Fuente: La Derecha Diario

El modelo de los países nórdicos suele utilizarse como justificación de políticas socialistas, aunque el desarrollo de Suecia, Noruega, Finlandia, Dinamarca provino del capitalismo, y no del socialismo.

Los países nórdicos y su modelo económico suelen ser motivo de ejemplo en el debate político de muchos países subdesarrollados, incluyendo la Argentina. Recientemente, en el extenso debate entre el diputado libertario Javier Milei y el líder sindicalista Juan Grabois, el izquierdista argumentó que “solamente quiere aplicar el mismo modelo que los países nórdicos“.

Además, el desarrollo económico y social en estos países suele ser traído a colación como una supuesta evidencia de las bondades del rol del Estado en la economía, e incluso la justificación de un “socialismo del siglo XXI” para el caso latinoamericano.

Sin embargo, y a pesar de las comparaciones, metodológicamente resulta un error concluir “causalidad” cuando lo único que se tiene es una correlación. Los países nórdicos se desarrollaron con políticas capitalistas y siguen teniendo una excelente economía a pesar del tamaño y la intervención del Estado, y no gracias a eso, como se postula desde la izquierda.

El tamaño del Estado y el crecimiento económico

Uno de los principales mitos alrededor de los países nórdicos es la vinculación entre el ratio de gasto público sobre Producto Bruto Interno (PBI), y el crecimiento. Esto resulta un error que invierte la causalidad de las series: fue el crecimiento de la economía el que permitió soportar un mayor tamaño del Estado, en lugar de que fuera el tamaño del Estado el impulsor del crecimiento.

El peso del Estado en Finlandia, Suecia, Dinamarca y Noruega, se incrementó notoriamente entre las décadas de 1950 y 1980. Hacia mediados de la década del 80, estos países registraban un tamaño del sector público de entre el 40% y el 60% del PBI dependiendo el caso. Pero la respuesta en materia de crecimiento no es la esperada por el discurso de la izquierda.

Los países nórdicos registraron un crecimiento promedio del 3,5% entre 1950 y 1970, y en este período en tamaño del sector público para estos países promedió el 22,5% en la década de 1950, el 27,6% en la década del 60, y 40,2% en la década del 70.

Comparación del tamaño del Estado en Argentina, Cuba, Finlandia y Suecia.

Entre 1980 y 1993 el crecimiento registrado de estos países cayó al 1,61%, y el gasto público promedió el 53,2% en el mismo período. Contrariamente a la hipótesis de que sugería una relación causal entre el tamaño del Estado y el crecimiento, las estadísticas históricas no se ajustan a las predicciones que correspondería observar.

El tamaño del Estado tampoco demostró ser una garantía para el desarrollo social. El tamaño del sector público en Cuba promedió el 64,6% entre 1990 y 2021, mientras que los países nórdicos promediaron el 52,4% en el mismo período, y cabe destacar que el desarrollo social en Cuba es extremadamente bajo. Nuevamente, la relación causal entre tamaño del Estado y desarrollo social no se ajusta a lo que cabría observar en las estadísticas.

Por su parte, el sector público en Argentina promedió el 44,7% entre 2011 y 2021, con máximos de 47% en 2016 y 2020. Sin embargo, esta característica no implicó ningún tipo de dinamismo ni social ni económico.

Estado grande no significa economía estatizada

Las economías de los países nórdicos mantuvieron un tamaño del Estado relativamente grande en comparación, incluso, con el promedio de los países desarrollados y la OCDE, pero esto no se debe a la estatización de la mayor parte de los servicios públicos, sino a un sistema de transferencias captadas por impuestos.

La junta de investigadores de Varieties of Democrary (V-Dem) desarrolló un indicador capaz de medir el grado de estatización de una economía, es decir, el control y la propiedad directa del Estado sobre los principales sectores económicos de un país.

Nivel de estatización de la economía en países seleccionados. Fuente: V-Dem.

Contrariamente al mito propuesto por la izquierda, los países nórdicos siempre mantuvieron una economía mayormente privatizada en cuanto a la propiedad y la provisión de servicios públicos estratégicos.

Sobre una escala de 0 a 4, donde 0 es la economía centralmente planificada y 4 la economía de libre mercado, el promedio para los países nórdicos fue de casi 3 en 2021. Incluso a principios de la década de 1980 este promedio ascendió al 2,78, un valor muy alejado al de las economías centralmente planificadas como la Unión Soviética (con 0,05) o Cuba (con 0,06). No existe, ni jamás existió, socialismo en los países nórdicos.

Presión tributaria y alícuotas impositivas

Otro punto clave es la presión tributaria y su diferencia con las alícuotas percibidas. Considerando la tasa marginal más elevada del impuesto a los ingresos (Ganancias en Argentina), junto con la contribución a la seguridad social por trabajador, los países nórdicos no poseen una diferencia pronunciada con respecto a la Argentina u otros países que no se caracterizan por su desarrollo.

El alto nivel de alícuotas no sólo no garantiza el desarrollo, sino que tampoco garantiza un elevado nivel de recaudación tributaria, como ocurre en el caso argentino. De hecho, las alícuotas consolidadas de Argentina fueron similares a las que registró Noruega entre 1995 y 1999, y son incluso más altas desde 2019.

El discurso de la izquierda tampoco tiene en consideración la legislación laboral vigente en estos países, que procura la flexibilidad como una herramienta para evitar el empleo informal. En estos mercados no existen regulaciones para un salario mínimo, no existe “aguinaldo”, y los impuestos a las utilidades no distribuidas oscilan entre el 22% y el 28%, cuando en Argentina llegan al 35%.

Alícuotas marginales máximas del Impuesto a la Renta, y contribuciones para la seguridad social.

Apertura comercial para el desarrollo

La apertura al comercio internacional constituye la principal divergencia entre el modelo adoptado por Finlandia, Dinamarca, Suecia y Noruega, y el modelo propuesto por la izquierda tradicional. Los países nórdicos desarrollaron un modelo basado en aranceles de importación bajos y en la competitividad constante.

Según el Banco Mundial, el arancel promedio MFN de estos países promedió el 7% entre 1988 y 2021, con un promedio del 6% para los últimos años de la década de 1980, y de 6,6% considerando las cifras disponibles desde 2015.

Proteccionismo en Argentina y en los países nórdicos.

Las cifras del modelo nórdico parecen contrarias a la tesitura en favor de la “industrialización por sustitución de importaciones” que pregona la izquierda latinoamericana.

Entre 1988 y 2021 la protección nominal de Argentina promedió el 15,7%, considerando la “tasa estadística” y el arancel MFN promedio. Esto representa una sobrecarga arancelaria de casi 9 puntos con respecto a la protección elegida por el modelo nórdico. El proteccionismo como un factor de desarrollo también constituye un mito.

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