Fuente: Hispanidad
El Gobierno de Hungría ha aprobado la obligación de que las madres que estén decididas a abortar tengan que escuchar el latido del corazón fetal. Así lo afirma el documento firmado por el ministro del Interior, Sándor Pintér: los médicos deben “proporcionar a la embarazada una indicación de los signos vitales del feto, de una forma claramente identificable“.
La actual ley del aborto, en vigor desde 1992, solo permite el aborto libre hasta la semana 12 de gestación, plazo que es prorrogable hasta la semana 24 por razones médicas. A partir del viernes, todas las madres, sea cual sea, la semana de embarazo en la que estén, si deciden abortar, deberán escuchar el latido del corazón del hijo que pretende matar.
Este tipo de norma ya se ha probado en varios Estados Unidos, y el éxito es rotundo (por eso molesta tanto a los abortistas). Por ejemplo, en Texas, estado pionero en implantarla, se han salvado más de 24.000 niños de ser abortados
Esta norma no es la primera de Viktor Orbán en la defensa de la vida. Cuando el húngaro llegó al poder en 2010 encontró una economía “totalmente rota”, y decidió centrar sus políticas en la revitalización de la familia, convencido de que “no es posible construir una sociedad sana sin familia”. La maternidad se ha visto incrementada en un 25%, desde su llegada al poder. Por ejemplo, el 2,5% del PIB en Hungría se dedica a la promoción de la familia, el IRPF se reduce en función del número de hijos e incluso se ve suprimido para los jóvenes menores de 25 años.
Este año, hubo un referéndum en Hungría convocado por Orbán sobre la “Ley de Protección de la Infancia” y el 90% de los húngaros que votaron, marcaron ‘no’ al adoctrinamiento en ideología de género a sus hijos en las escuelas. Por otro lado, la Constitución húngara reconoce “algo básico” como que “la madre es una mujer y el padre es un hombre”. Además, Orbán pidió a Bruselas que les dejaran en paz: “Que vivan como quieran, pero que nos dejen vivir. Solo hay que aceptar que el padre es hombre y la madre es mujer”. “
Todas estas políticas y declaraciones le han costado los fondos europeos a Hungría, ya que el país está mal visto en Bruselas. Entiéndanlo, defienden su Constitución sobre la europea y su soberanía, no están dispuestos a dejar que los niños y jóvenes sean adoctrinados, defienden la vida y la familia y son fieles a sus principios cristianos. Nada de esto gusta a Bruselas, el Nuevo Orden Mundial imperante en una Europa decadente ha conseguido que todo lo católico se convierta en ultra y fascista. Y hay nada más ultra y fascista que defender la vida.