Fuente: Minghui.org

Según el calendario lunar chino, cada año está separado por 24 términos solares y el pasado domingo (7 de agosto) fue el decimotercer término, li qiu (comienzo del otoño), que suele señalar el momento en que todo ha alcanzado su punto máximo y se dirige a la decadencia. Casualmente, cuatro días antes, el número de chinos (tanto dentro como fuera de China) que habían renunciado a su afiliación al Partido Comunista Chino (PCCh) y a sus dos organizaciones menores, la Liga de la Juventud y los Jóvenes Pioneros, alcanzó los 400 millones.

El PCCh lleva décadas perjudicando a China y mucha gente se pregunta cuándo se derrumbará. Desde que se publicó el libro titulado Nueve Comentarios sobre el Partido Comunista, en noviembre de 2004, la gente ha ido renunciando a las organizaciones del PCCh, de cientos a miles, y de 100 millones, 200 millones, a 400 millones en este momento. La caída del PCCh es solo cuestión de tiempo.

El peligro de ignorar las advertencias

En la zona escénica de Zhangbu, en la provincia de Guizhou, se descubrió una roca hace 20 años, en junio de 2002. En la roca estaban grabados varios caracteres chinos: “El Partido Comunista Chino [perecerá]”.

Expertos de la Academia China de Ciencias y de la Academia China de Ciencias Geológicas examinaron la roca y descubrieron que tiene 270 millones de años. Además, esos caracteres se formaron por la naturaleza, no fueron tallados a mano. Casi 100 medios de comunicación de China, incluido el portavoz del PCCh, CCTV (Televisión Central de China), informaron de este descubrimiento, aunque solo mencionaron las palabras “El Partido Comunista Chino”. Sin embargo, la roca no miente y el último carácter chino “perece” está efectivamente allí y también aparecía en la imagen que llevaban los tickets de entrada a la zona escénica.

Para evitar que la gente vea la palabra “perece”, el PCCh recientemente la ocultó, lo que nos recuerda un cuento de la cultura tradicional china, “Cuando los ojos del león se vuelven rojos”.

Había una vez un pueblo cuyos habitantes eran moralmente corruptos como las ciudades bíblicas de Sodoma y Gomorra. El cielo pretendía destruir a todos, excepto a una mujer anciana, que seguía siendo amable, servicial y reverencial. Una Bodhisattva visitó la aldea disfrazada de un mendigo en harapos, que fue humillado e incluso golpeado por rufianes. Pero nadie los detuvo ni ayudó al mendigo, excepto la anciana.

La anciana ayudó al mendigo a instalarse en su casa, lo cuidó bien y le ofreció comida. Entonces la Bodhisattva volvió a su verdadera apariencia y le dijo a la anciana que vendría una catástrofe y que el pueblo sería destruido. Le dijo que cuando los ojos del león de piedra frente al templo se volvieran rojos, sería hora de huir.

Con un corazón bondadoso, la mujer dio las gracias a la Bodhisattva y compartió con entusiasmo la advertencia a todos con los que se encontraba. Pero casi nadie le creía e incluso se reían de ella. Más tarde, un joven quiso burlarse de ella y pintó los ojos del león de rojo. Cuando la anciana lo vio y huyó a un lugar alto mientras llamaba a los demás a hacer lo mismo, muy pocos la escucharon. Poco después, la aldea sufrió una inundación y muchos de sus habitantes perecieron.

¿Por qué renunciar al PCCh?

A lo largo de la historia y a través de las culturas, se ha demostrado que cuando la gente se corrompe moralmente, se enfrenta al peligro o tiene consecuencias. El cielo da pistas a los que todavía son buenos para que puedan permanecer sanos y salvos. La historia del león de piedra mencionada anteriormente, así como la historia de Sodoma y Gomorra en Occidente, exponen este principio.

En la sociedad actual, el PCCh es el peor represor de derechos humanos del mundo. Heredando el Terror Rojo de la antigua Unión Soviética, el régimen del PCCh masacró a los terratenientes durante su Reforma Agraria, mató a los propietarios de negocios por sus bienes y atacó a los intelectuales sin piedad hasta que no se atrevieron a alzar voces diferentes a las del PCCh. Todo esto ocurrió en la década de 1950, poco después de que el PCCh tomó el poder en 1949.

Después de que más de 45 millones de personas murieron en la Gran Hambruna (1959-1961), el régimen destruyó sistemáticamente la cultura tradicional china en la famosa Revolución Cultural (1966-1976). Por si fuera poco, siguió reprimiendo el movimiento democrático con la Masacre de Tiananmen en 1989 y a los inocentes practicantes de Falun Dafa a partir de 1999.

En estas décadas, el PCCh tiene un historial de asesinatos de diferentes grupos de personas que considera enemigos. Esto no es una sorpresa, dada la ideología central del PCCh de lucha de clases y brutalidad. Mao Zedong dijo una vez: “Luchar contra el cielo es una alegría infinita, luchar contra la tierra es una alegría infinita y luchar contra la humanidad es una alegría infinita”. Además, el PCCh también inventó mentiras durante estas campañas políticas para engañar al público y convertirlo en su cómplice para atacar a sus enemigos. Fue especialmente el caso durante la persecución a Falun Dafa, con todas las personas de la sociedad, desde los ciudadanos de a pie hasta los funcionarios, a los que se les lavó el cerebro y se volvieron contra los practicantes de Falun Dafa y sus principios de Verdad-Benevolencia-Tolerancia.

Por eso los practicantes de Falun Dafa de toda China han trabajado incansablemente en los últimos 23 años para generar conciencia sobre la persecución y contrarrestar la propaganda de odio del PCCh. Han estado difundiendo la verdad en aldeas remotas, ciudades bulliciosas, obras de construcción y edificios gubernamentales, a riesgo de ser arrestados, detenidos, torturados o incluso asesinados por sus órganos. Utilizan su propio dinero para producir materiales de aclaración de la verdad con el fin de despertar a la gente del engaño y las atrocidades del PCCh.

Lo hacen porque saben que si el PCCh ha estado engañando a la gente y matando vidas inocentes en el pasado, las cosas solo pueden empeorar si el público en general lo consiente y permanece indiferente. Además, si la gente decide permanecer en silencio ante la persecución o unirse al PCCh durante la supresión de los valores tradicionales o el bien común, las consecuencias serán nefastas.

Dejar de hundirse con el PCCh

Algunas personas piensan que la persecución no tiene nada que ver con ellas porque no practican Falun Dafa. Pero cuando se priva de la libertad de creencia, y cuando se pisotean los derechos humanos básicos, no hay lugar seguro en China, ya que cualquiera de los transeúntes podría convertirse en el próximo objetivo, como en las pasadas campañas políticas.

Cuando se celebraron los Juegos Olímpicos de Invierno en Beijing en febrero de 2022, surgió la noticia de una “mujer encadenada” en Xuzhou, provincia de Jiangsu. La víctima había sido secuestrada y vendida como esclava sexual. En marzo, las autoridades cerraron Shanghái en su intento de lograr Covid-cero, dejando a muchas personas muertas sin acceso a suministros alimentarios ni a ayuda médica. En junio, cuatro mujeres jóvenes fueron golpeadas por otro grupo de clientes en un restaurante de Tangshan, provincia de Hebei. En lugar de buscar justicia para las víctimas, las autoridades protegieron a los agresores. Este incidente puso de manifiesto la connivencia entre los funcionarios y el crimen organizado. En julio se produjo la crisis bancaria de Henan, con la desaparición de 40.000 millones de yuanes (6.000 millones de dólares) en depósitos de algunos bancos rurales de la provincia de Henan. Este escándalo demostró aún más la fraudulencia y la corrupción del sistema del PCCh.

Lo peor de estas tragedias fue cómo los funcionarios del PCCh las encubrieron y castigaron a quienes filtraron las noticias.

La lista es casi interminable. Entonces, ¿de quién es la culpa? Es cierto que el PCCh provocó el caos. Cuando el régimen tenga que rendir cuentas algún día por sus crímenes, decenas de millones de miembros del PCCh también serán juzgados. Tomemos como ejemplo los crímenes del PCCh contra los practicantes de Falun Dafa, que incluyen genocidio, persecución religiosa, tortura, sustracción forzada de órganos y muchos más. Todos estos son delitos muy graves y los participantes se enfrentarán a graves consecuencias como los autores del Holocausto. No pueden escapar de la justicia diciendo que “solo cumplían órdenes”.

Cosas similares ocurrieron tras la disolución del comunismo en Europa del Este. Muchos países, como la República Checa, Polonia y Alemania, aprobaron leyes para perseguir a la policía secreta, a los informantes y a sus cómplices. Más de 300.000 personas fueron investigadas en la República Checa. Entre ellas, a 15.000 informantes y cómplices se les prohibió ejercer como empleados públicos durante cinco años. En Polonia, se exigió a casi 700.000 personas que informaran a las autoridades si habían proporcionado información a la policía secreta. A los que se negaron o mintieron se les prohibió también ejercer como empleados públicos. En Alemania Oriental, la mitad de los jueces y fiscales fueron destituidos de su cargo y 42.000 funcionarios públicos fueron cesados en sus puestos.

Por eso es un hito importante que 400 millones de personas hayan renunciado a las organizaciones del PCCh. Al separarse del Partido, podrán vivir con dignidad en lugar de plegarse al régimen totalitario y trabajar como cómplices para dañar a inocentes. A medida que más personas de todo el mundo rechacen al PCCh, llegará antes el día en que podamos vivir en una sociedad segura y libre de comunismo.

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