Fuente: El American
Dentro de unos días se estrenará en exclusiva para Nintendo Switch el videojuego Bayonetta 3. La tercera entrega de esta aclamada serie de juegos tipo hack and slash se ha visto envuelta en la polémica tras el llamado a su boicot hecho por la actriz de doblaje de su protagonista en las entregas anteriores, Hellena Taylor.
La expectativa por la salida de Bayonetta 3 era muy alta entre los jugadores, pero tras la polémica generada por Hellena Taylor, el estreno ha trascendido de la comunidad gamer, pasando a convertirse en tema de conversación de la prensa generalista.
Hellena Taylor, quien diera voz a la bruja Bayonetta en las dos primeras partes, publicó recientemente en sus redes sociales un vídeo llamando al boicot de Bayonetta 3, quejándose de que los $4,000 que le habían ofrecido por el trabajo le parecía muy poco dinero.
El trabajo en Bayonetta 3 ha ido a parar a la actriz de doblaje Jennifer Hale, quien ha dado voz a personajes de series tan importantes como Mass Effect, Metal Gear Solid o BioShock, y quien se ha escudado en los contratos de confidencialidad firmados para no posicionarse públicamente en la polémica.
Hellena Taylor dice de Jennifer Hale que «no tiene el derecho de decir que es la voz de Bayonetta. Yo creé esa voz y no tiene derecho a firmar merchandise como Bayonetta».
En el vídeo se queja de que la franquicia ha recaudado «$450 millones, eso sin incluir merchandise» y que, tras 7 años de preparación y experiencia como actriz de doblaje, los 4,000 dólares que le ofrecieron por su trabajo eran “un insulto para mí y para la cantidad de tiempo que me tomó trabajar en mi talento y todo lo que he dado a este juego y a los fans».
Durante su discurso de queja sobre Bayonetta 3, Hellena Taylor afirmó que «no pedía demasiado. Solo pedía un salario digno y decente. Lo que hicieron fue legal, pero fue inmoral» y pidió a los jugadores que «boicoteen el juego y en su lugar den el dinero que se hubiesen gastado en él a la caridad».
Bayonetta 3 y el veneno marxista
A pesar de lo insignificante y tan de nicho que nos pueda parecer esta polémica alrededor de Bayonetta 3, lo cierto es que merece una reflexión sobre cómo las ideas marxistas envenenan la mente de algunos trabajadores y corrompen las relaciones laborales, máxime cuando el debate ha dado el salto a los medios generalistas y esté siendo instrumentalizado por los sospechosos habituales para sacar rédito político.
Aunque Hellena Taylor está en su derecho de quejarse, faltaría más, considero que su razonamiento con Bayonetta 3 está totalmente equivocado, y además es contraproducente para sus propios intereses.
Su vídeo está impregnado de planteamientos marxistas, y al igual que las ideas del propio Marx, demuestran un analfabetismo funcional en lo que a cuestiones económicas y empresariales se refiere.
En primer lugar, al recalcar que ha estado esforzándose durante 7 años en perfeccionar su profesión, incurre en la falacia de la teoría del valor trabajo marxista. Según esta teoría, el valor de un producto vendría determinado por la cantidad de “trabajo social” necesario para producirlo.
En la vida real —alejada de las disquisiciones mentales marxistas— nadie se pregunta por el historial del origen y proceso de fabricación de un bien para estimar su valor, sino que, en el caso de un videojuego, valorarás si su precio compensa la diversión y horas de juego que crees que te proporcionará.
El valor de las cosas se lo da cada individuo de forma subjetiva. A riesgo de simplificar demasiado, puede decirse que ante dos juegos de igual precio e igual nivel de satisfacción, para el consumidor da lo mismo que uno lo haya hecho un equipo de miles de personas muy cualificadas con salarios altísimos y con medios de vanguardia, o que lo haya programado un chaval en su computadora vieja en sus ratos libres.
Esto entronca con otras de las erróneas afirmaciones de Hellena Taylor, que es la de reclamar «un salario digno y decente». Sin duda, está influenciada por el caduco adagio marxista “de cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades”.
Una sociedad con una economía libre y próspera no puede funcionar bajo esta premisa, como se ha demostrado históricamente en demasiadas ocasiones. Esta doctrina no funciona por varios motivos. En primer lugar, porque es imposible determinar de una forma ética y objetiva cuáles son esas capacidades y esas necesidades de cada cual. Además, a la larga, acaba socavando los incentivos que informan a los individuos cuál es la mejor manera que tienen para crear riqueza, qué capacidades potenciar y qué necesidades cubrir.
Según Hellena Taylor en su vídeo, su sueldo no le da ni para comprarse un coche. No es la función de Nintendo ni la de sus clientes analizar si la actriz de doblaje de uno de sus personajes necesita un coche, y mucho menos cuál necesita, ya que quizás ella considere que en vez de un utilitario de segunda mano merece un Tesla nuevo de paquete.
En el mundo real, la empresa desarrolladora debe decidir cómo repartir los recursos de los que dispone entre los diferentes empleados que necesita para hacer un juego lo suficientemente atractivo como para poder venderlo al precio que sus clientes estén dispuestos a pagar. Las circunstancias personales de cada uno de ellos, en principio, son indiferentes para la empresa, que pujará por los que considere más apropiados para sus objetivos y se pueda permitir; como por cierto ha hecho al sustituir a Hellena Taylor por Jennifer Hale.
Quienes determinan los precios de este libre mercado son las empresas productoras de videojuegos con sus presupuestos por un lado, los diferentes perfiles de trabajadores que hacen falta para su desarrollo y que negocian sus salarios por otro, y los consumidores que deciden cuánto pagar por los juegos en último lugar.
Esta negociación dinámica da como resultado que cada uno, según sus aspiraciones, tenga la información necesaria para saber si debe dedicarse o no a ese trabajo. Si la industria de videojuegos no diera suficientes beneficios, Nintendo seguiría fabricando cartas de temática floral o habría desaparecido y los programadores de videojuegos se dedicarían a otra cosa en la que sus habilidades informáticas fueran más valoradas.
Quienes juegan a videojuegos no lo hacen pensando en que Hellena Taylor ni Jennifer Hale puedan perseguir su sueño de dedicarse profesionalmente a darle voz a personajes femeninos en videojuegos. Lo hacen porque la industria les ofrece un entretenimiento acorde al precio que están dispuestos a pagar por ellos.
Además de estos conceptos básicos y de puro sentido común que el marxismo se encarga de ofuscar, la retórica de la explotación de los trabajadores y de la plusvalía que se quedan los empresarios hacen que Hellena Taylor también malinterprete los $415 millones que supuestamente facturó la franquicia antes de Bayonetta 3.
Más allá de que no se trata de beneficios netos, sino de ingresos pasados —a saber en los gastos que han incurrido para Bayonetta 3 y cuánto recaudará—, y de que reclamar más dinero en nombre de la justicia social, por necesidad, iría en detrimento de otros de sus compañeros de equipo que ganarían menos, o de los jugadores que tendrían que pagar más, Hellena Taylor yerra completamente su planteamiento al enfocar sus posibilidades.
El boicot de Bayonetta 3 no le traerá sino 15 minutos de fama y probablemente le dará mala fama entre la industria y sus compañeros, aunque quizás sí pueda sacar algún rédito político si la convencen para que se convierta en una especie de heroína feminista del proletariado del mundo gaming.
Sin embargo, si se hubiera dado cuenta de que está ante un pastel de $450 millones como mínimo, podría haber visto más allá de los $4,000 dólares que le ofrecían y buscar decenas de alternativas para monetizar su participación en Bayonetta 3. Pero claro, esta es una de las nefastas consecuencias del veneno de las ideas marxistas, que a base de reclamar derechos y denunciar problemas de explotación, acaban atrofiando tu capacidad para encontrar oportunidades y conseguir explotarlas.
Si Bayonetta 3 repite o supera el éxito de sus antecesores —tanto de crítica como de ventas—, Nintendo debería plantearse nombrar de forma honoraria a Hellena Taylor como empleada del mes, ya que la polémica artificial que ha creado con su victimismo desinformado ha conseguido que mucha gente se entere de que Bayonetta 3 se estrenará el 28 de octubre en exclusiva para Nintendo Switch.