Por Hans A. von Spakovsky y  Jake Dentonelamerican.com

Después de soportar años de censura selectiva, el Comité Nacional Republicano ha demandado a Google por el etiquetado masivo de millones de comunicaciones de correo electrónico de la campaña del RNC a sus simpatizantes y donantes como “spam” durante “momentos cruciales de los ciclos electorales”.

La demanda, presentada en un tribunal federal de California, donde Google tiene su sede corporativa, busca una orden judicial que ordene a Google detener su “filtrado masivo” y pide “daños reales, estatutarios y ejemplares” y los honorarios de los abogados.

Las campañas políticas y los partidos políticos dependen cada vez más de los servicios de correo electrónico, como Gmail. Aunque las midterms terminarán pronto, el ciclo de elecciones presidenciales de 2024 comenzará poco después, y la decisión en este caso podría tener un grave impacto tanto en el desarrollo como en el resultado de las próximas elecciones presidenciales.  

El RNC alega que Google discrimina a los republicanos al utilizar su Algoritmo de Filtro de Spam para reducir la visibilidad de los correos electrónicos del RNC, incluyendo el etiquetado como “spam” de los correos electrónicos del RNC a personas que han solicitado específicamente estar en la lista de comunicaciones por correo electrónico del RNC.

En concreto, Google ha puesto en el punto de mira los esfuerzos de recaudación de fondos del RNC, lo que ha provocado la pérdida de una cantidad estimada de más de 2.000 millones de dólares en donaciones desde 2019, según la denuncia.

Pero la demanda también alega que Google ha estado dirigiendo sus correos electrónicos que “comunican mensajes políticos e información importante para conseguir el voto”. 

Los correos electrónicos son un ” canal crucial” para que el RNC se dedique “a su misión principal de llevar a cabo la actividad política”, algo que sin duda es cierto para todos los partidos políticos y organizaciones de partidos, no sólo para el RNC.

A principios de este año, la Universidad Estatal de Carolina del Norte publicó un estudio en el que se descubría que los correos electrónicos de los candidatos republicanos a las elecciones se marcaban como spam en un porcentaje un 820% mayor que los correos de sus oponentes demócratas, lo que perjudicaba considerablemente a los candidatos republicanos.

Tal y como argumenta el RNC, este estudio demuestra de forma creíble que el Algoritmo de Filtrado de Spam de Google está censurando deliberadamente a los republicanos.

En lugar de poner fin a la censura de los candidatos republicanos, Google ha “guardado silencio”, según la denuncia, y ha dejado de responder a los esfuerzos del RNC para encontrar una solución, instando en cambio al RNC a unirse a su “Programa de Remitentes Verificados“, que impondría normas aún más estrictas a los correos electrónicos del RNC que no resolverían la censura.

Y el RNC afirma que la discriminación por parte de Google a la hora de filtrar sus correos electrónicos aumentó drásticamente en febrero de este año, cuando se inició el ciclo electoral de 2022.

La demanda ofrece un interesante contexto histórico para las supuestas violaciones que pone de relieve que, si bien Internet y las comunicaciones por correo electrónico son desarrollos tecnológicos modernos, el principio en juego y el problema que supone que una empresa privada tenga un control “dominante en el mercado” sobre comunicaciones importantes no es nuevo. 

La denuncia señala que, a mediados del siglo XIX, el equivalente a las comunicaciones actuales por correo electrónico eran los telegramas y el recién desarrollado sistema telegráfico. Al igual que Google hoy, una empresa, Western Union, “tenía una cuota de mercado dominante en todo el país”. 

La denuncia alega que Google controla el 53% del tráfico de correo electrónico en el país.

Citando el caso NetChoice LLC v. Paxton, que salió este año del Tribunal de Apelaciones del 5º Circuito, la demanda dice que los legisladores se preocuparon por “la posibilidad de que las entidades privadas que controlaban esta increíble nueva tecnología” de comunicaciones casi instantáneas a través del sistema telegráfico “utilizaran ese poder para manipular el flujo de información al público cuando lo hicieran en beneficio de sus intereses económicos o políticos”.

Western Union “discriminó repetidamente” a ciertos remitentes de telegramas en función de sus opiniones y afiliaciones políticas, e influyó en la “información de las elecciones políticas en un esfuerzo por promover la elección de los candidatos” favorecidos por los directores de la empresa.

Muchos estados han promulgado leyes que prohíben este tipo de discriminación en los servicios telegráficos, entre ellos California, que es aparentemente una de las razones por las que se presentó esta demanda en ese estado. El RNC alega que Google es un “transportista común” dentro de la definición de la ley de ese estado que exige a las empresas de comunicación “entregar los mensajes sin preferencia de tiempo, precio o de otro tipo”. 

La demanda alega además que Google está violando una ley de derechos civiles de California que garantiza un trato “pleno e igual” a todos los establecimientos comerciales. Las políticas de exclusión basadas en la “afiliación política” son una discriminación ilegal.

El RNC también alega violaciones de la ley de prácticas comerciales desleales de California, así como reclamaciones de responsabilidad civil por “interferencia con las relaciones económicas prospectivas” tanto negligentes como intencionadas. 

Además de estas reclamaciones de la ley estatal, el RNC alega que las acciones discriminatorias de Google violan la Ley federal de Telecomunicaciones, 47 U.S.C. § 202.  El RNC reconoce que la Comisión Federal de Comunicaciones no clasifica actualmente a Google como “operador común” dentro de la definición de esa ley y que varias decisiones judiciales han confirmado que la decisión de la FCC es razonable. Pero el RNC dice que está preservando “la cuestión para una revisión posterior o la intervención de la autoridad de la Corte Suprema”.

Este es un caso importante, porque plantea una cuestión crucial que los tribunales, el Congreso y las legislaturas estatales deberían abordar. Cuando las empresas privadas dominan o prácticamente monopolizan las comunicaciones utilizadas por el público -de la misma manera que lo hizo Western Union a lo largo del siglo XIX-, ¿se les prohíbe practicar la discriminación y la censura y el filtrado selectivos de acuerdo con los puntos de vista, las opiniones y los intereses políticos de los directores de esas empresas? ¿O deben ser tratadas como otras entidades privadas sobre las que el gobierno no tiene autoridad reguladora?

Google ha abusado de su dominio del correo electrónico y la navegación por Internet para controlar la expresión en línea. Independientemente del resultado de este caso, el gigante tecnológico debería ser mucho más transparente con el pueblo estadounidense sobre cómo modera y censura los contenidos. El país nunca aceptaría que una empresa de telecomunicaciones bloqueara las llamadas telefónicas, o que el Servicio Postal redirigiera el correo político. La ley debería ofrecer el mismo respeto y protección a las comunicaciones privadas por correo electrónico.

La resolución de este caso ayudará a determinar el futuro de las comunicaciones digitales. Pero no deberíamos depender de los tribunales para que las grandes tecnológicas rindan cuentas. Los legisladores deberían dar prioridad a una legislación que exija una mayor transparencia y que impida a las grandes empresas tecnológicas monopolizar -y controlar- esta infraestructura crítica.

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