Por José Hermosa – BLes.com

Si bien es cierto que el régimen comunista de China ejerce un dominio sin precedentes sobre más de 1.400 millones de ciudadanos, es importante ampliar el panorama general de este fenómeno, conociendo los antecedentes y la actualidad de quienes se oponen a esa imposición no democrática de poder.

Cada vez se manifiestan con más fuerza las voces y movimientos que denuncian los crímenes y las polémicas actuaciones del Partido Comunista de China (PCCh) con los que “cava su propia tumba”.

De hecho, el líder nacionalista fundador de la República de China (Taiwán) Chiang Kai-shek, fue uno de los primeros en oponerse a las aspiraciones del líder del PCCh, Mao Zedong. No obstante, tras 4 años de guerra civil, este último terminó imponiendo la violenta represión comunista en el continente. 

De esta pugna por el control del poder en China, el catedrático de geopolítica, Robert D. Kaplan, ponderó las bases confucionistas que animaban a Chiang, frente a la crueldad comunista de Mao.

“Pero puede que Mao no perdure como la figura más importante de China en el siglo XX. Es posible que ese título pase a manos del hombre al que Mao derrotó en una guerra civil en la década de 1940, y al que generaciones de periodistas e intelectuales occidentales han menospreciado con tanta frecuencia: Chiang Kai-shek”, señaló Kaplan.

Asimismo, postuló que en el futuro la victoria histórica se le atribuiría a Chiang sobre Mao, dando prioridad a los valores humanos sobre el ansia de poder que impulsaron a uno y a otro, argumentando

“La historia es una batalla de ideas. El confucianismo ha triunfado sobre el comunismo. La democracia y el autoritarismo ilustrado han triunfado sobre el totalitarismo. Y la humanidad de Chiang, aunque sea imperfecta, triunfará en las mentes chinas sobre la crueldad épica de Mao”.

En cierta medida, esos son justamente los valores humanitarios que tratan de rescatar las numerosas personas e individuos que promueven la desaparición del PCCh. 

Represión violenta de movimientos opositores

Desde su toma del poder, los continuos desaciertos del régimen chino han suscitado una larga serie de disidentes y opositores que denuncian estos hechos y reclaman su derecho a elegir democráticamente a sus representantes, como auténticos gobernantes, en vez de los impuestos por el PCCh. Pero la represión del PCCh trunca a capa y espada estas aspiraciones.

En este sentido, el trágico episodio de la masacre de Tiananmén marcó un hito histórico entre todas las atrocidades cometidas contra los opositores del régimen comunista. Observadores internacionales y testigos oculares calculan que el ataque del ejército del PCCh causó muchos miles muertos, a pesar de que el régimen chino lo sigue negando.

La fatídica fecha del 4 de junio de 1989, marcó el fin de las manifestaciones de cientos de miles de personas, muchos de ellos estudiantes, que durante siete semanas demandaron democracia y libertad. “La estimación mínima de civiles muertos es de 10.000”, relató Alan Donald, embajador británico en China en 1989.

Esa vez, el PCCh vio la situación tan amenazadora para su supervivencia que: “El 20 de mayo de 1989, el régimen declaró el estado de sitio y envió más de 200.000 soldados a Beijing. En la noche del 3 de junio comenzó un asalto militar que acabó con todos los que estaban vivos allí”, reseña una de las descripciones del sangriento suceso. 

Y agrega:  “En la madrugada del 4 de junio de 1989, las tropas del Ejército Popular de Liberación (EPL) entraron con tanques y dispararon rifles de asalto contra la multitud que protestaba allí desde el 15 de abril para exigir reformas democráticas”.

Por su parte, la internauta y PhD en negocios, Lucy Zhao, aporta en su cuenta de Twitter un breve video que sintetiza las imágenes de la masacre de la Plaza de Tiananmén. 

Más recientemente, la abolición de las libertades democráticas de Hong Kong pusieron de presente que el PCCh sigue siendo implacable con los disidentes que insisten en recuperar sus derechos básicos. 

En este caso, el régimen chino no tuvo reparos en violar el tratado internacional en el que se obligaba con el gobierno británico y con la comunidad internacional a respetar el relativo autodomino del que gozaban los hongkoneses desde 1997, tras dejar de ser una colonia del Reino Unido.

Después de 156 años bajo dominio británico, Hong Kong pasó a formar parte de la órbita comunista china. Según el acuerdo, Beijing manejaría la defensa y los asuntos exteriores, pero el “pueblo de Hong Kong” manejaría sus asuntos internos con “un alto grado de autonomía” durante al menos cincuenta años más.

El acuerdo estipulaba que Hong Kong mantendría su sistema económico capitalista y su propia moneda, el dólar hongkonés. Lo mismo sucedería con su sistema legal, su sistema legislativo, los derechos humanos y las libertades que gozaban sus ciudadanos hasta el momento.

Pero desde junio de 2020, el régimen comunista logró oficializar su intervención en la ciudad al  imponer la polémica Ley de Seguridad Nacional. Desde entonces, desató una implacable persecución contra todos aquellos ciudadanos que se habían manifestado públicamente exigiendo el cumplimiento de los derechos obtenidos mediante el tratado internacional mencionado. 

Como parte de la campaña de represión, el  PCCh no se ha detenido en sus acciones para controlar y suprimir a la prensa independiente, la disidencia política y todos los aspectos que promueven la libertad y el rechazo a las políticas comunistas.

Los primeros disidentes sacrificados

Por otra parte, las recomendaciones del líder del PCCh, Deng Xiaoping, ante la Sesión Especial de la Asamblea General de la ONU del 10 de abril de 1974, resultan muy específicas en cuanto a derrocar al régimen chino, si llegase a convertirse en la superpotencia con las características que ya exhibe:

“Si un día China cambiara de color y se convirtiera en una superpotencia, si hiciera de tirano en el mundo, sometiera a los demás a su acoso, agresión y explotación, los pueblos del mundo deberían identificarlo como social-imperialismo, denunciarlo, oponerse a él y trabajar junto con el pueblo chino para derribarlo”, citó la autora Dra. Monika Chansoria.

Es de recordar, sin embargo, que Deng Xiaoping- sucesor de Mao- estuvo detrás de la matanza efectuada por las fuerzas armadas del PCCh a los miles de estudiantes y ciudadanos que buscaban mayores libertades del régimen, en la Plaza de Tiananmén. 

De todas maneras, su declaración señala que los jefes comunistas conocen bien cuáles son las causas que podrían desencadenar su “derribamiento”.

Para los líderes comunistas, el mantener el poder aún a costa del derramamiento de sangre de los ciudadanos ha sido una premisa ineludible, dado que han seguido esta dura política de estado desde la imposición misma del PCCh. 

Así se desprende de las palabras de Mao en la reunión del Comité Central del Séptimo Congreso del Partido Comunista Chino en marzo de 1949, tal como se detalla en El Libro Negro del Comunismo, escrito por profesores universitarios e investigadores europeos y publicado en 1997. 

“Después de que nuestros enemigos armados hayan sido aplastados, seguirán existiendo nuestros enemigos desarmados, que tratarán de luchar contra nosotros hasta la muerte. Nunca debemos subestimar su fuerza. Si no pensamos en el problema precisamente en esos términos, cometeremos el más grave de los errores”.

Para Mao, los terratenientes, los intelectuales, y los nacionalistas se convirtieron automáticamente en “contrarrevolucionarios”, como parte de los “enemigos desarmados”, y, por tanto, objetivos de guerra. Más aún, llegó a calcular al 10% de los miembros del PCCh como “derechistas”, sujetos de represión y eliminación.  

Así, por las víctimas inocentes, contrarrevolucionarios, miembros de minorías étnicas, practicantes religiosos y otros ciudadanos que perdieron la vida, el régimen chino es catalogado como el más homicida entre los sistemas comunistas, con alrededor de 65 millones de muertes, de acuerdo con El Libro Negro del Comunismo.

Detractores desde el exterior

Por otro lado, muchas de las víctimas de los designios emitidos desde Beijing lograron radicarse en el exterior, en donde encontraron el apoyo de otros compatriotas y simpatizantes para conformar organizaciones en defensa de sus derechos y los de sus compatriotas radicados en China. 

Una de las organizaciones más destacadas en la deposición del PCCh, es el Centro de Servicios Globales para Abandonar el Partido Comunista Chino (también conocido como Centro Tuidang), Inc., registrado en los Estados Unidos. 

Su misión es la de “coordinar el movimiento global para ayudar a los chinos a abandonar el PCCh, y ayudar a educar a la gente de todo el mundo sobre la naturaleza maligna del comunismo”.

Desde su fundación en 2004, ha logrado que más 394 millones de personas residentes de todo el mundo abandonen sus afiliaciones al régimen comunista chino, y a sus dos organizaciones asociadas, la Liga de la Juventud Comunista de China y los Jóvenes Pioneros, en un desafío concreto al régimen.

Asimismo, explica las implicaciones de retirarse del compromiso adquirido con el PCCh, con frecuencia bajo presiones de diferente índole:  

“Abandonar el PCCh se refiere a separarse del PCCh retirando los juramentos que uno ha hecho al PCCh a lo largo de su vida. En China, bajo el PCCh, desde la infancia hasta la escuela secundaria, el instituto y la universidad, un chino puede haber ingresado en una o varias de estas organizaciones. Cuando lo hacen, prestan un juramento no a China, sino al Partido Comunista Chino”.

Y describió los motivos que impulsan a quienes abandonan al régimen chino: “Muchos chinos solían creer en la propaganda del PCCh que se pregonaba como “grande, gloriosa, justa”. Estaban orgullosos de ser miembros del partido”. 

Para agregar: “Solo después de ver, oír y experimentar personalmente la brutalidad del PCCh se dieron cuenta de que habían sido engañados todo el tiempo y decidieron abandonar el partido y dejar de estar vinculados a él, eligiendo así cambiar su destino y liberarse de su espectro”. 

Al mismo tiempo, algunos de los activistas más destacados, como el Premio Nobel de la Paz, escritor y disidente chino, Liu Xiaobo, que murió en 2017 en una prisión del PCCh, aprovechan su celebridad para denunciar los crímenes del régimen.

Xiaobo se atrevió a decir con respecto a la masacre de Tiananmén: “Los fantasmas del 4 de junio aún no han sido enterrados”.

agregó:”El odio puede pudrir la inteligencia y la conciencia de una persona. La mentalidad enemiga puede envenenar el espíritu de la nación, puede incitar a luchas crueles y mortales, destruir la tolerancia y la humanidad de una sociedad, y complicar el progreso de una nación hacia la libertad y la democracia”.

Y agregó: “Este premio está dedicado a las almas perdidas el 4 de junio de 1989, a las víctimas de Tiananmén que dieron sus vidas por la paz, la libertad y la democracia” Las palabras de Xiabo al recibir el Premio Nobel en la cárcel.

En este contexto, las asociaciones que reúnen a  los tibetanos residentes en el exterior, también permanecen activas, difundiendo sus protestas contra el PCCh.

Es de recordar que el Tíbet fue invadido por el PCCH an 1950: “En la Revolución Cultural China, el Tíbet sufrió irreversibles daños en su patrimonio cultural y religioso, destruyendo templos y monasterios budistas, al mismo tiempo que se asesinaron a sus monjes y seguidores”.

De hecho, las violaciones a los derechos humanos del pueblo tibetano continúan hoy día, además de que: “El Dalai Lama y sus seguidores aseguran que cerca de 1,2 millones de personas han muerto en la región durante el dominio chino, principalmente durante la violenta Revolución Cultural entre 1960 y 1970”.

En protesta por ello, desde la década de 1990 un pequeño movimiento comenzó a desarrollarse hasta lograr crecer con fuerza en Occidente bajo el lema de “free Tibet” (Tíbet libre). 

Con el paso de los años y el desarrollo de los medios de comunicación, el movimiento logró expandirse por todo el mundo, sobre todo desde que estrellas del espectáculo, como Richard Gere y tantas otras celebridades y deportistas famosos, como recientemente el reconocido basquetbolista de la NBA Enes Kanter, se comprometieron con la causa.

Asimismo, es de considerar que el grupo étnico Uigur, que es una de las etnias asiáticas de religión musulmana oriunda de la región de Xinjiang, China, también está siendo erradicada por el Partido Comunista Chino (PCCh).

En este sentido, el representante de la Asociación Uigur de Reino Unido y ex médico cirujano, Enver Toht, denunció que el régimen chino ha catalogado al pueblo étnico uigur como una amenaza terrorista para justificar su severa represión y la vigilancia de Xinjiang, una región al noroeste de China donde residen muchos uigures.

El régimen prohibió que los estudiantes hablen uigur en las escuelas, persiguió su religión –la mayoría de ellos son musulmanes–, quemó sus libros religiosos y más recientemente los puso en campos de detención.

La represión es de tal magnitud que varios países han catalogado los crímenes cometidos por el PCCh contra los uigures como un genocidio. El clamor de libertad de los uigures se suma al de los tantos otros chinos, que no cesa de crecer. 

Además, el PCCh se dedica a perseguir a los miembros de los movimientos espirituales milenarios como el de Falun Dafa, a los cristianos, budistas y otros que persisten en cultivar los valores espirituales que han conservado durante incontables generaciones. 

Es de recordar que el régimen comunista es ateo y presiona a todos los ciudadanos a abandonar los principios superiores que fundamentaron durante milenios a la gran civilización clásica china. 

Entre otros movimientos que luchan por la libertad de quienes sufren bajo el dominio de los regímenes totalitarios, como el del PCCh, se encuentra Victims of Communism Memorial Foundation, una organización anticomunista con sede en Washington D.C. que se describe a sí misma como “dedicada a perseguir la libertad de quienes aún viven bajo regímenes totalitarios”.

Oposición interna emergente

En gran medida, los movimientos contrarrevolucionarios han sido sofocados por el PCCh drásticamente, no obstante, la presión social no para de aumentar. Dado que no se buscan soluciones de fondo ni un acercamiento al diálogo, ni se toman medidas para atender las necesidades de la población, es de esperar que se acerque un punto sin retorno.

La protesta silenciosa de los miles de jóvenes que optan por vivir “acostados”, marginándose de la programación social que les presenta el sistema comunista, ya se constituye en una seria amenaza contra el PCCh.

Incluso, el manejo draconiano de la población con las medidas sanitarias extremas ante las epidemias, están haciendo que la tradicionalmente paciente población oriental empiece a rebelarse bordeando la violencia.

Así se desprende de las reacciones de los habitantes de Shanghai en donde han sido confinados en sus casas por tiempo indefinido 25 millones de residentes. Asimismo, los de Jilin, una provincia del noreste que lleva bloqueada desde mediados de marzo.

“Ambas zonas están luchando con las ramificaciones económicas y personales de los cierres, con la escasez de alimentos, la falta de atención médica y las plantas de fabricación cerradas que traen la miseria a los residentes”, informó Bloomberg el 5 de abril.

Y agregó: “En las redes sociales se difundieron rumores de que algunos habitantes de Shanghái que no reunían los requisitos necesarios pudieron obtener permisos de circulación para anular las restricciones del cierre, y luego se dirigieron a comprar alimentos en tiendas como las de Metro AG”, lo que en sí mismo es una violación a las normas contra la epidemia.

Simultáneamente, “Hay crecientes signos de frustración entre los residentes de la ciudad que alberga los principales bancos, aseguradoras y la mayor bolsa de valores de la segunda economía del mundo”.

Además, “el gigante tecnológico Tencent Holdings Ltd. ha borrado de una plataforma de redes sociales los vídeos de una protesta poco habitual en un complejo de viviendas cerrado”, siguió informando Bloomberg.

Por su parte, el periodista y corresponsal en el norte de Asia del Australian Financial Review, con sede en Tokio, informó sobre el caso de Shanghai, en uno de sus tuits:

“La situación en Shanghai da miedo. Informes de millones que luchan por alimentarse, ancianos que no pueden acceder a medicamentos, videos de pequeños disturbios que circulan en las redes sociales. Muchos hogares dependen de entregas inadecuadas de alimentos por parte del gobierno”.

Más aún, el periodista y locutor, Patrick Madrid, aportó en video en que se escuchan los gritos desgarradores de los residentes de edificios muy altos, a quienes se ha prohibido salir de sus apartamentos, bajo ninguna circunstancia.

“¿Qué? Este video fue tomado ayer en Shanghai, China, por el padre de un amigo cercano. Ella verificó su autenticidad: gente gritando desde sus ventanas después de una semana de encierro total, sin salir de su apartamento por ningún motivo”, tuiteó Madrid.  

“Un vídeo publicado en Internet -ya borrado por los censores de China- mostraba a personas en un complejo de viviendas de Shangai coreando: “¡Queremos trabajar, queremos comer, queremos el derecho a saber, queremos que las autoridades locales resuelvan la situación, queremos libertad!”, reportó The Telegraph. 

Frente a la inconformidad de los residentes, el nerviosismo del PCCh parece evidenciarse en una carta en la que “implora” a los miembros del régimen a ayudar a contener la situación instándolos a: “tomar la iniciativa de hablar contra todo tipo de ruidos, especialmente los rumores, para aclarar lo correcto y lo incorrecto, y para unir una fuerza fuerte para superar las dificultades juntos”.

Las reacciones de los usuarios de la red social china Weibo permitieron ver notas como la que escribió el internauta Ancient Things según la cual: “la carta era un buen estereotipo, pero las políticas son un completo desastre. ‘Estáis luchando contra la pandemia sin ningún buen líder pero con toda la energía positiva’”, destacó Bloomberg.

En este mismo sentido, el usuario de Weibo Ah Dai Is Speechless, exclamó: “No vemos más que caos, desorden y discriminación. ¿Dónde está la bandera del partido? ¿Dónde está la fortaleza y la vanguardia?”.

En otro contexto, un abogado de China continental escribió: “Toda la propaganda del PCCh es un engaño. El PCCh se ha jactado constantemente de la importancia y protección de los intelectuales y ha prometido repetidamente democracia y libertad, pero la realidad está hecha de sangre y terror”.

Y agregó: “Es responsabilidad de todos revisar y reflexionar, explorar la verdad en el dolor, negarse a olvidar y romper con la mentira”. 

Asimismo, el libro Nueve comentarios sobre el Partido Comunista, sintetiza las aspiraciones que tienen en común todos estos grupos en defensa de la democracia y las libertades básicas, a las que tienen derecho sus 1.400 millones de compatriotas. 

“Más de una década después de la caída de la antigua Unión Soviética y de los regímenes comunistas de Europa del Este, el movimiento comunista internacional ha sido despreciado en todo el mundo. La desaparición del Partido Comunista Chino (PCCh) es solo cuestión de tiempo”.

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