Por Ramiro Grau Morancho – Panampost.com

Las políticas abortistas, empezando Irene Montero, madre de tres hijos, por cierto, dicen que tienen “derecho” a asesinar a sus hijos, y que es inconcebible la posible sentencia de la Corte Supremo de Estados Unidos, prohibiendo el aborto, si Dios quiere.

Predican una cosa, y hacen la contraria, para tener bien cogido por los huevos al macho alfa de la manada, solo que la cabra siempre tira al monte, y no digamos el cabrón…

He formado parte durante largos años, y contribuido económicamente, al sostenimiento de una casa hogar para madres embarazadas, que no disponían de medios económicos, habían sido echadas de sus casas, al quedarse embarazadas, o los novios pretendían que abortasen, y ellas no querían etc.

Recuerdo el sangrante caso de una chica a quien los padres del novio pretendían que abortarse, supongo que para que la relación con su hijo no se formalizase y consolidase, y que no sabía que hacer…

Avisado por la encargada de la casa, mi persona allí, prohibí que se dejara entrar al sujeto, y le dije a la chica que iba a tener todo el apoyo, asesoramiento jurídico, etc., que necesitara, gratis et amore.

La casa de acogida satisfaría todas sus necesidades, hasta que su hijo niño tuviera dos años, pues lógicamente había que hacer sitio para otras, pero en el ínterin se les daban cursos de cocina, de servicio doméstico, o reanudaban sus estudios, en su caso, en definitiva, se pretendía que cuando salieran del hogar, tuvieran medios lícitos de vida.

Pues bien, como tuve que marcharme a atender obligaciones profesionales, una de las cuidadoras me llamó, unas horas más tarde, para decirme que alguna empleada o voluntaria había franqueado el acceso al  tipejo, y éste se había llevado a su “novia”, supongo que para hacerla abortar.

Anécdotas aparte, y la pérdida de una vida humana siempre es una desgracia, además de un crimen, hay dos cosas que como jurista, e incluso como persona normal y corriente, con algo de sentido común, nunca he  conseguido entender:

  1. ¿Y los derechos del niño no nacido todavía…?

Las abortistas, acaudilladas por Irene Montero, Carmen Calvo, etc., todas ellas madres de varios hijos, dicen que “nosotras parimos, nosotras decidimos”, como si los hijos fuesen de su propiedad, pero da la casualidad de que los hijos tienen vida propia, y son también sujetos de derechos.

  1. ¿Y los derechos del padre del no nacido…?

Los hombres que tienen una esposa, pareja de hecho, novia, etc., ¿acaso no tienen derecho a opinar sobre el futuro de su hijo, defendiendo su derecho a la vida?

Nunca he oído a nadie que hable de ese derecho del padre, pero es obvio que existe, y que es idéntico al de la madre.

Resumiendo y concretando, solo una sociedad enferma, que ya ha hecho metástasis moral, puede asesinar impunemente a sus hijos, a manos, precisamente, de quienes tienen el deber jurídico de cuidar de ellos.

Y ese ¿Tribunal Constitucional? Español, que ni es tribunal ni es nada, pues actúa con criterios meramente políticos y de oportunidad, que lleva doce años “estudiando” el recurso del PP contra la ley del aborto de ese auténtico aborto, llamado Zapatero, merece la reprobación de cualquier español honrado.

Esos “magistrados”, repito, políticos, algunos de los cuales son del Opus Dei, para más inri, ¿no sienten vergüenza y asco de sí mismos cuándo se miran al espejo, al afeitarse, cada mañana…?

Y aquellos que tienen nietos, la mayoría, de doce o menos años, ¿no piensan, en su fuero interno, que son unos miserables, al no cumplir con su deber, dictando la sentencia correspondiente, y que están permitiendo un genocidio de más de 300 niños diariamente, mientras sus nietos viven felices y contentos…?

Cada año se asesinan, impunemente, a más de cien mil niños en España… Es decir, que en doce años se ha “liquidado” a cerca de millón y medio de niños indefensos. ¡Y luego dicen que hace falta que vengan extranjeros, pues no tenemos natalidad!

¿Cómo pueden dormir tranquilos?

Excuso decirles que si mis palabras les parecen ofensivas, pueden denunciarme o demandarme, que tengo anchas las espaldas.

Para mí sería un honor ser perseguido por defender el derecho a vivir de los que no pueden defenderse por sí mismos.

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