Fuente: Vision Times en español
Comentario
Recientemente, se dio a conocer el hallazgo de que científicos israelíes fueron capaces de crear y hacer evolucionar embriones sintéticos de ratones, sin utilizar óvulos, esperma o un útero biológico. La noticia fue recibida con beneplácito dentro de la comunidad científica y ahora una empresa biotecnológica planea dar un paso más y utilizar esta misma técnica para crear embriones humanos que en un futuro podrían servir -por ejemplo- para cultivar órganos para trasplantes.
Aunque la absoluta mayoría de los medios de comunicación lo informaron como algo positivo, la idea parece un poco aterradora, sobre todo para las personas de fe. También -a los que han mirado esa película- seguramente se les venga a la mente «La isla«, un film de 2005 que mostraba una suerte de campo de concentración con miles de clones pasando los días en la ignorancia para un día ser usados como «banco de órganos» para sus «originales».
Embriones y órganos «cultivados»
Los investigadores israelíes llevaban años trabajando en técnicas para reprogramar células madre y en el desarrollo de un útero artificial que pudiera cultivar embriones de forma más eficaz y esta vez, dicen haberlo logrado.
El 1 de agosto, la revista Cell publicó un artículo en el que el profesor Jacob Hanna del Instituto de Ciencias Weizmann, en Israel, y su equipo describieron su experimentación con células madre de ratones cultivadas in vitro para crear embriones sintéticos.
El equipo de investigación finalmente comprobó que la forma de las estructuras internas y los patrones de expresión genética de estos embriones sintéticoscoincidían en un 95% con los naturales. Además, sus órganos también parecían ser funcionales.
Pero la experimentación no solo quedaría en animales sino que ya se estaría avanzando hacia los humanos. La compañía israelí Renewal Bio -de la que justamente uno de los fundadores es Hanna- está trabajando para crear embriones humanos que produzcan órganos a partir de células madre.
Segúnindican, esos órganos se podrán usar -entre otras cosas- para dejar de usar animales en los ensayos clínicos, para trasplantes o para rejuvenecer el sistema inmunitario de personas mayores.
De hecho, Hanna y otros voluntarios ya están usando su propia sangre para empezar a crear embriones humanos a partir de sus células madre.
Su objetivo es gestarlos hasta el equivalente de entre 40 y 50 días de embarazo que es cuando se forman tanto los órganos básicos como las extremidades y los dedos.
Hanna piensa que en lugar de desarrollar un protocolo diferente para cultivar células, por ejemplo, del riñón o el hígado, algún día serán capaces de crear un modelo sintético similar al del embrión y luego aislar las células que se necesiten.
“No tendremos que dictar a los órganos emergentes cómo deben desarrollarse”, opina el investigador. “El propio embrión es el que mejor lo hace».
Dilemas éticos
«Renovar la humanidad, haciéndonos a todos jóvenes y sanos» ¿suena muy lindo, verdad? Esa utopía es supuestamente la misión de Renewal Bio, aunque no indica que a qué costo se podría lograr eso.
Evidentemente, esta experimentación plantea dilemas éticos. Si la tecnología realmente logra prosperar y evolucionar los embriones humanos como aspira la compañía israelí, inmediatamente se abrirá un debate sobre si estos embriones humanos sintéticos tienen algún derecho y si es ético que experimenten con ellos.
A pesar de que Hanna no cree que un embrión artificial hecho de células madre y mantenido en un laboratorio cuente alguna vez como un ser humano, tiene un «plan de contingencia» para asegurarse de que no haya «confusión», aunque la idea sigue sonando espeluznante.
Según explica, restringir el potencial de los embriones podría ayudar a evitar dilemas éticos. Por ejemplo, plantea que es posible modificar genéticamente las células iniciales para que el embrión modelo resultante nunca desarrolle una cabeza. “Creemos que esto es importante y hemos invertido mucho en esto”, dice Hanna. Se pueden hacer cambios genéticos que conducen a “sin pulmones, sin corazón o sin cerebro”, detalló Hanna a una revista científica del MIT.
A su vez, sobre el dilema ético que plantea tener un laboratorio lleno de «mini-clones», como ya lo están haciendo con muestras suyas y de algunos voluntarios, el profesor aclaró: “No estamos tratando de hacer seres humanos. Eso no es lo que estamos tratando de hacer”, dice Hanna. «Llamar mini-yo a un embrión de 40 días simplemente no es cierto».
Cabe preguntarse entonces cómo se podrían llamar a esos pequeños embriones sintéticos que los científicos han creado «jugando a ser Dios».
El siglo XXI con su avance en biotecnología y transhumanismo, sumado a la pérdida de fe en Dios y deslizamiento de la moral, ha dejado la puerta abierta a nuevos y horribles tipos de explotación. En este sentido, la sustracción forzada de órganos para la industria de los trasplantes en China es uno de los horrores comprobados que ha dejado conmocionadas a las personas con conciencia de todo el mundo.