Por Agustina Sucri – La Prensa
El doctor Peter McCullough es médico internista, cardiólogo y epidemiólogo en Dallas, Texas. Actual asesor médico de la Truth for Health Foundation, ha testificado en el senado de Estados Unidos acerca de sus investigaciones y experiencia sobre cómo salvar vidas ante la infección por Sars-CoV-2. Hasta la llegada del covid-19, era vicedirector de Medicina Interna en el Centro Médico de la Universidad de Baylor y profesor en el Colegio de Medicina de la Universidad de Texas A&M. Nunca imaginó que su afán por tratar tempranamente a los pacientes infectados con esta enfermedad para evitar las hospitalizaciones y las muertes, implicaría para él una verdadera lucha contra el “complejo bio-farmacéutico”, las distintas formas de censura y hasta la pérdida de sus trabajos.
En el libro “The Courage to face Covid” (El coraje de enfrentar el covid), ahora McCullough reconstruye junto al escritor y autor de Best-Sellers John Leake esa osada travesía que emprendió en marzo de 2020 y que no ha abandonado pese a todo. En una entrevista con La Prensa los autores exponen cómo los hechos siguieron un guion preanunciado, de qué manera se impuso la narrativa dominante y qué nos puede deparar hacia adelante.
– ¿Qué los llevó a escribir el libro?
Dr. McCullough: – Me asocié con el autor de best-sellers de True Crime (crímenes reales) John Leake para contar la narrativa, la historia, de las luchas de nosotros -los médicos- al enfrentarnos con el covid-19, para tratar de salvar a los pacientes de ser hospitalizados o, incluso peor, de morir, y cómo luchamos contra el complejo bio-farmacéutico.
– ¿Qué es exactamente el complejo bio-farmacéutico?
John Leake: – Empieza con la industria farmacéutica y luego se observa cómo la industria farmacéutica ha formado una alianza con algunas de estas fundaciones internacionales -como la Fundación Gates, la Fundación Rockefeller, la Wellcome Trust, en Inglaterra-, y, a su vez, la estrecha alianza de estas fundaciones con las agencias de salud federales e instituciones tales como los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de Estados Unidos. Estas varias instituciones y fundaciones han formado alianzas con la industria para crear un abordaje internacional de la salud pública. Esto no es necesariamente algo malo, el problema es cuando empiezan a adoptar políticas para la salud pública internacional que en este caso descartan que médicos, como el Dr. McCullough, pongan en práctica su criterio clínico para tratar a sus pacientes. Cuando llegó el Sars-CoV-2 a Estados Unidos, el Dr. McCullough y sus colegas intentaron tratar la enfermedad y lo que descubrieron fue que se encontraban con esta resistencia de esta política que se transmitía de arriba hacia abajo, prohibiéndoles tratar a sus pacientes. Así que ese es el tema principal de nuestro libro.
– ¿Abordan en él los motivos detrás de esta supresión del tratamiento temprano?
Dr. McCullough: – Sólo soy un médico en ejercicio, internista y cardiólogo en Dallas, Texas. He estado muy cerca de los pacientes, tratándolos, pero me he preguntado qué hay detrás de esto. Y creo que ahí es donde John Leake ofrece una maravillosa perspectiva histórica.
John Leake: – Lo que empecé a observar desde el principio, cuando escuchamos los primeros reportes de Wuhan, y luego, más tarde, de Milán es que había esta representación del virus, que de algún modo estas agencias de salud pública ya conocían: es como este monstruo que se va a propagar por el mundo y no hay absolutamente nada que los médicos puedan hacer para tratarlo. El gen maestro fue muy claro: dijeron que se trataba de una amenaza universal para toda la población humana, independientemente de la edad o la salud o de si se trata de una persona mayor que vive en una residencia de ancianos o de un atleta de 18 años. Todo el mundo tiene que estar aterrorizado y todo el mundo tiene que quedarse en casa y no hay nada que se pueda hacer para tratar esto. Eso es muy sospechoso. ¿Por qué habría este mensaje unificado de que todos deben quedarse en casa? Esa es la primera pregunta. Y luego, la siguiente cosa que uno empezó a notar, fue esto de que todos necesitan quedarse en casa para luego seguir con la siguiente frase, la declaración fue: “Esperen un vacuna”. “La ciencia médica está trabajando furiosamente en una nueva vacuna”. Bill Gates mismo dio numerosas editoriales de opinión y publicó en su blog Gates Notes al respecto, diciendo que todos deben quedarse en casa y que estamos trabajando en una vacuna y en cuanto esté disponible, permitirá que toda la especie humana vuelva de nuevo a la normalidad. Pero hasta que esa vacuna esté lista y cada hombre, mujer y niño la hayan recibido, la vida no volverá a la normalidad.
Así que creo que este es un muy buen punto de partida de nuestra investigación y análisis: ¿Por qué está insistencia absoluta universal en esta única solución?
– Pero ustedes han visto que este poder del complejo bio-farmacéutico no es algo nuevo. Viene desde hace años. ¿Verdad?
John Leake: – Realmente es así. Creo que un momento saliente de todo esto es el año 2016, cuando se crea una nueva institución en Davos, Suiza, llamada “CEPI” (Coalition for Epidemic Preparedness Innovations), fundada por la Fundación Gates, el Wellcome Trust, el World Economic Forum, Noruega e India. El lector verá en nuestro libro que a medida que se despliega esta narrativa, CEPI tenía un plan de negocios ya en marcha en 2017, era un plan de negocios publicitado. Ese plan de negocios decía que la próxima pandemia se avecinaba y cuando llegue, éste es nuestro plan, éstos son nuestros socios, éstas son nuestras fuentes de capital y financiamiento para responder a la epidemia a nivel internacional.
Si uno lee ese plan de negocios de CEPI, no hay una sola palabra mencionada acerca del tratamiento. Toda la respuesta de arriba a abajo es el desarrollo de una vacuna. Es como si no hubiera otro elemento de la medicina. Solo la vacuna. Esa es la única política de respuesta.
– ¿Les preocupa el tratado pandémico que ya se ha empezado a debatir y las enmiendas propuestas por Estados Unidos al Reglamento Sanitario Internacional que le brindarán a la Organización Mundial de la Salud (OMS) un poder aún mayor al que tiene?
Dr. McCullough: – Creo que es muy preocupante. En el sitio de la OMS hay algunas líneas sobre esto que son preocupantes. Lo primero es que habría una obligación legal en la corte internacional. La segunda sería la que haría legalmente vinculante que el pago de los países participantes se haga a la OMS. En tercer lugar, no hay control de los conflictos de intereses: por ejemplo, de la Fundación Gates o de países poderosos. Número cuatro, está estipulado el control sobre la información médica, es decir que la OMS en cambio de tener diferentes discursos científicos independientes controlaría la información médica. En cuanto a los Estados Unidos, la preocupación es si estará presentado en un modo que no sea un tratado, que requiere una confirmación por parte del Congreso o del Senado. Si en cambio es algún otro tipo de acuerdo que puede ser ejecutado por el poder ejecutivo sin una votación, es extremadamente preocupante. Y sería alarmante si se impidieran las decisiones médicas o incluso la habilidad de que los colegios médicos independientes en los Estados Unidos tengan su propio abordaje y manejo de las cosas. El cuidado de la salud es diferente en cada país del mundo, todo cuidado sanitario es regional o local. No puede estar sujeto a la estandarización. Los recursos son muy diferentes a lo largo del mundo, en términos de tecnologías, hospitales, medicamentos y, tal como con el plan de negocios de CEPI, la preocupación aquí con la OMS también sería que estaría hiperfocalizada en la vacunación masiva continua.
– ¿Cuáles considera que son los principales culpables de los millones de muertes que podrían haberse evitado?
Dr. McCullough: – Dos tercios de las muertes en Estados Unidos, ya sea directamente debido al covid o con covid y otros problemas médicos, podrían haberse evitado con un abordaje de tratamiento temprano. Empezando con lavados viricidas nasales y orales, pasando a los anticuerpos monoclonales, los suplementos nutracéuticos, y luego los antivirales orales, los corticoesteroides y anticoagulantes… es decir, el llamado Protocolo McCullough de terapia multidroga secuenciada, realmente tiene ese grado de efectividad. Fue una curva de aprendizaje, es por eso que no es del 100%. En la actualidad, la próxima persona que se enferme con covid-19 que esté grave, debería tener un tamaño de efecto del 95%, incluso para el paciente más enfermo. Sabemos que cuando llega al hospital es demasiado tarde para salvar al paciente. La ventana de oro, tal como lo hemos publicado el Dr. Fazio y yo, son los primeros tres días de la enfermedad.
– ¿Su nuevo libro incluye el protocolo que diseñó?
Dr. McCullough: – Tenemos apéndices y links a los protocolos. La versión más reciente publicada del protocolo McCullough está en “Reviews in Cardiovascular Medicine”, de fines de diciembre 2020. Ahora, la tecnología ha cambiado así que lo hemos actualizado varias veces y el protocolo más actualizado está en el sitio web de la Truth for Health Foundation, en la sección de protocolos. Esa es probablemente una de las mejores fuentes de datos contemporáneos. También tiene la lista de médicos tratantes en Estados Unidos que usan el protocolo y el listado de servicios de telemedicina.
– Esta batalla que ha librado contra el covid y contra el complejo bio-farmacéutico, lo llevó a que lo echaran de sus trabajos ¿es verdad? ¿Cómo interpretó estas acciones?
Dr. McCulllough: – Sí, tenía la función de director médico y ejecutivo en el sistema de salud local, aquí en Dallas. Y no renovaron mi contrato. Ciertamente la institución tiene el derecho de hacer eso, pero no se siguió el debido proceso y luego hubo una demanda posterior entablada. Estoy en ejercicio en el mismo complejo, pero tengo un empleador diferente y reconozco que la demanda ha sido un lastre considerable en mi vida profesional durante el último año y sigue siéndolo.
– ¿Cómo es su relación con los colegas que no buscaron salvar vidas ni investigaron cómo hacerlo?
Dr. McCullough: – Según una encuesta privada llevada adelante por Texas A&M, son aproximadamente el 10% los médicos los que no consideran que las vacunas son seguras ni efectivas. Las vacunas son un tema mucho más divisivo que el tratamiento temprano. Pero siento que muchos de mis colegas tienen remordimiento, un cierto grado de vergüenza y culpa sobre cómo fueron abandonados los pacientes en los últimos dos años. Creo que el desafío es encontrar una manera de darles la bienvenida en el campo del tratamiento temprano y de la preocupación por la seguridad y eficacia de las vacunas.
– ¿Qué formas de censura han sufrido como médico y como escritor?
John Leake: – Mi primer intento de comunicar de manera periodística fue cuando grabé en video una entrevista en estudio con el Dr. McCullough, casi exactamente un año atrás, con una hermosa fotografía e iluminación. Básicamente estábamos teniendo una conversación académico-médica, no había gran ortodoxia ni estaba el Dr. McCullough diciéndole a las personas qué hacer. Solo estábamos conversando sobre su punto de vista. Lo publiqué en YouTube y, luego de que tuvo alrededor de 100 visualizaciones, YouTube lo bajó. Eso para mí fue muy muy aterrador. En Estados Unidos, nuestra Constitución lo primero que protege es la libertad de expresión. Entonces YouTube está diciendo no podés hablar sobre esto en nuestra plataforma y casualmente ocurre que nuestra plataforma es por lejos la plataforma de videos más grande en el mundo. Así que esa fue mi primera experiencia. Desde entonces, desde que me metí a contar la historia con el Dr. McCullough, él es constantemente censurado a lo largo de las redes sociales. Es una batalla constante con la censura.
Yo estudié Historia Política y me gradué en 1996. Si en aquel entonces me hubieran preguntado o me hubieran dicho que dentro de 25 años en este país, los Estados Unidos de América, habría un constante conflicto en torno a la censura, no lo hubiera creído. Hubiera dicho que eso es una locura, que nunca puede suceder, que eso solo ocurre en dictaduras.
– ¿Qué cree que cambió para posibilitar estos grados de censura y esta pérdida de libertades? ¿Qué pasó en nuestras sociedades?
John Leake: – Se trata de una gran cuestión espiritual e intelectual. Lo que puedo decir en cuanto a la salud pública es que, si nos retrotraemos a octubre de 2019, unos pocos meses antes de la llegada del Sars-CoV-2, el Johns Hopkins Center for Public Health, en colaboración con la Fundación Gates, llevaron adelante un ejercicio de planificación de pandemia. En ese ejercicio, la enfermedad pandémica extranjera era por un coronavirus que se propagaba por todo el mundo. Simularon una junta de planificación. Y la pregunta era ¿Cómo respondemos a esto? Esta información está en el prólogo de nuestro libro. Y se preguntaban en ese momento cómo la junta debía responder al libre intercambio de información, por ejemplo, en las redes sociales. Los miembros senior de la junta de planificación decían que la información tendría que ser controlada. Las plataformas de redes sociales ya no pueden ser vistas como un publicador, un foro de oradores en el que cualquiera puede hablar, sino que ahora deberían entender que son parte de esta asociación de respuesta a la pandemia. Así que se declaró que no habría libre intercambio de percepción y opinión. Habría una ortodoxia, una declaración claramente definida, diciendo esta es la información, esto es lo que estarás permitido a escuchar y cualquier cosa que no esté autorizada, será censurada. Estuvo lisa y llanamente establecido. No podemos decir que no fuimos advertidos.
– ¿Qué curso creen que seguirá el covid? ¿Cuán lejos o cerca estamos de la locura de Shangai persiguiendo el “covid cero”?
Dr. McCullough: – Creo que estamos viendo la transición de la pandemia a un estado endémico. La fase de emergencia ha terminado hace mucho… mis colegas en Brasil y en otros países en Sudamérica han indicado que no hay crisis. La carga de casos es manejable. Estamos haciendo progresos médicos continuos. Se ha convertido en un virus endémico, si bien ha encontrado poblaciones susceptibles. Datos de Reino Unido y de Canadá muestran que el blanco del virus ahora es aquel que ha recibido alguna de las vacunas. Tenemos el set de datos de nuestros CDC de Estados Unidos sobre el brote de ómicron y el 79% de los pacientes con ómicron estaban completamente vacunados. Así es que creo que veremos un flujo continuo de casos, habrá aumentos y caídas, pero nos mantendremos debajo de cualquier tipo de nivel de emergencia. Parece que cuanto más vacunemos, más prolongaremos la epidemia.
– ¿Las personas se darán cuenta de que fueron engañadas?
Dr. McCullough: – Sí, las personas se están dando cuenta de que han sido engañadas ahora. Hay comentadores en los medios y otros que sienten que se han quemado. Las tasas de aceptación de los refuerzos son muy bajas. La gente siente que ha sido estafada, que ha sido engatusada por las autoridades gubernamentales, por el complejo bio-farmacéutico, incluyendo los hospitales, las clínicas y los médicos. Espero que la opinión pública pueda llegar a tal punto que sea capaz de nivelar esta discusión de riesgo-beneficio.
– ¿Por qué recomiendan su libro?
John Leake: – En este libro he contado la historia al estilo antiguo: hay un héroe y está en una travesía. Así que el lector se adentrará en lo que fue para el doctor y sus colegas. Verá su viaje a medida que avanzan en esta horrible historia. Son héroes y esa es la forma en que la historia está contada.
Las personas entienden mejor las cosas cuando se las ubica dentro del contexto de la historia. Así que empezamos el libro hablando de la llegada del Sars-CoV-2, vemos los primeros reportes que llegan de Milán. Y el lector verá cómo el Dr. McCullough y sus colegas estaban percibiendo esto en tiempo real. Creo que el lector de nuestro libro entenderá por qué el doctor McCullough y sus colegas se condujeron como lo hicieron. De modo que tiene el valor de una narrativa y lo otro que creo que los lectores encontrarán interesante es que entra en la categoría de True Crime (Crímenes Reales). Es una historia de crimen real. El crimen es la supresión de la terapia temprana. A las personas se las desincentivaba activamente e incluso se les prohibía recibir medicamentos que podrían haberlas ayudado a mantenerse fuera del hospital o a no morir. De modo que definitivamente hay elementos criminales en esta historia.