Por Oriana Rivas – PanAm Post
La industria petrolera venezolana, controlada por el chavismo, está en una situación complicada. Dos décadas de mala gestión, poco mantenimiento y corrupción han provocado que la producción decaiga a niveles históricos y que nuevamente las promesas en esta materia, hechas por la dictadura de Nicolás Maduro, queden en la nada misma.
La evidencia está en un reciente informe de coyuntura del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello (IIES-UCAB). Allí, queda reflejado que la estimación de la producción petrolera al cierre de 2022 será de 696.000 barriles por día. Muy lejos del millón vaticinado por Maduro hace un año o los dos millones que mencionó en marzo pasado.
Aún con una producción paupérrima, el chavismo se las tiene que arreglar para venderla. Por eso, estaría aplicando exagerados descuentos, que pueden promediar el 45 %, para el crudo conocido como merey 16, según dicho informe. El escenario es poco alentador.
Competir con Rusia en China
No solo hay limitaciones internas por la falta de inversión o de personal calificado. Lo que pasa internacionalmente es importante, en especial, por la guerra de Rusia contra Ucrania. Esto provocó que ante sanciones económicas, Moscú lleve más petróleo a otros mercados generando una disputa que Venezuela no parece capaz de superar.
«Especialmente relevante es la competencia creciente con el petróleo de origen ruso, de mejor calidad y con menores costos de acceso al mercado de los países asiáticos y, especialmente, al de China», cita el estudio que retrata la realidad de la industria venezolana, hoy dependiente de altos descuentos para poder vender.
Aunque Pdvsa tuviera el mejor de los escenarios, tampoco llegaría a producir un millón de barriles por día. Se necesitarían más de 7000 millones de dólares para reactivar «parte» de la capacidad instalada. Luego de eso, se podría llegar a una meta de 820.000 barriles diarios para 2023. Es decir, un incremento anual del 17 %.
Turbios negocios entres rusos y venezolanos
En general, la situación es grave para lo que una vez fue la fuente de ingresos por excelencia de Venezuela y más alarmante es lo que ocurre bajo cuerda. Este 19 de octubre trascendió cómo la Justicia estadounidense identificó a ciudadanos rusos y venezolanos en la comercialización ilegal de petróleo.
Yury Orekhov y Artem Uss usaron una empresa creada en Alemania (llamada NDA), para enviar el petróleo venezolano a compradores rusos y chinos. Sin embargo, para vender petróleo de Pdvsa se necesitaban socios. Es acá cuando aparecen los venezolanos Juan Carlos Soto y Juan Fernando Serrano, quienes ayudaban a gestionar los contratos. Todo esto a pesar de las sanciones estadounidenses que pesan sobre el país caribeño desde 2019 y más recientemente sobre Rusia, producto de la violenta invasión iniciada por Vladímir Putin.
En una de esas tandas comerciales, Orekhov y Uss vendieron a una empresa de aluminio. Y aunque la información revelada por Reuters no incluye el nombre, sí detalla que estuvo sancionada durante casi un año. Eso coincide con las restricciones contra RUAL.MM, propiedad de Oleg Deripaska, un multimillonario amigo de Putin.
«El dinero es la clave»
Ahora bien, no es el único detalle que salió a la luz sobre Juan Fernando Serrano. Denominado como «comerciante petrolero», también dirige una empresa de comercio de materias primas llamada Treseus, con oficinas en Madrid según su sitio web.
«No se menciona a Venezuela, pero Treseus vende asfalto (bitumen), el mejor del cual está hecho del crudo pesado de Venezuela», explicó por Joshua Goodman, periodista de Associated Press, mientras hacía referencia a un documento emitido por la oficina del Fiscal Federal para el Distrito Este de Nueva York. El crudo ilegal fue supuestamente intermediado por Treseus para Venezuela con un enorme descuento del 40%.
Una frase de Juan Fernando Serrano salió a relucir en los documentos de la justicia estadounidense: «el dinero es la clave».
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