Fuente: ejercitoremanente.com

Por Carlo Maria Viganò

En los próximos días, las Naciones adheridas a la Organización Mundial de la Salud votarán resoluciones sobre el manejo de pandemias por parte de la OMS. Estas resoluciones transferirán la soberanía sobre la salud de los ciudadanos a un organismo supranacional financiado en gran parte por la industria farmacéutica y la Fundación Bill & Melinda Gates. Si estas resoluciones son aprobadas por mayoría, la OMS tendrá autoridad internacional exclusiva en caso de pandemia para imponer todas las reglas, incluidas cuarentenas, bloqueos, vacunas obligatorias y pasaportes de vacunas. También debe tenerse en cuenta que esta organización goza de inmunidad, por lo que sus miembros no pueden ser juzgados ni condenados si cometen delitos.

Dado que la cesión de soberanía es considerada delito de alta traición por las leyes de toda nación, y que los parlamentos no pueden legislar contra los intereses de la Nación, y mucho menos violar las libertades naturales y los derechos fundamentales de los ciudadanos a quienes representan, yo creo que no pasará desapercibido para nadie que este intento de la OMS de apropiarse de un poder que propiamente pertenece a las naciones individuales pretende impedir cualquier tipo de oposición a la Agenda 2030, que en el campo de la salud también pretende lograr la reducción drástica de los servicios médicos y hospitalarios, la privatización de la industria de la salud y la prevención de enfermedades a través de las vacunas.

La psicopandemia ha demostrado la esclavitud de los gobernantes, del sistema político, de los medios de comunicación, del poder judicial, de toda la industria médica y hasta de la misma Santa Sede a los dictados de un grupo de funcionarios de un ente supranacional que tiene un flagrante conflicto de interés. Los desastrosos efectos adversos del suero de ARNm experimental recién ahora se están reconociendo, mientras que muchos esperan con razón que los responsables de estas decisiones rindan cuentas ante un tribunal independiente.

Por lo tanto, suena absurdo, por decir lo menos, que ahora se quiera dar un poder de decisión vinculante a la OMS, cuando en su gestión de la reciente pandemia de emergencia y la campaña de vacunas se hizo el mayor daño en términos de número de muertes y de pacientes que han sufrido daños permanentes en su salud. Además de la impunidad de la que goza por los crímenes que ha cometido gracias al silencio de los principales medios de comunicación, la OMS también tiene discreción total sobre cómo responder a las próximas emergencias que obviamente están siendo planeadas por el lobby farmacéutico. La marginación del personal de salud que apela al Juramento Hipocrático corre el riesgo de convertirse en la norma para eliminar toda voz de disidencia.

En este sentido, es significativo que las Naciones que «se oponen» al Nuevo Orden Mundial –como Rusia y Brasil– son conscientes de las gravísimas consecuencias que acarrearía la ratificación de estas resoluciones, y por ello se oponen a su aprobación. Durante su mandato, el presidente Trump también envió una señal inequívoca al detener la financiación del Tesoro de los EE. UU. a la OMS. Esta fue una de las razones por las que el estado profundo bloqueó su reelección en 2020, apoyando a un individuo corrupto y comprometido cuyo hijo Hunter está involucrado en la financiación de laboratorios biológicos estadounidenses en Ucrania.

Expreso, por tanto, todo mi apoyo a los ciudadanos -especialmente científicos, médicos y juristas- que denuncian esta amenaza a la soberanía nacional de las Naciones adherentes, y que piden que se arroje luz sobre los hechos pasados y las consecuencias que las decisiones de la OMS han causado para la salud de la población mundial. Exhorto a los jefes de Estado y de gobierno que serán llamados a expresar su opinión sobre la ratificación de estas resoluciones a que las rechacen, ya que son contrarias al bien común y pretenden dar el golpe de Estado global que han planeado la OMS y el WEF durante años bajo los nombres de la Agenda 2030 y el Gran Reinicio. La gobernanza de la salud global es uno de los elementos fundamentales del Nuevo Orden Mundial, como lo han dejado claro expertos autorizados que no están comprometidos con el sistema, y como tal debe ser rechazada y opuesta. La lógica de control, lucro y patologización masiva debe ser sustituida por una política de salud pública que tenga como objetivo primordial la salud de los ciudadanos y la protección de sus derechos inalienables.

La Santa Sede -que es Observadora Permanente en las Naciones Unidas y también en la OMS desde hace un año- tiene el deber de reafirmar el derecho de las personas a aceptar o rechazar tratamientos de salud, especialmente ante el peligro concreto de efectos adversos, que aún son parcialmente desconocidos, de este tratamiento genético experimental. Y si hasta ahora Bergoglio y su camarilla se han dejado engañar por los delirios de Gates, Schwab y Soros, ha llegado el momento de que la Iglesia Católica defienda a los más débiles, a los no nacidos indefensos, a los niños y a los ancianos, así como a los que han sido chantajeados por el cinismo de empresarios y conspiradores para obligarlos a ser inoculados con un suero contaminado por líneas de células fetales abortadas. El actual silencio cómplice del Vaticano, tras los precipitados pronunciamientos que hizo al inicio de la pandemia y sus vergonzosos avales a BigPharma, será imputado a la condena del Sanedrín Romano, que se ha hecho cómplice de un crimen contra Dios y contra el hombre. Jamás en toda la historia la Jerarquía se ha prostituido al poder temporal de manera tan servil y abyecta. Oremos para que algunos obispos encuentren el coraje de distanciarse de la línea colaboracionista de Bergoglio y encuentren las palabras para abrir los ojos de esas buenas personas que hasta ahora han sido engañadas por la propaganda globalista

+ Carlo Maria Viganò, Arzobispo

The Remnant

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