Fuente: Vision Times en español
La Pascua es una de las celebraciones más importantes del calendario cristiano. El significado de la Pascua gira en torno a la Resurrección de Jesucristo, tres días después de su crucifixión, muerte y sepultura. Celebrada el primer domingo después de la primera luna llena de abril (conocida como la “Luna Llena Pascual”), la festividad simboliza la esperanza para toda la humanidad.
Hoy en día, esta fecha espiritualmente significativa se asocia comúnmente con el simpático Conejo de Pascua y los huevos que esconde. Si bien estos símbolos han ayudado a que las enseñanzas de Jesús sean más accesibles para quienes están fuera de la fe, la esencia de esta festividad tiene un significado más profundo que, si se comprende, permite participar en la celebración con un espíritu aún más alegre.
Importancia de la Pascua en el calendario cristiano
La Pascua marca el final de la Pasión de Cristo. Está precedida por la solemne Semana Santa, que forma parte del período de 40 días de limpieza espiritual conocido como Cuaresma. Esta semana, considerada la semana más sagrada del año de la Iglesia, recuerda los acontecimientos que llevaron a la muerte de Jesús por crucifixión y, según la fe cristiana, a su resurrección.
Dado que la Pascua y las festividades relacionadas son fiestas móviles, no se celebran en la misma fecha todos los años. Sin embargo, como referencia práctica, la Pascua siempre se celebra un domingo entre el 22 de marzo y el 25 de abril.
El significado espiritual de la Pascua
La Pascua significa el triunfo de Jesús sobre la muerte. Los cristianos creen que la resurrección de Jesús confirmó que él era el Hijo de Dios que había venido a la Tierra para brindar salvación a la humanidad y redimirnos de nuestros pecados a través de su sacrificio compasivo.
Si no hubiera resucitado de entre los muertos, Jesús habría sido solo otro maestro o profeta, y sus apóstoles habrían continuado como el grupo abatido que el Evangelio de Juan describe como escondido por temor a los judíos. Por lo tanto, la resurrección de Jesús constituye el núcleo del evangelio cristiano.
La Pascua anuncia esperanza del mismo modo que la Resurrección de Jesús promete la vida eterna a todos los que creen en Él.
El origen del conejo de Pascua
La Pascua no siempre significó la Resurrección de Jesús. En tiempos anteriores a la expansión del cristianismo, este día se reservaba para venerar a la diosa de la primavera germánica occidental Eostre. En esta fecha, los paganos realizaban festivales en honor a la diosa para celebrar el comienzo de la primavera y la llegada de un tiempo de renacimiento y renovación. Se cree ampliamente que la fiesta debe su nombre a la diosa precristiana.
La leyenda del Conejo de Pascua también está relacionada con esta celebración pagana. Dadas las notables habilidades de reproducción de los conejos, estos animales se convirtieron en un símbolo de la diosa Eostra, el don de la fertilidad y la estación primaveral.
Pero, ¿cómo sobrevivió este símbolo pagano a la expansión del cristianismo? En el año 595 dC, cuando los monjes romanos fueron enviados para convertir a los británicos a la fe cristiana, lograron que aceptaran la celebración de la Resurrección de Jesucristo en Pascua. Aunque los británicos cumplieron, continuaron adorando a Eostra y defendiendo el simbolismo del conejo, lo que resultó en la fusión de las dos tradiciones que aún es evidente en la actualidad.
Si bien los huevos de Pascua también están vinculados a tradiciones paganas que representan el nacimiento de animales jóvenes, los huevos han tenido un significado cultural en varias civilizaciones.
La tradición de los huevos se remonta a 5.000 años, cuando los sumerios y los egipcios colocaban huevos de avestruz decorados en las tumbas como símbolo de muerte, renacimiento y realeza. Se cree que María Magdalena, siguiendo esta antigua práctica, llevó huevos a la tumba de Jesús donde los objetos redondos se tornaron de diferentes colores.
Una narración más ilustrativa indica que los huevos solo se pusieron rojos, en alusión a la sangre de Cristo. Como resultado, la Iglesia cristiana adoptó la costumbre de colorear los huevos de rojo para honrar a Jesús y la sangre derramada en su crucifixión.
A lo largo de los años, se atribuyó otro significado simbólico a los huevos, siendo la cáscara dura del huevo análoga a la tumba, y el pollito en el interior asimilado a Jesús. De esta manera, la ruptura de los huevos de Pascua ilustra la resurrección de Cristo. Además, el tradicional juego de hacer rodar huevos colina abajo representa el rodar de la lápida que revelaba el vacío de la cueva donde había sido depositado el cuerpo de Jesús.
Como celebración de la llegada de la primavera y el renacimiento de Jesús, se convirtió en costumbre decorar huevos y regalarlos a amigos y familiares. Además, se crearon actividades lúdicas como la caza de huevos, en la que se esconden huevos -de gallina, de chocolate o artificiales- para que los niños los encuentren.
El lirio de Pascua
Otro símbolo familiar de la Pascua es el lirio de Pascua , una flor blanca con forma de trompeta que tiene muchas capas de significado.
Esta extraordinaria flor emerge de un humilde bulbo enterrado en la tierra y puede verse como otra metáfora de la resurrección de Cristo. La forma de la flor también se asemeja a una trompeta, anunciando el resonante mensaje de esperanza.
Los lirios de Pascua son siempre de color blanco, simbolizando la pureza tanto de Cristo como de la Virgen María. En La Anunciación, Leonardo da Vinci representó al Arcángel Gabriel regalando a María un lirio al informarle que concebiría a través del poder del Espíritu Santo.
Reviviendo la verdadera esencia de la Semana Santa
Como muchas festividades, la Pascua se ha convertido en una ocasión para el entretenimiento y el comercialismo, y muchas empresas locales la utilizan como una oportunidad para promocionarse. Si bien es beneficioso involucrar al público en las celebraciones comunitarias, sería más significativo revivir la esencia espiritual de esta celebración para preservar su mensaje profundo.
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