Fuente: Minghui.org
El Partido Comunista Chino (PCCh) está llevado a cabo la política de “cero-covid” y su campaña de “reducción a cero” contra Falun Dafa, solo que la serie de bloqueos en toda la ciudad para intentar reducir a “cero-covid”, más bien ha provocado un clamor nacional de crisis humanitaria.
Durante el cierre de la ciudad de Xi’an, en la provincia de Shaanxi, a principios de enero de 2022, un hospital se negó a admitir a una mujer embarazada de ocho meses porque no podía presentar una prueba de covid negativa durante 24 horas. Acabó sufriendo un aborto.
Desde finales de marzo hasta finales de mayo, Shanghái, la mayor ciudad de China, fue sometida a un estricto bloqueo. Un niño de dos años de edad murió mientras estaba encerrado en cuarentena, lo que llevó a su madre a un colapso emocional y al suicidio. De las 51 muertes documentadas por el gobierno, además de los que tenían enfermedades graves existentes, el resto simplemente murió de hambre. Los vídeos en línea también mostraban a personas que saltaban de los edificios, se ahorcaban o se tiraban al río cuando no podían soportar más la angustia mental del encierro de tipo carcelario.
Aunque a muchos les resultaba difícil aceptar las tragedias que se desarrollaban ante sus ojos en una ciudad tan moderna como Shanghái, la política de “cero-covid” no era una sorpresa para quienes conocen al Partido Comunista Chino por lo que es.
La poco conocida campaña de “reducción a cero” contra Falun Dafa
Durante los últimos 23 años, un bloqueo draconiano similar ha estado ocurriendo en China todos los días, aunque en su mayoría se limita a un grupo específico de personas y se oculta al público en general.
El Partido Comunista Chino ordenó la persecución a Falun Dafa, una antigua disciplina espiritual con los tres principios Verdad-Benevolencia-Tolerancia, en julio de 1999. Desde entonces, los practicantes de Falun Dafa se enfrentan a una política de erradicación total que pretende “arruinar su reputación, llevarlos a la quiebra económica y destruirlos físicamente”.
Desde entonces, innumerables practicantes se han enfrentado al peligro de ser arrestados, detenidos, torturados o incluso asesinados por sus órganos. La persecución continuó tras el estallido de la pandemia en China, aunque comenzó hace más de 20 años.
En el verano de 2020, el Comité de Asuntos Políticos y Legales (PLAC) del PCCh y su “Oficina 610”, encargada de supervisar la persecución a Falun Dafa, ordenó una nueva campaña de persecución en todo el país, la llamada campaña de “reducción a cero”. Esta campaña pretendía obligar a todos los practicantes de Falun Dafa incluidos en las listas negras del gobierno a renunciar a su creencia. Incluso aquellos que habían renunciado a su fe en años anteriores fueron acorralados de nuevo.
En el condado de Mengyin, provincia de Shandong, la policía y los agentes de la Oficina 610 detuvieron al practicante Sr. Sun Pijin el 18 de junio de 2021. El personal de la Oficina 610 informó a su familia al día siguiente de que había muerto, diciendo que había saltado de un edificio. Su familia vio que le faltaba un globo ocular. La mitad del cráneo y la cavidad torácica estaban hundidos. Pero no se les permitió contratar a un forense independiente para que le hiciera la autopsia. Después, los agentes de la Oficina 610 vigilaron a su familia, les prohibieron contratar un abogado o apelar su muerte, y finalmente les obligaron a incinerar su cuerpo.
La policía de Beijing, con la excusa de las vacunas, entró en el domicilio del Sr. Ke Xingguo el 23 de abril de 2021. La esposa del Sr. Ke, gerente del Ministerio de Agricultura, estaba postrada en la cama y rogó a la policía que no detuviera a su marido. Sin embargo, la policía esposó al Sr. Ke delante de ella y se lo llevó. La policía retuvo al Sr. Ke durante un mes antes de ponerlo en libertad. Siguieron acosándole en su casa, intentando coaccionarle para que dejara la cultivación, amenazándole con el trabajo de su hijo y los estudios universitarios. El Sr. Ke no se dejó convencer por ellos. Su mujer vivía con un miedo constante, especialmente cuando alguien llamaba a la puerta y falleció el 10 de diciembre de 2021.
La Sra. Wu Zhiping, jubilada de la fábrica de acero de la ciudad de Nanchang, provincia de Jiangxi, fue encarcelada durante seis años por sus creencias. La policía llamó a su hija desde mayo de 2020 para pedirle que convenciera a su madre de que renunciara a Falun Dafa. Su hija estaba tan asustada que desarrolló problemas de salud y fue operada. Se vio obligada a romper la relación con su madre. En abril de 2021, la policía acudió al domicilio de la Sra. Wu para acosarla. La Sra. Wu abandonó su casa y se escondió el 19 de abril de 2021. Vagó por las calles durante toda la noche. Más tarde fue detenida y llevada a un centro de lavado de cerebro y a un hospital psiquiátrico.
El PCCh ha utilizado todos los medios a su alcance para obligar a los practicantes de Falun Dafa a renunciar a sus creencias, incluyendo la eliminación de los años de servicio de los practicantes para que no puedan recibir pensiones, la interrupción de los pagos de pensiones, el despido, la coacción a los miembros de la familia para que firmen declaraciones renunciando a Falun Dafa en nombre del practicante, o el fomento de conflictos entre los miembros de la familia. Aquellos que se negaban a obedecer eran llevados a centros de lavado de cerebro o incluso condenados a prisión.
Según Minghui.org, en 2020 la policía china detuvo o acosó al menos a 15.235 practicantes de Falun Dafa y llevó a 537 a centros de lavado de cerebro. En 2021, arrestaron y acosaron a 16.413 practicantes y metieron a 608 en centros de lavado de cerebro, con un recuento de persecución diario que alcanza las 40 personas.
Dos campañas para “reducir a cero” sus ‘objetivos’ con una naturaleza común
Esta persecución ilegal y brutal a Falun Dafa ha continuado durante 23 años y sigue. Debido al amplio encubrimiento y bloqueo informativo del PCCh, muchos chinos no saben mucho sobre la persecución.
Con tácticas de supresión similares, el PCCh también convirtió en dos meses a Shanghái, una mega ciudad con 25 millones de habitantes, en una gigantesca prisión.
Mientras que la política de “cero-covid” en Shanghái era para restringir la movilidad de la gente, la campaña de “reducción a cero” contra los practicantes de Falun Dafa tiene como objetivo controlar la mente de la gente.
Durante el bloqueo de Shanghái, cuando una joven pareja que dio negativo se negó a ser llevada a un centro de cuarentena, los trabajadores del gobierno amenazaron con que su hijo estaría implicado. Sin embargo, el joven marido respondió con calma: “Somos la última generación”. Esta declaración ha sido ampliamente difundida en Internet y la gente la calificó como la declaración de los jóvenes chinos para desvincularse del PCCh.
Al igual que no hay ninguna ley en China que haya declarado ilegal a Falun Dafa, tampoco se ha declarado el estado de emergencia en Shanghái. Pero eso no impide que el Partido persiga a Falun Dafa o que encierre a todos los residentes de Shanghái en sus casas, incluso bloqueando las escaleras de incendios.
Sea como sea, el Partido demuestra que no le importa lo correcto o lo incorrecto, el bien o el mal, sino sólo cómo mantener su poder, simplemente no valora la vida humana. El encierro de Shanghái ha despertado a muchos chinos y les ha permitido darse cuenta de la verdadera naturaleza malvada del Partido, y ha ayudado a la población mundial a ver lo mismo.