Por Emmanuel Rincón – elamerican.com

La táctica del espejo le ha funcionado extremadamente bien a los demócratas en la última década. Incesante, sistemática y exhaustivamente, la izquierda ha acusado a los conservadores, libertarios, independientes, o personas afines al Partido Republicano, de ser racistas, fascistas, y un sin número de adjetivos que seguramente los identificarían mejor a ellos, pero como para la izquierda solo importa el relato, y no la realidad, la táctica del espejo ha funcionado bastante bien.

Seguramente un buen número de americanos, ignorantes de su propia historia, saben que fueron los demócratas los perpetradores y defensores de la esclavitud. Sí, el actual partido progresista, fue el que se levantó en armas para defender “su derecho” a tener esclavos; y fueron los republicanos, liderados por Lincoln, quienes lucharon una guerra para liberar a sus hermanos americanos de la esclavitud demócrata.

Otro dato que seguro pocos conocen es que el primer senador afroamericano electo en la historia de Estados Unidos fue Hiram Rhodes en 1870 por el Partido Republicano, mientras que los demócratas eligieron a su primer representante de raza negra para el Congreso apenas en 1993, 123 años después de la elección de Rhodes.

Sin embargo, pese a esto, hoy gran parte del mundo occidental, apoyado, claro está, en la prensa tradicional progresista, se ha instalado la noción de que el Partido Republicano es racista.

Es curioso, puesto que el único partido que abiertamente ha promovido el racismo en la historia de Estados Unidos es el demócrata, mientras que los republicanos se levantaron en armas para abolir la esclavitud, y hoy son los “racistas”.

Con Clarence Thomas volvió a quedar en evidencia la hipocresía de la izquierda y el bando demócrata. Los progresistas están sumamente enfadados porque el juez Thomas dictaminó una sentencia en la Corte Suprema basado en la Constitución de Estados Unidos que falla contra Roe v. Wade, lo que envía de vuelta a los estados la responsabilidad de legislar sobre el aborto; esto fue suficiente para que todo el aparato de propaganda demócrata y las turbas de izquierda se movilizaran para tildar a Thomas de “dumb nigger” (negro tonto), “nigger slave” (negro esclavo), Uncle Tom, entre otros improperios.

Los ataques contra Clarence Thomas

Los demócratas, supuestamente el partido de la inclusión, detestan a Thomas pese a ser apenas el segundo juez afroamericano en la historia de la Corte Suprema de Justicia. De hecho, en su momento, el actual presidente Biden se opuso categóricamente a que Thomas asumiera el cargo.

Debido a la decisión de Thomas, Hillary Clinton fue una de las que disparó su munición de odio, alegando que el juez de la Corte Suprema es una “persona agraviada”, llena de “resentimiento e ira”. Es decir, para la excandidata presidencial demócrata, el hecho de que Thomas interprete la constitución no es un hecho jurídico, sino de resentimiento; quizás esto se debe a que, como dijo Biden, los negros deben votar obligatoriamente, por lo que diga la élite demócrata blanca, de lo contrario no son negros.

La alcaldesa demócrata de Chicago, Lori Lightfoot, también aprovechó su participación en un evento del orgullo LGBT para mandarle un mensaje a Thomas: “Fuck Clarence Thomas”, gritó a la multitud, y luego se sacó una fotografía con una persona blanca de fondo que tenía una camiseta con la misma leyenda. Ocasio-Cortez también pidió con insistencia que destituyeran al juez Thomas, puesto que, ¿de qué sirve tener a un juez negro en la Corte Suprema que no obedezca a la élite demócrata?

La progresista Whoopi Goldberg, en su rancio programa de televisión, le dijo a Thomas que ella esperaba que no fueran por él ahora, debido a que su esposa era blanca y según ella, ahora el matrimonio entre personas de diferentes razas también corre riesgo.

Es curioso que, pese a que la Corte Suprema está conformada por 9 miembros, de los cuales, 6 dieron su voto a favor para revertir Roe v. Wade, los ataques del Partido Demócratas y activistas progresistas se centraron en la figura de Clarence Thomas.

Para quienes observan la política americana de forma objetiva, es fácil notar que el racismo woke no es nada nuevo, ciertamente no estamos descubriendo el agua tibia escribiendo esta columna sobre Thomas, solo estamos, reflejando lo que muchos se niegan a reconocer, por más que le brille en sus ojos.

Los ataques contra Clarence Thomas son solo el síntoma de una gran enfermedad, una de izquierdistas que siguen considerando a los negros sus inferiores y no sus pares, y por eso, insisten con la discriminación positiva, y publican artículos como el del LA Times, en el que se preguntan si California está lista para que los negros se armen y ejerzan sus derechos de la Segunda Enmienda.

Tal parece que los demócratas siguen anclados a la época de la esclavitud, aunque actualmente no se muestra con trabajos forzosos, sino con la libertad de pensamiento, que debe estar fanatizada hacia las causas de izquierda, o de lo contrario, los negros pierden su condición racial.

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