Fuente: El American
El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, defendió este jueves en Estados Unidos su política de tolerancia cero contra la inmigración ilegal y destacó que, pese a la presión de la Unión Europea, Hungría no renunciará a ella.
“Fuimos los primeros que dijimos no a la inmigración ilegal y que paramos la invasión de inmigrantes ilegales. Creemos que parar la inmigración ilegal es necesario para proteger nuestra nación”, dijo en Texas durante su discurso en la Conferencia de Acción Política Conservadora.
Hungría, según sostuvo, recibe presiones tanto de países del sur como del bloque comunitario. “Quieren que dejemos nuestra política de cero inmigración porque saben que es la batalla decisiva del futuro. El futuro es lo más importante que podemos dejar a nuestros hijos y nietos y en Hungría no nos rendiremos”.
Durante su intervención en este foro que este sábado clausurará el expresidente Donald Trump, Orbán se presentó como un defensor de la libertad “a la vieja usanza”.
El primer ministro alegó que “hay que ser valiente, incluso para tratar las cuestiones más delicadas, como la inmigración, el género y el choque de civilizaciones”, y en esa línea recalcó que “un político cristiano no puede ser racista”.
Su discurso, muy aplaudido, consideró que cuando “los progresistas tratan de separar la civilización occidental de sus raíces cristianas se cruza una línea que no debería cruzarse”, e invitó a los conservadores estadounidenses a unir fuerzas ante la constatación de que comparten batallas comunes.
La receta del éxito de Hungría, a su juicio, es también su defensa de la familia tradicional. Una familia en la que “la madre es una mujer y el padre un hombre. Y punto final de la discusión”, concluyó Orbán, para quien “se necesitan menos drag queens y más Chuck Norris”.
En su invitación a estrechar lazos, hizo mención además a la invasión rusa de Ucrania, dejando claro que sin diálogo entre Estados Unidos y Rusia “no habrá paz” e instando a coordinar el movimiento de sus respectivas tropas, porque Hungría y Estados Unidos según señaló, afrontan “los mismos retos”.