar para el régimen, acorde a lo que reportó The Guardian. 

“Dondequiera que vayas, podemos usar esto para demostrar que eres un criminal y traerte de vuelta a China”, le dijeron los matones del PCCh. “Si alguna vez empiezas a olvidar lo que te dijimos, solo mira la luna. Donde sea que puedas ver la luna, podemos encontrarte”.

El uigur musulman escapó de su actividad de espía, primero viajando a Estambul, donde se casó y se reunió con su padre, y luego, tras las continuas amenazas del régimen chino, sintiendo que no era ya seguro quedarse allí, se fue a Turquía y más tarde terminó en el pequeño pueblo noruego a solo unas pocas millas de la frontera con Rusia, donde llegó en enero.

“Te vamos a matar”, fue el mensaje que sus perseguidores chinos le enviaron a su familia por WhatsApp, luego de llegar a Turquía. “No necesitas que te digamos cómo hacemos las cosas. Nos ocuparemos de este problema de acuerdo con nuestras propias reglas”, agregaron, según contó Omer. 

“La vigilancia tiene “una forma psicológica de aplastar tu mente”, dice Omer. “Sentí que todavía estaba en prisión. Estaba asustado y paranoico todos los días”.

Pero Omer no es el único que vive el terror de las amenazas del PCCh día a día. La comunidad uigur en Oslo asegura que “cerca del 100%” de los uigures en Noruega enfrentan vigilancia, amenazas y censura por parte del régimen chino, acorde a The Guardian.

Los grupos perseguidos por el régimen chino en China, ya sea por su etnia, o por sus creencias, como los practicantes de la disciplina espiritual Falun Dafa, (conocido también como Falun Gong), revelan que incluso en países democráticos enfrentan la amenaza del estado de vigilancia chino y las tácticas de intimidación.

A través de las embajadas chinas en los países libres, el régimen chino ha logrado influenciar a las autoridades estatales y policiales locales para que ejerzan presión, intimiden y censuren a dichas minorías, lo que muestras que muchos estados están aceptando en silencio las reglas autoritarias de un país comunista totalitario dentro de sus propias naciones democráticas.

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