Por José Rangel – BLes.com

Cuando el 13 de septiembre del 2022, en pleno vuelo entre Roma y Kazajistán el Papa Francisco dijo:”Siempre estoy listo para ir a China”, se interpretó como una apertura entre el Vaticano y el partido comunista (PCCh), sobre todo después de los sucesos contra  un cardenal católico, que en Hong Kong presidía un fondo pro-democracia.

Tras las palabras papales, los expertos vaticinaron que el Sumo Pontífice  coordinaría con Xi Jinping la renovación del diálogo entre la Santa Sede y el PCCh, para el nombramiento de obispos, sin embargo, no hubo cambios  dada la reticencia china a negociar con cristianos. 

Las inoportunas palabras del Papa, ensombrecieron su periplo por  Nursultan, capital que desde el 13 de septiembre hasta el 15 del mismo mes, acogió un cónclave interreligioso. 

De hecho, parece que Xi no quiso encontrarse con la curia vaticana, pues llegó a  la antigua Astaná  un día después de la salida del Papa. a reunirse con el presidente kazajo, Kassin-Jomart Tokayev

Según una fuente  Vaticana, el comentario de Francisco fue  “una expresión de disponibilidad”, pero el régimen chino dejó claro “que no tenía tiempo libre  para hablar con el Papa”, confirmaron los expertos católicos.

Todo indica que no habrá consenso entre la colina vaticana y Pekín en mucho tiempo, pues el régimen chino ve al cristianismo como una avanzada occidental. 

La iglesia cristiana es perseguida en China

En octubre del 2022, Yang Jianxin, pastor evangélico en la provincia central de  Henan, fue sentenciado a cinco años de prisión por imprimir biblias consideradas “ilegales”, y  violando el estricto control del régimen chino sobre la divulgación de contenido religioso.

Este hombre de fe de  la ciudad de Lingbao, fue acusado de “propaganda enemiga”, como lo definió  el régimen chino después de su arremetida contra la  Iglesia Reformada, donde Jang Jianxin se oponía  a los principios de las Tres Autonomías desde el 2018.

Esto produjo un cisma entre la cúpula comunista y las iglesias cristianas dentro del reformismo, a lo que el régimen respondió con la profanación de símbolos santos y demolición de  templos  ese mismo año.

El concilio ecuménico  de las Tres Autonomías está dominado por el PCCh. 

El régimen chino controla la entrada de bibliografía cristiana a territorio nacional y para ello el coordinador de asuntos religiosos, Lei Shi Hong, determina los montos y cuáles iglesias las reciben. Fue este funcionario quién   tildó de “pornografia” las biblias impresas por el pastor evangélico. 

Yang Jianxin había confiado en 2021, a una imprenta local la impresión de los textos sagrados, pero fue delatado por esta empresa y el siete de febrero del 2022  la fiscalía de la ciudad de Lingbao en Henan, lo detuvo.

Para ser condenado  a cinco años de prisión por los delitos de “propaganda enemiga”, y  “contaminación espiritual”, luego que el juez considerara  las biblias como “pornografia”. 

Marco regulatorio de los asuntos religiosos en China

El Artículo 36 de la Constitución comunista confirma que el régimen chino garantiza la libertad de credo, y deja claro en la letra, que ninguna organización estatal, individuo, o grupo social puede obligar a un ciudadano a aceptar o no, una fe religiosa.

Sin embargo, en el espíritu, la Carta Magna establece que nadie puede utilizar la religión contra el orden de la sociedad, o entorpecer las actividades  del sistema educativo del Estado, dado que los grupos religiosos no estarán sujetos al poder de la dominación extranjera.

Un breve bosquejo histórico nos señala la perversidad del PCCh frente a la fe, cuando en 1982 la Constitución  modificada por última vez en 2004, trazó claramente la línea de persecución religiosa.

En este interregno hubieron las reglas de 1994, que regularon las actividades religiosas de los extranjeros en China, las cuales impedían la “penetración occidental”.

Para el año 2000, un instructivo de  aplicación de la Norma para  Actividades religiosas de los extranjeros, ponía fin a la relativa libertad de que gozaban los misioneros en el país.

Y en 2004, el Reglamento de Asuntos Religiosos  obligaba a excesivos trámites para el Registro de Ministros Religiosos.

El partido comunista chino solo reconoce cinco religiones.

El PCCh es oficialmente ateo, sin embargo reconoce como religiones practicadas en territorio nacional, al budismo, catolicismo, taoísmo, islamismo, y protestantismo, todas, sin excepción, son perseguidas por el aparato comunista.

Estadísticas secretas establecen un número creciente de religiones populares y una docena de comunidades espirituales prohibidas. Esto estimula el aumento de la persecución religiosa en un país considerado con los más altos índices de objetores de conciencia en prisión.

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