Traducido de Lifesitenews.com por TierraPura.org
Una mirada en profundidad a los escandalosos antecedentes del obispo de San Diego Robert McElroy, el último cardenal estadounidense elegido por el Papa Francisco, y el más atroz hasta la fecha.
Este domingo, el Papa Francisco sorprendió a la Iglesia con el anuncio de 21 nuevos cardenales, incluyendo 16 cardenales electores, que fueron nombrados en un consistorio el 27 de agosto.
Entre los nombramientos no es de extrañar que haya varios progresistas declarados, como el arzobispo brasileño pro-LGBT Leonardo Ulrich Steiner y el jefe de liturgia del Vaticano, Arthur Roche, que está en contra de la misa en latín.
Pero la elección más radical de Bergoglio es el obispo Robert McElroy de San Diego, conocido por los fieles católicos como el prelado más pro-homosexual y de izquierda de los Estados Unidos.
En los últimos años, McElroy causó indignación por la celebración de “misas LGBT”, por rechazar la posición de la Iglesia sobre los actos homosexuales, por instar a que se celebren ritos funerarios católicos para los homosexuales activos y por apoyar al jesuita disidente P. James Martin, a la vez que criticaba las actitudes “destructivas” de los conservadores en materia de sexualidad.
Su historial en cuestiones de vida no es mucho mejor. Ningún obispo defendió dar la comunión a los políticos pro-aborto tan vigorosamente como McElroy, quien equipara el aborto con el “cambio climático” y rechaza la idea de que el aborto es el problema moral singular y “preeminente” que enfrenta la Iglesia de Estados Unidos.
Después de que el Papa Francisco lanzara nuevas restricciones a la misa en latín el año pasado, McElroy eliminó rápidamente dos de las tres iglesias de misa tradicional de su diócesis. Durante el periodo de lanzamiento de la vacuna COVID, promovió la vacunación como el “único camino” para volver a la normalidad. En cuanto a los abusos sexuales del clero, incluso los activistas progresistas están dando la alarma sobre su historial.
McElroy ha sido durante mucho tiempo uno de los favoritos del Papa Francisco, que lo nombró para la diócesis de San Diego en 2015, lo nombró padre sinodal del Sínodo Pan-Amazónico de 2019 y el año pasado lo designó para formar parte del Dicasterio para la Promoción del Desarrollo Humano Integral del Vaticano. El obispo de San Diego es también un estrecho aliado de los otros cardenales estadounidenses izquierdistas y pro-LGBT del Papa, incluidos el cardenal Joseph Tobin y el cardenal Blase Cupich.
Las posturas ultraizquierdista del obispo McElroy y su rápido ascenso son aún más preocupantes debido a su revolucionaria visión de la Iglesia católica. En un extenso reportaje para America Magazine dos días después de su nombramiento al cardenalato, McElroy detalló su objetivo de una “transformación” de la Iglesia a través del Sínodo de la Sinodalidad y una posterior “sinodalidad sostenida”.
El “proceso sinodal” pretende “nada menos que una refundación de la cultura de la Iglesia que perdure durante generaciones”, celebró McElroy. “El depósito de la fe no es un cuerpo inerte y abstracto de enseñanza”, insistió, sugiriendo cambios en la “doctrina reformable de la Iglesia”.
“La doctrina reformable de la Iglesia”, respondió el abogado canónico y colaborador de EWTN, el sacerdote Gerald Murray, “es una categoría con la que no estoy muy familiarizado, porque la doctrina se enseña como una verdad que viene de Cristo, enseñada a través de los Apóstoles”.
El nombramiento de McElroy envía una señal inequívoca sobre la dirección que el Papa Francisco pretende dar a la Iglesia en su menguante papado, una señal confirmada por una serie de otros nombramientos de alto nivel del Vaticano anunciados esta semana.
A continuación, una mirada más cercana a los horribles antecedentes del obispo de San Diego, desde su incesante promoción de la comunidad LGBT y sus perturbadores vínculos con el abuso sexual clerical, hasta su hábito de minimizar el aborto y su postura política woke.
El escandaloso historial LGBT del obispo McElroy
El historial de normalización y promoción de la homosexualidad del nuevo cardenal designado no tiene prácticamente ningún parangón en el episcopado estadounidense. Entre otras cosas, McElroy se ha dedicado a:
- atacar la postura de la Iglesia sobre la homosexualidad, diciendo que referirse a los actos homosexuales como “intrínsecamente desordenados”, como lo hace el Catecismo de la Iglesia Católica y los documentos magisteriales de la Iglesia, es “un lenguaje muy destructivo”.
- celebrar “misas LGBT”, incluida una en la que participaron políticos estatales y locales abiertamente homosexuales y parejas del mismo sexo “casadas” con hijos.
- expresar apoyo a la ordenación sacerdotal de hombres atraídos por el mismo sexo, a pesar de la prohibición del Vaticano, además de apoyar a las mujeres diáconos y a los sacerdotes casados.
- afirmar que no negaría los sacramentos ni los entierros católicos a los homosexuales activos e impenitentes. Permitir tales entierros “es la política apropiada que yo esperaría que los sacerdotes observaran, especialmente en los tiempos de los funerales”, dijo a National Catholic Reporter en 2017. “Nuestra postura fundamental tiene que ser la de la inclusión en la iglesia, especialmente durante un momento de entierro”.
- respaldar agresivamente el activismo LGBT del sacerdote jesuita P. James Martin y su libro de 2017 ‘Building a Bridge’ (Construir un edificio).
- sugerir que los “matrimonios” del mismo sexo “enriquecen la vida” de los homosexuales, anunciando en respuesta a la decisión del Tribunal Supremo de 2015 que legalizó el “matrimonio” homosexual en todo el país, que su diócesis defendería la enseñanza de la Iglesia pero “de una manera que respete profundamente en todo momento las relaciones amorosas y familiares que enriquecen la vida de tantos hombres y mujeres homosexuales que son nuestros hijos e hijas”.
- defender públicamente y negarse a destituir a un empleado de la diócesis con un “matrimonio” del mismo sexo que trabajaba para un grupo herético de defensa “católica” y promovía el aborto.
- unirse a otros siete prelados estadounidenses en la firma de una declaración organizada por un grupo de presión pro-homosexual en la que se decía a los jóvenes que se identifican como LGBT que “Dios está de su lado”. La declaración no mencionaba la enseñanza de la Iglesia sobre la sexualidad o el género.
- negar enérgicamente que la homosexualidad esté relacionada con la crisis de abusos del clero, a pesar de las pruebas de que la gran mayoría de los abusos de los sacerdotes en las últimas décadas han sido perpetrados contra jóvenes, en su mayoría adolescentes.
- permitir retiros pro-LGBT dirigidos por grupos disidentes en su diócesis.
En octubre de 2016, McElroy lanzó notablemente el “Sínodo de San Diego”, que dijo que “ofrecería a la diócesis un nuevo modelo para ‘ser iglesia'” que incluiría “abrazar a las familias LGBT” y permitir que los católicos divorciados y re-casados que viven en estado de adulterio reciban la comunión en base al “foro interno de conciencia”.
El sínodo de McElroy, que dejó de lado a los fieles católicos, prefirió el Sínodo de la Sinodalidad y el Camino Sinodal Alemán.
En 2018, McElroy dio el discurso principal en la reunión anual de la herética Asociación de Sacerdotes Católicos de Estados Unidos, un grupo que ha impulsado a las mujeres y a los sacerdotes abiertamente homosexuales y al “matrimonio” del mismo sexo. En el evento había artículos pro-homosexuales.
El pasado lunes, la organización disidente LGBT New Ways Ministry, formalmente incluida en la lista negra del Vaticano, dio una calurosa bienvenida al nombramiento de McElroy, diciendo: “Su nuevo cargo ayudará a remodelar el episcopado de la Iglesia católica en Estados Unidos, que ha sido abrumadora y vehementemente anti-LGBTQ”.
Coordinador del “Ministerio LGBT” homosexual de San Diego
También cabe destacar la participación de McElroy en la iglesia católica de San Juan Evangelista, a la que elogió por hacer que “los fieles LGBT se sientan especialmente bienvenidos”. La parroquia, situada en Hillcrest, el epicentro histórico de la homosexualidad en San Diego, celebra “misas LGBT” y anuncia eventos mensuales del “ministerio LGBTQ” con una bandera del “orgullo” arco iris.
En 2016, el Papa Francisco nombró al párroco radicalmente pro-LGBT de la parroquia de San Juan Evangelista, el padre John Dolan, como obispo auxiliar de McElroy. Dolan ha presidido misas con temática LGBT y ha sugerido que no hay ningún problema con “la experiencia LGBT” o el “matrimonio” homosexual en la Iglesia Católica.
Además, la parroquia empleó a un activista homosexual en un “matrimonio” del mismo sexo, Aaron Bianco, como asociado pastoral, permitiéndole dirigir los programas de educación de la parroquia y dirigir el ministerio de adultos jóvenes y de alcance pastoral hasta su renuncia en 2018 en medio de las reacciones y el presunto vandalismo de su oficina, aunque no se encontraron sospechosos. La parroquia identificó escandalosamente a Bianco, que también trabajaba para el heterodoxo grupo “católico” pro-LGBT Call to Action, como punto de contacto para las parejas que se preparaban para el matrimonio.
Poco después de la llegada de McElroy a San Diego, el nuevo obispo aseguró personalmente a Bianco que no lo despediría debido a su estilo de vida, que, por supuesto, contradice gravemente la moral católica. Después de que un feligrés planteara su preocupación por la sexualidad de Bianco, McElroy “me hizo saber que [ser homosexual] no debía ser un obstáculo para participar plenamente en la vida de la iglesia”, dijo, según The Wall Street Journal.
“Bianco introdujo panfletos a favor del aborto en el vestíbulo y promovió el Ministerio de Nuevas Vías”, informó Church Militant sobre su participación en la parroquia de San Juan Evangelista. “El grupo de fieles católicos que se quejaron -miembros de un grupo que se reunía regularmente para rezar el Rosario- fueron blanco de Bianco, que cerró las puertas de la parroquia, obligándoles a rezar en el aparcamiento”. Rezar el Rosario antes de la misa “molestaba” a la gente, afirmaba.
El activista homosexual controlaba la parroquia a través de su relación “muy estrecha” con McElroy y Dolan, dijo un feligrés al Militante de la Iglesia, y se le permitió celebrar un grupo de “estudio bíblico LGBT”. Dolan cerró el capítulo de la Legión de María de la parroquia después de que los miembros se enfrentaran a él por la actividad heterodoxa de Bianco.
La diócesis de San Diego acabó contratando a Bianco como coordinador del “ministerio LGBT”, y sigue figurando como profesor de teología en la Universidad de San Diego, una universidad nominalmente católica bajo la jurisdicción de McElroy. McElroy no ha tomado medidas contra el escandaloso activismo LGBT de la Universidad de San Diego, que ha incluido la celebración de espectáculos de drags y la financiación de cirugías de “cambio de sexo”.
El obispo McElroy defendió públicamente a Bianco en una “sesión de escucha” del Sínodo de San Diego, reprendiendo a una feligresa que sacó a relucir su empleo. Los guardias trataron de echar a la mujer del evento – una escena típica en las sesiones, según Church Militant.
Las “misas LGBT” de McElroy
En 2017 LifeSiteNews informó que McElroy concelebró con el obispo Dolan una misa por las “familias de la comunidad LGBT” en la que participaron parejas homosexuales “casadas” y el comisionado municipal travestido “Nicole” Murray-Ramírez. La misa conmemoró el 20º aniversario de la carta de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB) sobre la homosexualidad “Siempre nuestros hijos”, que fue censurada por el Vaticano al año de su publicación.
El acto fue muy publicitado y contó con la presencia del alcalde de San Diego, Kevin Faulconer, pro-LGBT, y del asambleísta estatal de California, Todd Gloria, abiertamente homosexual.
Después de la comunión, “Nicole” Murray-Ramírez se acercó al atril y dijo que después de décadas de vivir en San Diego sus “oraciones fueron respondidas por estos dos obispos [Dolan y McElroy]”, que habían “hablado a favor de la igualdad y los derechos civiles.” Dos homosexuales “casados” dijeron que asistieron a la “Misa LGBT” con sus hijos legales de 8 y 9 años para enseñarles la “igualdad”.
Para la recepción posterior a la misa se colocaron mesas con manteles de los colores del arco iris en el patio de la escuela K-12 (término utilizado en la educación en EE. UU. para los grados escolares con apoyo público desde el jardín de infantes hasta antes de la universidad) de la parroquia.
Además, McElroy ha criticado a sus colegas obispos por “militarizar” la Eucaristía al prohibir a los políticos pro-abortistas comulgar, los feligreses de San Diego lo acusaron de convertir “la celebración de la Santa Eucaristía en un evento mediático” con su misa sacrílega.
“Todo el evento parecía estar coreografiado, con las cámaras de televisión, los VIP, incluidos el alcalde y el concejal, los homosexuales ricos importados (al menos dos de ellos eran de Palm Springs)”, dijo a LifeSite un católico local que asistió al evento para rezar por los participantes.
La “Misa LGBT” de 2017 aparentemente no fue la primera de McElroy. McElroy, que fue consagrado obispo auxiliar del arzobispo de San Francisco George Niederauer, a menudo pro-homosexual, en 2010, celebró una misa en “una parroquia mayoritariamente gay en el distrito de Castro de la ciudad” mientras estaba en San Francisco, informó The Wall Street Journal.
Defendió a P. James Martin, sacerdote jesuita y activista LGBT
Es posible que el obispo McElroy sea el más apasionado defensor del sacerdote jesuita y activista LGBT P. James Martin, quien alienta los “matrimonios” del mismo sexo y ha sugerido que la enseñanza católica sobre la pecaminosidad de los actos homosexuales no es “autorizada”.
En 2017, McElroy arremetió en contra de las críticas a Martin por sus posturas disidentes, acusando a los detractores del sacerdote de exagerar la castidad y de incurrir en “homofobia” y “violencia verbal” y enmarcándolos como parte de un “cáncer de vilipendio”. El obispo argumentó que Martin no es heterodoxo, a pesar de su descarado apoyo a los “matrimonios” homosexuales, y dijo que sus críticos estaban motivados por un “ataque encubierto contra el Papa Francisco”.
En el contexto de la negativa a invitar a Martin a dar conferencias debido a sus puntos de vista pro-LGBT, McElroy dijo: “Tenemos que enfrentar el hecho de que hay un grupo de personas a través de todos los puntos de vista religiosos que son particularmente antagónicos a las personas LGBT”. “Eso viene de lo más profundo del alma humana, y es realmente corrosivo y repugnante”, continuó.
McElroy condenó regularmente a los católicos que se oponen a la homosexualidad y la transexualidad por ser “destructivos” y prejuiciosos.
En 2016, culpó del tiroteo masivo en un club nocturno homosexual en Orlando, Florida, a “una noción falsa de la fe religiosa” y dijo que el incidente “es un llamado para que nosotros, como católicos, combatamos cada vez más vigorosamente el prejuicio anti-gay que existe en nuestra comunidad católica y en nuestro país”. Se cree que el tiroteo, perpetrado por un islamista radical acusado en su momento de ejercer la homosexualidad, fue un acto de venganza por los ataques militares de Estados Unidos contra el ISIS.
Defendió a Theodore McCarrick, ex cardenal acusado de abuso sexual
Al igual que muchos de sus hermanos obispos de izquierda que adjudican la crisis de los abusos clericales a la estructura jerárquica de la Iglesia, McElroy recibió críticas por el mal manejo personal de las acusaciones de abuso, incluso en relación con el ex cardenal Theodore McCarrick.
En 2016, el obispo de San Diego recibió una carta de 13 páginas en la que se detallaban las acusaciones contra McCarrick por parte de A.W. Richard Sipe, un destacado investigador de los abusos sexuales cometidos por sacerdotes. Sipe escribió que había entrevistado a 12 seminaristas y sacerdotes que atestiguaron proposiciones sexuales y acoso o actividad sexual con McCarrick. McElroy no respondió a la carta y más tarde dijo que la había ignorado porque no podía corroborar las acusaciones.
McElroy era “muy consciente de los abusos de McCarrick”, según el testimonio en 2018 del ex nuncio apostólico en Estados Unidos, el arzobispo Carlo Maria Viganò, quien añadió que el nombramiento de McElroy en la diócesis de San Diego fue “orquestado” por fuerzas poderosas dentro del Vaticano.
Incluso SNAP, la red de activistas de extrema izquierda de supervivientes de abusos, advirtió en un comunicado el lunes que “el obispo McElroy tiene trabajo que hacer para ganar credibilidad”, y “las noticias dicen que se han presentado casi 100 nuevos casos contra su diócesis y que el sur de California se enfrenta ahora a más de 500 nuevos casos”.
“El propio McElroy, mientras estuvo en San Francisco, fue vicario general y convivió con sacerdotes que, resultó, abusaban de niños”, señaló el SNAP.
Bajo el liderazgo de McElroy, la Diócesis de San Diego no le notificó a una parroquia que la policía había iniciado una investigación sobre un pastor asociado por presunta agresión sexual a un seminarista, cuando la diócesis retiró al sacerdote en 2018. El portavoz de la diócesis, Kevin Eckery, defendió la decisión diciendo que el acusador era un adulto y que la diócesis no quería influir en un caso criminal.
Minimizó el aborto y la anticoncepción
El obispo McElroy también es conocido por minimizar el aborto y, en particular, por arremeter contra la designación por parte de los obispos estadounidenses de la matanza legal de cientos de miles de bebés al año como la cuestión “preeminente” para la Iglesia estadounidense.
Antes de una votación sobre la guía de votación de la USCCB (Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos) de 2015, McElroy criticó el documento por haber incumplido supuestamente con el Papa Francisco al poner demasiado énfasis en el aborto y la eutanasia y no lo suficiente en la pobreza y el medio ambiente. Llamar a la vida “preeminente” tenía sentido en la anticuada “visión del mundo de 2007”, dijo a sus compañeros obispos.
McElroy volvió a atacar la guía en 2019, declarando: “No es una enseñanza católica que el aborto sea el tema preeminente que enfrentamos como mundo en la enseñanza social católica. No lo es”. Seguir insistiendo en el aborto como la “prioridad preeminente” es “al menos discordante con la enseñanza del Papa, si no inconsistente” y es un “grave perjuicio para nuestra gente si estamos tratando de comunicarles lo que el Magisterio enseña”, añadió.
En febrero de 2020, mientras hablaba en la Universidad de San Diego, McElroy nombró tanto “el medio ambiente” como el aborto como “cuestiones vitales fundamentales en la enseñanza católica”. También restó importancia francamente a la naturaleza gravemente pecaminosa de la anticoncepción, comentando que “es un mal moral mucho mayor para nuestro país abandonar el Acuerdo Climático de París que proporcionar anticonceptivos en los centros de salud federales”.
En 2016, McElroy prohibió a un sacerdote de San Diego, el sacerdote Richard Perozich, escribir columnas en los boletines semanales de su iglesia después de que el sacerdote hiciera hincapié en las enseñanzas de la Iglesia sobre el aborto y otros asuntos de maldad intrínseca y criticara la inmigración no regulada, las restricciones a la posesión legal de armas y el Islam militante. El padre Perozich se retiró pronto.
Exigió la comunión a los pro-abortistas
Incluso antes de entrar en el episcopado, McElroy apoyó dar la comunión a los políticos que desprecian la enseñanza de la Iglesia y facilitan el asesinato de los no nacidos. En 2005, McElroy criticó al arzobispo de Newark por prohibir la comunión a los políticos proabortistas, ya que la medida hacía que la Iglesia pareciera demasiado “coercitiva”, dijo.
Monseñor McElroy reiteró su postura el año pasado en el contexto de la presidencia de Biden, afirmando que negar la Eucaristía a los “católicos” proabortistas sería una “instrumentalización” del Santísimo Sacramento “con un fin político”, lo que “no debe ocurrir”.
Si los políticos que promueven el aborto no pueden recibir la Comunión porque “la dignidad requiere la unión integral con todas las enseñanzas principales de la fe católica”, entonces pocas personas podrían recibirla en absoluto, escribió, diciendo: “el fracaso en el cumplimiento de esa obligación en su plenitud no puede ser la medida de la valía eucarística en una iglesia de pecadores y cuestionadores, que deben enfrentarse a intensas presiones y complejidades en su vida diaria”.
Empleando su retórica habitual sobre las cuestiones LGBT, McElroy dijo el año pasado que sería “destructivo” prohibir la comunión a Joe Biden o a otros políticos pro-aborto. “La [USCCB] no tiene ningún papel correcto en esto”, subrayó. “La propuesta de excluir de la Eucaristía a los líderes políticos católicos proabortistas traerá consecuencias tremendamente destructivas”, insistió en otra ocasión.
Y en mayo de 2021, McElroy se unió a una carta firmada por más de 60 prelados en la que se pedía al presidente de la USCCB, el arzobispo José H. Gómez, que detuviera las discusiones sobre el valor de la Eucaristía.
El nombramiento de McElroy como cardenal se produjo menos de dos semanas después de que el arzobispo de San Francisco, Salvatore Cordileone, prohibiera formalmente la comunión a la presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi.
Apoyó a Biden mientras que a Trump lo atacó
McElroy es también uno de los pocos obispos que han ofrecido su apoyo público a la administración de Joe Biden.
Apenas tres semanas antes de las elecciones presidenciales de 2020, McElroy defendió la supuesta identidad católica de Biden y se quejó de que alguien la cuestionara. “Tales negaciones son injuriosas porque reducen la enseñanza social católica a una sola cuestión. Pero son ofensivas porque constituyen un asalto al significado de lo que es ser católico”, dijo, criticando los “repugnantes” intentos de “reducir” el catolicismo “a una sola cuestión de política pública”.
Esos comentarios se ganaron una reprimenda directa del obispo Thomas Daly de Spokane, Washington, quien dijo que los comentarios de McElroy “constituían efectivamente una defensa de Biden y otros prominentes funcionarios católicos electos que apoyan públicamente el aborto sin restricciones”.
Poco después de las elecciones de 2020, el obispo McElroy animó a los católicos a trabajar como “orgullosos colaboradores” con la administración Biden, incluso en lo que respecta al “cambio climático” y a la puesta en marcha de la vacuna COVID. Tras la toma de poder de Biden el pasado mes de enero, McElroy lamentó que algunos prelados pensaran que la USCCB “debía adoptar una postura global de confrontación con el presidente y su administración” debido a la “centralidad del aborto”.
En cambio, a los pocos días de la toma de poder del presidente Donald Trump en 2017, McElroy atacó al presidente republicano provida e instó a los participantes en la conferencia del Encuentro Mundial de Movimientos Populares patrocinada por el Vaticano a convertirse en “disruptores” de la administración Trump.
“Él fue ‘el disruptor’. Bueno, ahora todos debemos convertirnos en disruptores”, dijo.
El controvertido discurso para que los feligreses reciban la vacuna covid
Durante el despliegue de la vacuna COVID-19 a principios del año pasado, McElroy presionó fuertemente a sus feligreses para que recibieran las inyecciones, diciéndoles que había “solo un camino real para nosotros como sociedad para salir de la pandemia, y es a través de la adopción de las vacunas por parte de toda nuestra comunidad, así que os animo a que os vacunéis”.
Añadió que era “de vital importancia que todos recibiéramos la vacuna Covid”, incluso para “devolver la alegría de vivir”. Más tarde, McElroy dio instrucciones a los sacerdotes para que no firmaran exenciones religiosas para los mandatos.
Los folletos sobre las vacunas COVID distribuidos por la diócesis de San Diego decían: “Vacunarse es una forma de seguir el mandamiento de Jesús de amar al prójimo… Los católicos también tienen la obligación de proteger a su familia, amigos y comunidad vacunándose tan pronto como sea posible de acuerdo con las directrices y protocolos de salud pública de su zona”. Los folletos no mencionaban la falta de pruebas a largo plazo de las inyecciones ni los posibles efectos secundarios graves.
Su lucha contra la Misa Tradicional en Latín
A los pocos días de la publicación del motu proprio del Papa Francisco del año pasado que limitaba la celebración de la Misa Tradicional en Latín (TLM), el obispo McElroy ordenó que dos de los tres sitios de la diócesis que ofrecían la Misa Antigua dejaran de hacerlo, por lo que relegó la TLM a la iglesia de Santa Ana, ubicada lejos de los feligreses del norte del condado de San Diego, hasta que se pudiera acordar “un único escenario no parroquial para la futura celebración de una misa semanal en el norte”.
“No se permitirán otras celebraciones públicas de la Eucaristía utilizando el Misal Romano de 1962 en la diócesis de San Dionisio”, escribió en la carta, fechada el 2 de agosto. “Los sacerdotes que deseen celebrar la Misa utilizando el texto de 1962 de forma privada deben pedirme permiso específico para hacerlo”, señaló.
Iglesia en crisis
El nombramiento del obispo McElroy por parte del Papa Francisco se produce en medio de una crisis histórica en la Iglesia, en la que altos prelados cercanos al Papa se han mostrado abiertamente partidarios de una aparente herejía sin ninguna repercusión.
El cardenal Jean-Claude Hollerich, relator general del Sínodo sobre la Sinodalidad, por ejemplo, afirmó recientemente que la condena milenaria de la Iglesia a la sodomía es ahora “falsa” porque “el fundamento sociológico-científico de esta enseñanza ya no es correcto”, comentarios que el cardenal australiano George Pell ha calificado de “herejía explícita”.
El cardenal Reinhard Marx, miembro del Consejo de Cardenales Asesores del Papa Francisco, ha comentado de forma similar que los actos homosexuales no son pecaminosos y ha despreciado el autorizado Catecismo de la Iglesia Católica por “no estar grabado en piedra”. La gente “puede cuestionar lo que está ahí”, dijo.
Y la Iglesia alemana sigue virando hacia la herejía y el cisma sin control con el “Camino Sinodal”, una iniciativa que busca cambiar la enseñanza inmutable de la Iglesia sobre la sexualidad, el sacerdocio y la estructura de la Iglesia.
Al mismo tiempo, el Papa Francisco ha intensificado los ataques a los católicos fieles y tradicionales, como el popular obispo de Puerto Rico Daniel Fernández Torres, que fue destituido de su diócesis en marzo sin explicación ni decreto formal, supuestamente por respaldar las exenciones de conciencia de los feligreses a los pinchazos del COVID-19.
La semana pasada, el Vaticano ordenó al obispo francés Dominique Rey, de mentalidad tradicional, que suspendiera las ordenaciones de sacerdotes y diáconos, también sin dar explicaciones.