Fuente: Vision Times en español
En el último año, la izquierda ha ganado la pulseada electoral en América Latina. Sin embargo, el «romanticismo» propuesto por el socialismo no ha durado mucho y la «luna de miel» con el electorado tampoco. La impopularidad y la falta de gobernabilidad son los síntomas conjuntos en tres países muy diferentes.
El contexto más duro lo vive Pedro Castillo en Perú, quien básicamente desde que llegó está al borde del abismo y de la destitución. En poco más de un año de mandato ha sobrevivido a 3 intentos de vacancia, protestas masivas en su contra, 70 cambios en el gabinete y una gobernabilidad prácticamente nula, en un país que a duras penas lo aprueba en 26 %, según la firma Datum.
Asimismo, los escándalos de corrupción en un periodo muy corto han terminado de manchar su imagen.
En este sentido, La Fiscal de la Nación de Perú, Patricia Benavides, presentó este mes de octubre una denuncia constitucional contra Castillo por los presuntos delitos de organización criminal y tráfico de influencias.
Por su parte, Gabriel Boric de Chile, ha tenido muy poca experiencia en la política y se está encontrando con situaciones difíciles de manejar. Además de activista, solo ha sido diputado de 2014 a 2018, por lo que muchos analizan que le falta «cintura política».
A principios de septiembre, el texto elaborado para cambiar la constitución chilena impulsado por Boric, sufrió un fuerte revés.
El «Rechazo» por cambiar la Carta Magna obtuvo un aplastante 61,92%. En cambio, la opción de aceptar cambiar la constitución, respaldada por le presidente Gabriel Boric, fue apoyada por solo el 38% de los votantes.
El exlíder estudiantil de tendencia izquierdista Gabriel Boric asumió como presidente de Chile el 11 de abril de 2022. Una de sus principales promesas de campaña fue la de elaborar una nueva Carta Magna, lo cual era voluntad del pueblo de acuerdo al plebiscito de 2020, realizado luego de las violentas protestas de 2019. Sin embargo, el proceso no ha sido sencillo y ahora se refleja que al pueblo chileno -gran parte de él conservador- no le gusta la idea de volver «progresista» la Carta Magna.
A 3 años del estallido social, ninguna área evaluada por la consultora Cadem registra mejoras. Así, el 93% opina que la delincuencia está peor que antes, el 90% cree lo mismo acerca de la violencia y el 77% sobre el orden público, tres problemas que van de la mano y que en las últimas semanas se agudizaron con los casos de agresión y homicidio contra carabineros. El 75% de los consultados consideró que la situación económica de Chile ha empeorado; el 73% opinó de igual manera sobre la calidad de la política y el 64% sobre la imagen internacional.
Todo esto hace que la desaprobación del presidente -según la misma encuesta- llegue al 68%, el valor más alto hasta el momento.
En el caso de Colombia, la «luna de miel» del presidente izquierdista y exguerrillero Gustavo Petro con la opinión pública duró demasiado poco.
A pesar de haber sido el último en asumir la presidencia -en agosto de 2022- según una encuesta de Invamer Poll, entre agosto y octubre, la aprobación del presidente colombiano pasó del 56% al 46%, y su desaprobación pasó del 20% al 40%.
El estudio confirma que la mayoría de los colombianos ve al gobierno de Petro con pesimismo, pues el 64% considera que las cosas en el país están empeorando, mientras que solo el 22% cree que están mejorando.
Analistas critican con fuerza su gestión en el terreno económico y social tras las expectativas que generó durante la campaña para ponerle fin a la violencia que ocasionan los grupos terroristas y guerrillas, que él bautizó como “paz total”.
Al igual que Boric para tratar con los mapuches, utilizó un discurso progresista y -en los hechos- la paz total es imposible de negociar con grupos armados y marxistas.
Por otro lado, en lo económico, antes de que asumiera Petro, la deuda externa de Colombia valía 730 billones de pesos al valor que tenía el dólar en ese momento, pues se debe en dólares. Hoy, cuando el dólar ya pasó de largo los 5.000 pesos, la deuda externa colombiana ronda los 880 billones de devaluados pesos, o sea 150 billones más de lo que se debía el 19 de junio.
Es decir, en cuatro meses, el incremento del dólar ha hecho crecer la deuda externa en al menos 20,5 % y -en consecuencia- Colombia es más pobre que a mediados de año.
Los desafíos que tienen estos tres presidentes por delante no son menores y deberán esforzarse para revertir la desaprobación y trabajar para solucionar los problemas que afligen realmente a sus respectivas sociedades. Muchos ciudadanos están ya cansados de las políticas socialistas y progresistas, que no conducen a ningún buen puerto.