Fuente: Panampost.com
El presidente chino Xi Jinping va rumbo a asegurar un tercer mandato. Lo hará en el próximo XX Congreso Nacional del Partido Comunista de China (PCCh) que comenzará este 16 de octubre. Es en sí, un proceso interno del gigante asiático que marcará la pauta para convertirse en un Estado aún más poderoso, incluso por encima de su gran rival Estados Unidos para crear un nuevo orden mundial. Su gran anhelo.
Teniendo claro que el régimen funciona como «un sistema de cooperación multipartidista y consulta política dirigida por el PCCh». Entonces, hay muchas cosas que Xi Jinping quiere arreglar a su favor, comenzando por quienes no compatibilizan al 100 % con sus ideas.
Por eso, posiblemente, inició la purga interna que ahora trasciende en medios occidentales. Agencias como AFP reseñan que el secretario general del PCCh se embarcó en una “última ronda de purgas” para supuestamente erradicar a los funcionarios «deshonestos». Usa el calificativo de «tigres» para los de alto nivel y «moscas» para los de bajo rango.
Habla de una campaña anticorrupción, pero no es más que una garantía para «un control más estricto, si no absoluto, sobre cuestiones de personal y políticas (en el Congreso)”, advierten expertos. Xi Jinping sabe que será reelegido, pero eso no lo exime de cierta «paranoia». Todo sea por seguirse expandiendo dentro y fuera de China.
«La gran purga»
El límite de dos mandatos presidenciales fue eliminado en el año 2018 por el PCCh. Por eso, Xi Jinping se convierte en el primero que altera la forma de sucesión desde 1990. Todo lo ha ido construyendo de a poco. Desde 2012 cuando asumió por primera vez la presidencia, ha sancionado a alrededor de millón y medio de funcionarios, según datos del organismo disciplinario del partido.
Hace cinco años, más de 170 ministros y oficiales de la jerarquía de un viceministro fueron despedidos o encarcelados previo al XIX Congreso Nacional de China, apuntó BBC. Algunos con cadenas perpetuas. Eso demuestra que las purgas políticas son comunes para Xi Jinping. Tal como lo han hecho otros grandes dictadores de la historia (como Sadam Hussein en Irak), para acabar con sus rivales.
En ese momento, «la gran purga» alcanzó a Zhou Yongkang, otrora tercer líder más veterano de China y que estuvo al mando de los servicios internos de seguridad hasta que se jubiló. En 2015, fue encarcelado de por vida por «cohecho, abuso de poder y revelación de secretos de Estado». Historias como la suya abundan.
Este año el exviceministro de seguridad pública Sun Lijun fue encarcelado. Y es que Xi Jinping busca el control total de esa posición para sus planes políticos. Quien dude, puede observar el endurecimiento de la política «Covid cero» que sirve al mandatario a someter a la población con encierros arbitrarios.
Los pros y contras para Xi
No obstante, por más férreo que sea un autoritarismo, las grietas siempre salen a relucir. Una es el desmejorado desempeño económico que proyectan firmas internacionales, el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional para este año. Tan solo se espera un crecimiento de 2,8 %. Lejos del 5,5 % proyectado por Xi Jinping.
Empresas tuvieron que cerrar obligatoriamente por contagios en los últimos meses, los ciudadanos no podían salir a trabajar y todo eso terminó influyendo negativamente en las expectativas de crecimiento. El régimen habla de cuarentena cuando el resto del mundo levanta restricciones por la pandemia. Pero en realidad, las críticas se centran en que más allá de contrarrestar una enfermedad, lo que busca es consolidar mayor control social.
Aquí surge otra dificulta para el régimen: la población ha mostrado focos de rebelión contra las draconianas medidas incluso haciéndose eco —sin temores— de presuntos «golpes de Estado». Sin sumar que entre la población joven abundan las dudas sobre el modelo de país, que los lleva a inclinarse por los lineamientos meramente comunistas de Mao Zedong.
Si hablamos de los aspectos positivos para Xi Jinping, a pocos días de comenzar el XX Congreso Nacional de China, sería precisamente ese férreo control social, así como su clara influencia sobre el partido.
¿Qué pasa si no es reelegido?
Xi Jinping cumplió 69 años en junio pasado, por ende ya superó la edad habitual de jubilación entre los integrantes del PCCh (68). Sin embargo, eso no lo detiene. Si de diera el muy hipotético caso de no ser elegido, posiblemente su reemplazo esté en algunos de los siete miembros del Comité Permanente del Buró Político del PCCh.
“Es del interés de todos no mencionar el tema de la sucesión”, dijo Yang Zhang, sociólogo Escuela de Servicio Internacional ( SIS ) de la American University a The Washington Post.
Es un tema que no se discute demasiado.