Por Gabriela Moreno – PanAm Post

Como lo hizo Stalin. Como lo practicó Mussolini. Como lo ordena el mismísimo dictador Kim Jong-un en Corea del Norte. El culto a la personalidad comienza a aparecer en las escuelas públicas de Colombia para enaltecer la figura del candidato presidencial de la extrema izquierda, Gustavo Petro. Con efusivos coros, los maestros que debían impartir conocimiento, les enseñan a los niños a adular al abanderado del Pacto Histórico que pretende llegar a la Casa de Nariño. Estas escenas de presunto adoctrinamiento, propias de los regímenes comunistas, ya se observan en Colombia, siendo Petro solo un candidato, pero amenazan con multiplicarse si llegara a conseguir hacerse con el poder. Por el momento el mandado se lo hace Fecode, el gremio de educadores que se sumó oficialmente a la campaña de Petro.

El inaceptable episodio de un grupo de niños de preescolar, entre 4 y 5 años, entonando el nombre de Petro en el colegio La Asunción, de Medellín, siendo aparentemente inducidos, no sólo expone la manipulación con fines políticos sino además el desacato a la prohibición de usar las instituciones educativas para proselitismo. ¿Quién los arengaba? ¿Quién los grababa?

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Pero este no es el único caso. También se han podido observar en esta campaña aulas de clase que han sido decoradas con los afiches del Pacto Histórico que promueven la candidatura de Gustavo Petro y su aliada para la Vicepresidencia, Francia Márquez.

Fecode, un aliado cómplice

La infiltración de la campaña política de Gustavo Petro en las aulas a una semana del balotaje contra el candidato de la Liga de Gobernantes Anticorrupción, Rodolfo Hernández, previsto para este domingo 19 de junio, es sin duda una muestra de las consecuencias de la alianza de la Federación Colombiana de Trabajadores de la Educación (Fecode) con Petro. Un gremio que ha hecho a un lado su naturaleza académica para dedicarse a la política.

La asociación lo respalda abiertamente. A comienzos de mayo, el presidente de Fecode, William Velandia, lo ratificó en un acto similar al que protagonizó el sindicato en 2018 cuando se sumó a la segunda aspiración frustrada de Petro por llegar a la Presidencia.

Pese a formar parte de la campaña, el gremio niega que exista algún tipo de adoctrinamiento. «Los educadores no adoctrinamos, abrimos los ojos a los niños, ‘por qué el rico, por qué pobre… por qué hay corrupción’», dijo Omar Arango, integrante de Fecode en Antioquia a la emisora Blu Radio. Una defensa que no se sostiene cuando se toman en cuenta los antecedentes.

Por ejemplo, el año pasado se conocieron dos casos –uno en Cali y otro en Bogotá– en los que se asignaban a los alumnos cuestionarios de carácter político con un evidente sesgo ideológico. Adicionalmente, Arango confesó en esta entrevista que los educadores están en campaña política. «Le hacemos campaña a Petro, pero somos cuidadosos de cómo hacerla». Aquí cabe hacerse dos preguntas: ¿Cuál es el límite de la campaña? y ¿quién fija ese límite?

El adoctrinamiento infantil en los regímenes comunistas

Esta adoración hacia la figura de Petro es parte de una perversa tendencia comunista que acumula indignantes episodios, donde la infancia es víctima de una constante idealización a favor de quien gobierna. En este caso sin haber llegado al poder ya se muestra lo que vendría para Colombia.

No es una novedad hablar de adoctrinamiento infantil en la cuba comunista. En las escuelas de la isla los niños deben participar en actos políticos, rendir culto a la figura de Fidel Castro y gritar consignas a favor de la revolución. Para el régimen de La Habana el adoctrinamiento es vital para garantizar la supervivencia del sistema en las próximas generaciones.

En Venezuela el chavismo lo volvió una obligación. En los planteles estatales es menester cumplir con «tareas antimperialistas» como dibujar y representar el legado de Hugo Chávez, e incluso utilizar la Colección Bicentenario y la Constitución Bolivariana de Venezuela ilustrada como el único contenido autorizado. Los dos textos se distribuyen de forma gratuitita. Las escenas de niños venezolanos exaltando la figura de Chávez abundan en los canales de televisión controlados por la dictadura.

Más allá, en Corea del Norte, el discurso antinorteamericano circula en todos los formatos posibles, entre ellos, los dibujos animados, donde los personajes principales se transforman en soldados para exterminar fuerzas invasoras.

De hecho, La Ardilla y el Erizo es una de las series que cumple con esta labor. Su trama, donde las ratas representan a Corea del Sur, las comadrejas a los japoneses y los lobos a Estados Unidos, se basa en una comunidad en medio de un conflicto armado y sus protagonistas deben derrotar a las filas enemigas. El documental North Korea: A day in the life, realizado por el régimen de Kim Young-un, retrata cómo los pequeños de Pyongyang crecen bajo la sumisión, halago y obediencia militar para castrar sus deseos y voluntad.

El fracasado plan educativo de Petro en Bogotá

En el caso de Gustavo Petro, la idealización de sus propuestas parece sólo un último recurso de campaña, considerando que los sueños educativos de su Plan de Desarrollo Bogotá Humana, cuando administró la Alcaldía de Bogotá, quedaron a medias.

La incapacidad para ejecutar los planes, los programas y los proyectos lo obligaron a matizar sus promesas, reduciendo el compromiso de construir 100 escuelas a tan solo 30.

La encuesta «Bogotá Cómo Vamos» reveló en 2015 que 3 de cada 4 bogotanos consideraban que las cosas en la ciudad iban por mal camino. Apenas siete años atrás la relación era a la inversa: casi 7 de cada 10 consideraban que las cosas iban por buen camino. Que el panorama no se repita depende de haber aprendido la lección.

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