Fuente: La Derecha Diario

En una reñida definición, el ex convicto Lula da Silva se impuso por la mínima en la primera vuelta de las elecciones presidenciales contra el actual presidente Jair Bolsonaro y habrá ballotage el próximo 30 de octubre.

Los resultados sorprendieron a los medios más tradicionales ya que prácticamente todas las encuestas, operadas por la izquierda, indicaban que el líder del Partido de los Trabajadores (PT) ganaría en primera vuelta con más del 51% de los votos.

Con el 94,05% de los votos escrutados, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) determinó que la tendencia era irreversible y que Lula, con el 47,54% de los votos, y Bolsonaro, con el 43,96%, irían a segunda vuelta.

Como se esperaba, el resto de los candidatos se ubican muy lejos de los principales aspirantes. Simone Tebet, candidata de centro del Movimiento Democrático Brasileño (MDB), y Ciro Gomes, nacionalista de izquierda del Partido Democrático Laborista (PDL), apenas superan el 4 y 3%, respectivamente. Los otros siete, en tanto, suman apenas más de 1% todos juntos.

“Bolsonaro empieza en la delantera. Yo aposté: Datafolha va a equivocarse (de nuevo)”, escribió en su cuenta de Twitter Eduardo Bolsonaro, diputado federal e hijo del presidente, refiriéndose a la encuestadora que nunca sondeó al presidente arriba del 40%.

En el inicio del conteo de votos, Bolsonaro empezó con más de siete puntos de ventaja, que se fue reduciendo a medida que avanzaba el escrutinio en el Nordeste del país, bastión de la extrema izquierda brasileña. En el búnker del PT, en un hotel de Sao Paulo donde Lula estaba preparando una celebración de victoria en primera vuelta, el criminal debió guardarse el festejo.

Bolsonaro mantuvo la misma cantidad de votos, alrededor de 50 millones de votos, que obtuvo en la primera vuelta del 2018. Por su parte, Lula sacó poco más de 55 millones de votos, lejos de los 58 millones que obtuvo en la elección del 2018.

De cara a la segunda vuelta, se decidirá directamente entre Bolsonaro y Lula, por lo que los otros 10 millones de votos que fueron a terceras fuerzas deberán optar por un lado o el otro. Además, se espera que haya otro 10 millones de votos de personas que no votaron en esta oportunidad que sufragien en ballotage, un fenómeno que se viene repitiendo en cada elección donde se llegó a esta instancia.

A pesar de que la presidencia no está definida, el Congreso quedó en manos de Bolsonaro y sus aliados. De hecho, a Lula le fue particularmente mal debajo de su boleta, y a lo largo del país sus candidatos sacaron considerablemente menos votos que él. Por su parte, prácticamente todas las gobernaciones más importantes que se disputaban esta elección irán a ballotage, entre candidatos bolsonaristas y lulistas.

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