Por Michael Mustapich – BLes.com

 Días atrás, una amplia investigación del Washington Post reveló como productos de software de alta tecnología desarrollados en EEUU están cayendo en las manos de los grupos de investigación militar vinculados a los programas hipersónicos y de misiles en China. A las tácticas de espionaje industrial que ha utilizado frecuentemente el régimen chino para la adquisición de tecnología de punta, se le suman la complicidad de empresas americanas que les venden el fruto de sus investigaciones, a pesar de las restricciones impuestas por el Departamento de Defensa americano.

Estados Unidos posee una lista negra de exportaciones para proteger las innovaciones en el campo militar y evitar que otras naciones, y en especial China, puedan desarrollar armamento u otras herramientas que pongan en riesgo la seguridad nacional. El camino que usan para evitar las normas  es a través de empresas privadas chinas, que luego revenden el material a los grupos de investigación militar chinos.

Los científicos especializados en investigación militar china concuerdan en que la tecnología estadounidense, como los software de ingeniería aeronáutica, son clave para el desarrollo y el avance en el armamento que desarrollan.

“En este caso, la tecnología estadounidense es superior: no podemos hacer ciertas cosas sin tecnología extranjera”, dijo un científico chino que trabaja en un laboratorio universitario que realiza pruebas para vehículos hipersónicos.

El representante Michael McCaul (R-Texas), en una charla con el Atlantic Council, comentó que el armamento chino, como por ejemplo el misil hipersónico que dio la vuelta al mundo en el 2021, se construyó usando tecnología estadounidense.

“¿Cuál es probablemente el mayor ejemplo destacado de esto? El misil hipersónico, el arma que vimos lanzar a China con gran precisión… y que en realidad puede llevar una ojiva nuclear”.

“Cuando lo estudias, te das cuenta de que en realidad se construyó sobre la base de la tecnología estadounidense”.

Tal vez lo más indignante, es que las empresas americanas que aportan esta tecnología fueron beneficiadas con subvenciones y contratos por parte del Pentágono. En síntesis, el dinero de los contribuyentes norteamericanos ayuda en el desarrollo del poderío militar chino.

El programa de Investigación de Innovación para Pequeñas Empresas (SBIR) del Pentágono, incentiva con grandes cantidades de dinero a empresas tecnológicas que pueden desarrollar productos valiosos para los intereses del país. En general son tecnologías que sirven para uso civil y militar.

Dos empresas, Zona y Metacomp, han recibido $31,6 millones y $13,9 millones, respectivamente, según los registros de adjudicación.

Zona Technology, con sede en Arizona, y Metacomp Technologies, con sede en California, crearon un software de simulación aerodinámica que fue vendido a través del proveedor militar Hifar a la Academia China de Aerodinámica Aeroespacial (CAAA). Dicha academia tuvo un papel fundamental en el diseño de las pruebas de misiles hipersónicos chinos del 2021.

BIT es una de las principales universidades de defensa de China, y es una de las entidades cuyo nombre está en la lista negra de exportaciones del gobierno americano. Sus estudios sobre la física avanzada de vehículos hipersónicos son considerados clave para el proyecto de los misiles.

En 2020, la firma de Pensilvania Ansys Inc. vendió al BIT un software de ingeniería asistida por computadora por medio de una subsidiaria de su socio chino, Pera Global, según documentos de adquisición y documentos de la empresa.

Se descubrió también que Ansys vendió su tecnología a otros grupos chinos que están dentro de la lista negra usando el mismo sistema de reventa, como el Instituto de Investigación de Misiles Aire-Aire de China en Luoyang, que desarrolla misiles de alta precisión y largo alcance, y la Universidad Nacional de Tecnología de Defensa.

 El informe del Washington Post identificó a casi 50 empresas estadounidenses que desde 2019 vendieron sus productos tecnológicos a grupos militares chinos usando a intermediarios.

Ganar el terreno perdido

Estados Unidos está especialmente preocupado por el desarrollo de los misiles hipersónicos chinos, sobre todo después del ensayo que asombró al Pentágono en el que el régimen comunista chino lanzó uno de estos artefactos alrededor del globo y aterrizó a solo 24 millas de su objetivo. En este campo, China demostró estar a la vanguardia en su desarrollo, seguido por Rusia y dejando a EEUU detrás.

Este tipo de misil viaja a 1 milla por segundo, lo que lo hace muy difícil de detectar con los radares terrestres o con el sistema de radar espacial. Solo al final del vuelo es posible encontrarlo, por eso los sistemas de intercepción de misiles no podrían destruirlo antes de alcanzar su objetivo. Los misiles balísticos convencionales viajan en trayectorias previsibles, pero los hipersónicos poseen gran maniobrabilidad y pueden evitar las defensas antimisiles.

Otra característica que los diferencia es que viajan a lo largo del borde de la atmósfera.

El Pentágono tomó muy seriamente esta amenaza y ya está trabajando en crear una red de 550 satélites para abarcar diferentes altitudes, y posibilitar la intersepción de armamento hipersónico. A la vez, para recuperar el terreno perdido en esta materia, solicitó 4.7 mil millones de dólares que impulsarán el programa en el año fiscal 2023.

Las armas son parte del programa militar llamado “ataque global inmediato” que, cuando se desplieguen, podrán atacar objetivos en todo el mundo en 30 minutos o menos.  

Mientras tanto, el régimen chino ya cuenta con el misil hipersónico DF-17, y comenzó a trabajar en un prototipo con capacidad para transportar ojivas nucleares.

En junio del 2021, imágenes satelitales mostraban la construcción de al menos 119 silos para albergar misiles nucleares. Por lo que expertos sugieren que China estaría incrementando la cantidad de ojivas, que a la fecha sumaban entre 250 a 350.

La aceleración en esta nueva carrera armamentística pone en evidencia los fallos de parte de los sucesivos gobiernos americanos que, a partir del fin de la guerra fría con la URSS, se confiaron en su posición de dominio militar global, y no consideraron el peligro al darle la espalda a un sistema comunista como el chino, cuyas ansias de dominación y control mundial están grabadas en los genes de su ideología. 

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