Por Oriana Rivas – PanAm Post
Gustavo Petro no asumirá la presidencia de Colombia sino hasta el próximo 7 de agosto. Sin embargo, eso no le impide ir moviendo piezas dentro del tablero político en torno a uno de los temas más álgidos en el espectro internacional: la relación con Venezuela. De hecho, hace pocos días trascendieron las intenciones que tienen congresistas electos de Pacto Histórico de conversar con la Asamblea chavista, si la Cancillería otorga el permiso para una probable reunión.
Es un tema delicado por el peligro geopolítico que significa restablecer las relaciones con un régimen autoritario y promotor —según denuncias de distintas organizaciones— de economías ilícitas en la frontera, así como protector de los grupos terroristas como el ELN y las FARC. No es casualidad que Iván Márquez, jefe del grupo «disidente» la Segunda Marquetalia esté por estos días en un centro médico en Caracas, luego de un supuesto «atentado dirigido desde los cuarteles del Ejército y los comandos de Policía» de Colombia.
Sin embargo, el dinero figura como un instrumento indispensable para Petro en el restablecimiento de las relaciones con Maduro, ya que la relación entre ambos países garantizaba ingresos millonarios por conceptos de intercambio comercial. Todo esto dio como resultado que el presidente electo designará en pocos días «a un dirigente político de su confianza para que empiece a tender puentes». Para eso se barajan tres nombres, reveló en exclusiva el portal de la Revista Semana.
El supuesto mediador, sin preferencia política
El perfil de ese negociador sería el de una persona que no forme parte de sus filas y que no sea de derecha ni de izquierda. Supuestamente, Petro no quiere ser protagonista. Ni él, ni Maduro. Además, la persona elegida «entablará el diálogo con autonomía».
Esa es la fachada que el exguerrillero se ha empeñado en mostrar desde que inició con su campaña presidencial, la de estar separado ideológicamente del régimen socialista venezolano. No obstante, las fisuras igual salieron a flote, como cuando Maduro y su número dos, Diosdado Cabello, se regocijaron en la victoria de Petro tras el balotaje, el 19 de junio pasado. Así que este tema en particular, de retomar las relaciones bilaterales, será completamente aplicable al dicho «ver para creer».
Otra arista a considerar, es que Piedad Córdoba, quien fue figura de confianza del fallecido Hugo Chávez, no será partícipe de este acercamiento entre Petro y Maduro. Ella misma lo descartó.
Cuestión de números
Lo cierto es que aún hay muchas preguntas por resolver, una de ellas, es qué va a pasar con Juan Guaidó, reconocido aún por Colombia como presidente interino, a pesar de su evidente debilitamiento político originado por su flexibilidad ante Maduro y los escándalos por el deplorable manejo de los activos venezolanos concedidos en el pasado por Estados Unidos.
Mientras llegan esa y otras respuestas, no está de más citar los números en cuanto a la relación comercial entre Colombia y Venezuela. A mediados de la época del 2000, llegaban al país sometido por el chavismo «más de 4000 variedades de productos; entre alimentos, productos de aseo y farmacéuticos, materias primas, vehículos, y otros, procedentes de 3000 empresas», según cifras citadas por France24, tomadas de distintos entes comerciales colombianos.
Para 2014, un año antes de que la frontera se cerrara, el intercambio comercial entre Colombia y Venezuela fue de 2427 millones de dólares. Para 2020 apenas superó los 200 millones de dólares. Ambas cifras son mínimas en comparación a los 7000 millones de dólares que se registraron en 2008.
Ahí se entiende el interés de Petro, quien por otro lado ya gestiona con sus futuros funcionarios una reforma tributaria que amenaza con cambiar las reglas del juego y originar una persecución en lugar de promover la productividad según expertos. Su próximo gobierno necesita recaudar para cumplir con sus promesas populistas de campaña y parece que todos los medios son válidos en su camino a lograrlo.