Fuente: Derecha Diario
Tal vez la persona con más influencia en la economía rusa de todo el país, Elvira Nabiúllina dirige el Banco Central de Rusia desde 2013 y es la asesora personal en asuntos económicos de Vladimir Putin por lo menos desde el 2003.
A pesar de la rigidez de la economía de Rusia, más parecida muchas veces a la de un país tercermundista que a la de un país que es la segunda potencia militar más grande del mundo, quien ha estado tirando de los hilos desde la llegada de Putin al Kremlin ha sido una figura con una fuerte impronta liberal, como lo es Nabiúllina.
Poco se sabe de esta mujer antes de la caída de la Unión Soviética. Nació en la zona industrial de Ufá, donde vio de cerca cómo las políticas comunistas dañaron severamente el tejido de la sociedad. Viajó a la capital y se educó en Economía en la Universidad Estatal de Moscú, recibiéndose con honores en 1986.
Pero cuando cae el Muro de Berlín realmente empieza a construir su carrera política. Tras un breve paso por la Unión Industrial, alcanzó el rango de viceministra de Economía en 1997, en pleno gobierno de Boris Yeltsin.
Sin embargo, deja la actividad pública con la misma velocidad con la que llegó, y en 1998 se convierte en directora ejecutiva del Sberbank. Además, funda junto al economista Herman Gref el think tank Centro para el Desarrollo Estratégico de Russia (CSR), uno de los semilleros más importantes para las carteras de economía del gobierno de Putin.
Como directora de este think tank, Nabiúllina se convierte en el año 2000 en la asesora personal de Putin, y Herman Gref asume como Ministro de Economía de Rusia, por recomendación de ella. Ambos gestionan la transición de una economía soviética a una economía capitalista y globalizada.
Ella fue la responsable de que Rusia tenga un impuesto plano (flat tax) del 13% tras la llegada de Putin al poder. Esto no solo permitió reducir la evasión si no que fue el garante de un fuerte boom económico. A su vez, abrió el comercio al mundo y convenció a Putin de la importancia de mantener las industrias privadas y un Banco Central independiente.
En 2007, reemplaza a Gref como ministra de Economía y blanquea su posición cercana a Putin. Lamentablemente, en 2008 con la crisis financiera, Putin da marcha atrás con la apertura económica que venía defendiendo, y encarga a Nabiúllina llevar a cabo múltiples reformas con las que no estaba de acuerdo.
En 2012, Nabiúllina pega el portazo y abandona el Ministerio, y se mantiene un año entero fuera de la política, hasta que en 2013 regresa como Presidente del Banco Central, donde supuestamente Putin le promete independencia absoluta. Allí se ha mantenido en el cargo hasta la fecha.
La estrategia para revalorizar el rublo en plena guerra y asedio de sanciones
Tras la decisión de Putin de invadir Ucrania, la gestión de Nabiúllina en el Banco Central se ve afectada. El rublo se desplomó un 30% en un solo día y más de 45% entre el 24 de febrero (que empezó la guerra) hasta el 9 de marzo, cuando Putin empezó a aplicar las medidas que la directora del Banco Central le recomendó.
Nabiúllina es una experta en política monetaria, y rápidamente lo hizo notar. Primero, le recomendó a Putin atar el valor de los commodities que exporta Rusia al rublo, en vez de seguir pidiendo dólares.
Así, cualquier país que quiera adquirir gas o petróleo ruso debe ahora comprar rublos primero y luego usar esa moneda para comprar los hidrocarburos. Esto generó un shock de demanda que revalorizó parcialmente la moneda nacional rusa.
El siguiente paso fue darle un respaldo al rublo, y así lo hizo Putin. Por recomendación de Nabiúllina, ordenó que el Banco Central empiece a garantizar el cambio de 140.000 rublo por una onza de oro.
Este “patrón oro híbrido” implica que cualquier ruso puede ir con 140.000 rublos a cualquier banco en Rusia, y éstos deben entregarles por ley una onza de oro. Un sistema similar rigió en Estados Unidos entre 1946 y 1971, conocido como “Bretton Woods”. Según el decreto, tendrá vigencia hasta el 30 de junio.
La gestión de Nabiúllina al frente del Banco Central de Rusia
Bajo su dirección, el Banco Central ruso acumuló una de las mayores reservas de moneda extranjera y oro del mundo, lo que permitió implementar este sistema de tipo de cambio fijo con el oro.
Además, en su gestión de ya 9 años, tomó medidas contra bancos mal administrados o subcapitalizados (que Yeltsin dejó en manos de amigos cuando los privatizó) y llevó la inflación al nivel más bajo en la historia post-soviética de Rusia.
Los inversionistas extranjeros invirtieron miles de millones de dólares en Rusia desde la caída del Muro de Berlín, en gran parte porque confiaban en la mano dura de Nabiúllina.
Putin confía en ella, escucha siempre su opinión y defiende sus políticas monetaristas de contracción de oferta de dinero frente a otros funcionarios de gobierno que insisten con expandir el gasto público mediante emisión para financiar la guerra y reemplazar el agujero que dejó que hayan cortado a Rusia del acceso al crédito internacional.
Una gran parte de la razón por la que Putin decidió invadir Ucrania sabiendo que Occidente los asediaría a sanciones económicas es porque confiaba en que Nabiúllina sabría como salir aireosa, y hasta ahora, parece estar cumpliendo.