Fuente: gaceta.es

El Gobierno de Viktor Orbán ha decidido que, a partir del 15 de septiembre, las mujeres que quieran abortar en Hungría tendrán que escuchar antes el latido del corazón de su hijo no nacido.

El ministro del Interior húngaro, Sándor Pinté, ha firmado un decreto por el que se modifica la Ley de protección de la vida fetal en el país centroeuropeo. El escrito ministerial ha añadido un nuevo requisito al formulario de solicitud de aborto.

La novedad es que, a partir de ahora, las mujeres que quieran acabar con la vida de su hijo en el vientre deberán presentar un documento emitido por un ginecólogo que certifique que se les ha presentado una clara “identificación de los signos vitales del feto”, informó Mandiner, un sitio de noticias políticas húngaras, según recoge Hungary Today.

La “identificación de los signos vitales del feto” significa, básicamente, escuchar el latido del corazón del feto. Esto significa que, en virtud de la normativa vigente a partir del 15 de septiembre, el aborto en Hungría estará sujeto a que las mujeres que quieran realizarlo escuchen antes los latidos del corazón de sus hijos no nacidos.

Telex, un medio de comunicación húngaro, ha escrito al Ministerio del Interior preguntando si así deberían actuar los médicos en el futuro. El Ministerio respondió revelando que el Colegio de Profesionales de la Salud había adoptado una nueva directriz sobre la determinación y clasificación del riesgo de embarazo vivo intrauterino.

“La investigación muestra que casi dos tercios de los húngaros asocian el comienzo de la vida de un niño con el primer latido del corazón. Los latidos del corazón se pueden detectar temprano en el embarazo utilizando herramientas modernas, y la guía recomienda una gama más completa de información para las mujeres embarazadas”, se lee en el comunicado.

El Gobierno de Fidesz que encabeza Orbán, y que estrenó en abril su cuarto mandato consecutivo, se ha caracterizado por fomentar políticas en favor de la natalidad y la familia, con unas ayudas que ya quisiéramos en España, algo que parece molestar al diario español El País. «Fidesz dedica un 5% del Producto Interior Bruto (PIB) del país a políticas que fomentan la familia tradicional», señalan en un artículo sobre este decreto. «En su empeño por aumentar la natalidad, el Gobierno ha lanzado medidas como préstamos en condiciones ventajosas para los padres o la devolución del 100% de los impuestos a las familias con hijos», parecen lamentar.

Sin embargo, se echaba de menos, dado el cariz del Ejecutivo de Orbán, alguna medida que pusiera coto al drama del aborto. Las normas actuales en Hungría permiten abortar hasta la semana 12 de embarazo, lo cual es una ley bastante permisiva si la comparamos con otros estados conservadores, como la vecina Polonia, que en 2020 restringió el aborto sólo a casos de violación o de riesgo para la vida de la madre.

En los últimos meses, el aborto ha sido protagonista en la actualidad política mundial, debido a la decisión de la Corte Suprema de Estados Unidos del pasado 24 de junio, con la que derogaban Roe vs. Wade, la sentencia que abrió el aborto en el país. Con esa anulación la Corte devolvió a los estados la facultad de legislar sobre el aborto. Muchos de ellos han restringido el aborto con las conocidas, precisamente, como ‘leyes del latido del corazón’ prohibiéndolo a partir del momento en el que se puede escuchar, unas seis semanas de gestación.

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