Por Oriana Rivas – PanAm Post

La ciudad de Nueva York se declaró en «estado de emergencia». La llegada de migrantes irregulares pone en una posición incómoda al alcalde Eric Adams, quien admitió en una conferencia de prensa que la ciudad «no puede acomodar la cantidad de autobuses» que están llegando a diario.

Sus palabras responden a la política emprendida desde Texas por el gobernador Greg Abbott, quien se ha dedicado a enviar autobuses con migrantes a ciudades con gobiernos demócratas, entre estas Nueva York, para así expresar su rechazo a las medidas migratorias de la Administración Biden y a la vez buscar crear conciencia sobre la grave situación que se vive en la frontera, en vista de que el Gobierno Federal no ofrece soluciones.

El alcalde de Nueva York intenta transmitir un sentido de urgencia al señalar que la atención a la cantidad de migrantes que ha recibido en su ciudad costará unos 1000 millones de dólares. Sin embargo, en nada se compara esta situación con la que se vive en los estados fronterizos. El Partido Demócrata se jacta de incluir a la Gran Manzana entre lo que se conoce como «ciudades santuario», pero reclama cuando se le exige afrontar una crisis migratoria real.

«Nueva York declara una emergencia por la llegada de aproximadamente 17000 migrantes en seis meses, transportados en autobuses tanto por el gobernador de Texas como por la ciudad de El Paso, liderada por los demócratas. Pero en los meses pico, 17000 migrantes es lo que se registra en Texas en un promedio de tres a cuatro días, de ahí el transporte en autobús», explicó el periodista Bill Melugin, de Fox News.

Hoteles y escuelas llenas

El envío de autobuses con migrantes a distintas ciudades bajo control demócrata está sirviendo no solo para presionar a los voceros del gobierno de Biden, sino para evidenciar cómo las políticas que tanto defienden para ganar votos dejan de ser beneficiosas cuando les toca afrontar las consecuencias.

Al respecto, el alcalde de Nueva York quiso excusarse. «Esta crisis no la creamos nosotros [los demócratas], afectará a todos en esta ciudad ahora y en los próximos meses», aseveró.

Irónicamente, Adams arremetió contra un compañero de partido, el alcalde de la ciudad fronteriza de El Paso, Oscar Leeser. «El Paso, el administrador de la ciudad, el alcalde, debería dejar de enviar autobuses a Nueva York», dijo. No conforme con eso, agregó que «nunca hubo un acuerdo» con Leeser para enviar solicitantes de asilo.

Otros datos que dejan ver la premura del alcalde demócrata —mencionados por él mismo— tienen que ver con el hecho de que la ciudad está alquilando habitaciones en más de 40 hoteles y que 5500 estudiantes de familias migrantes se han matriculado en el sistema de educación público (en comparación con el último balance de 3200). Otro daño colateral del desbordado número de cruces irregulares permitido por la Administración Biden.

«Hasta que Biden haga su trabajo»

El gobernador Greg Abbott respondió al alcalde de Nueva York. «Continuaremos transportando a los migrantes a Nueva York, Washington DC y Chicago para aliviar a nuestras abrumadas ciudades fronterizas hasta que Biden haga su trabajo para asegurar la frontera», escribió en Twitter.

Al mismo tiempo, Abbott recordó que las ciudades santuario como Nueva York «experimentan una FRACCIÓN de lo que enfrentan las comunidades fronterizas de Texas todos los días».

Tiene razón. A mediados de septiembre, tan solo en 24 horas, el sector de El Paso, Texas, registró 1967 cruces irregulares. Eso sin contar a personas que logran fugarse y no son censadas, pero igualmente permanecen en territorio estadounidense.

Mientras tanto, ni la vicepresidente Kamala Harris ni Joe Biden se molestan en aplicar medidas que permitan regular la crisis fronteriza.

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