Por Nitu Pérez Osuna – La Gaceta de la Iberosfera
El pasado jueves un grupo de 18 senadores demócratas del Congreso de Estados Unidos exhortó a la Administración del presidente Joe Biden a eliminar las medidas coercitivas impuestas a Venezuela.
La solicitud fue difundida públicamente a través de la red social Twitter e inicia así: «Presidente Joe Biden, le felicitamos por sus recientes esfuerzos hacia un compromiso constructivo con el Gobierno de Venezuela. Gracias a sus acciones, dos ciudadanos estadounidenses, Gustavo Cárdenas y Jorge Fernández, han sido liberados de su encarcelamiento y devueltos con honores, y el presidente Nicolás Maduro parece comprometido a reiniciar las negociaciones con las fuerzas de la oposición».
Luego profundizan en el zarpazo al afirmar que «los intentos de fomentar un levantamiento militar, las amenazas de intervención armada, la terminación de todas las relaciones con Maduro y sus aliados, y la imposición de sanciones de gran alcance solo sirvieron para profundizar la crisis política de Venezuela, fortalecer la mano del Gobierno de Maduro y socavar la credibilidad de Estados Unidos, mientras que dejaron a los venezolanos cotidianos para soportar los terribles costos humanos».
El senador Marco Rubio respondió a las peticiones de los progres estadounidenses afirmando que ellos son la primera línea de Biden: «La Administración Biden ya ha decidido levantar muchas sanciones al narco-régimen de Maduro. Esta carta de los congresistas de EEUU que son abiertamente marxistas solo busca tapar lo que Biden ya planea anunciar muy pronto».
Levantar sanciones y negociar con Maduro es una medida abiertamente esquizofrénica, porque ignora que las propias autoridades norteamericanas han ofrecido una recompensa de 15 millones de dólares por el dictador venezolano debido a sus vínculos con el Cartel de los Soles. Se trata de la recompensa más grande ofrecida en la historia de Estados Unidos.
También ignora que Maduro es el primer mandatario iberoamericano en ser investigado formalmente por la Corte Penal Internacional (CPI) por perpetrar delitos de lesa humanidad, solicitud que fue hecha por un grupo de expertos de la OEA y respaldada por seis gobiernos firmantes del Estatuto de Roma que rige la CPI.
La esquizofrenia estadounidense respecto a Maduro se debe, en parte, al lobby realizado por los sectores socialistas dentro de las instituciones norteamericanas, especialmente la Internacional Progresista, a la cual pertenecen algunos de los senadores firmantes de la carta arriba mencionada. Y también al deterioro de los valores en la nación del norte, que cada vez más refleja en sus decisiones la influencia de la guerra cultural marxista. Un Gobierno que promueve el aborto, la eutanasia y la ideología de género ha perdido la capacidad para diferenciar entre el bien y el mal.
Maduro aprovecha estos resquicios para negociar –engañándolos– con los voceros estadounidenses y de esta forma ganar tiempo, mientras sus aliados en Iberoamérica continúan ganando elecciones.
Sin duda, hace falta un nuevo liderazgo opositor en Venezuela que comprenda la gravedad de la situación y que promueva una salida a la crisis, sin ambigüedades y sin esquizofrenias. Y esa salida no será a través de diálogos, negociaciones o farsas electorales.