
Michael Mustapich – BLes.com
La Ley de Prevención del Trabajo Forzado Uigur dictada en Estados Unidos como una medida para desalentar el trabajo esclavo contra la etnia uigur en Xinjiang, China, comenzó a generar efectos desde su aplicación el 21 de junio del corriente año.
La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EEUU (CBP) incautó 1.053 envíos de equipos de energía solar, desde que rige la ley hasta el 25 de octubre. Así lo informaron las autoridades después de una solicitud de registros públicos pedida por la agencia Reuters. También aclaró que todos los envíos permanecen incautados a la espera de la tramitación pertinente. No se especificó el nombre del fabricante del material ni la cantidad en cada envío, ateniéndose a leyes federales de protección de datos comerciales.
Fuentes confidenciales que mantienen su anonimato por no estar autorizadas a dar al público ciertos datos, dijeron a Reuters que entre los productos retenidos se encuentran paneles solares fabricados por Longi Green Energy Technology Co Ltd., Trina Solar Co Ltd. y JinkoSolar Holding Co. Estas empresas chinas figuran entre las más grandes del mundo en su rubro, y representan cerca del 30% del suministro de paneles solares en EEUU.
Aproximadamente, el 50% del polisilicio utilizado para la fabricación de los paneles solares proviene de la región de Xinjiang.
La nueva ley establece bajo presunción que la entrada de cualquier producto fabricado total o parcialmente en esa área está prohibida, como estipula la Sección 307 de la Ley Arancelaria. Para evitar las restricciones impuestas bajo esta ley, las empresas deberán presentar las pruebas que certifiquen que sus productos no contienen materias primas ni son manufacturados en Xinjiang. La CBP determinará la validez de la documentación y dará vía libre, o no, al producto.
Una lista de empresas chinas que utilizan trabajo forzoso fue publicada por el Departamento de Seguridad Nacional. Si bien no se encontraron empresas de fabricación de equipos solares, sí figuran empresas de polisilicio, como Hoshine, Daqo, GCL y East Hope. Aquellas empresas que compran sus productos a quienes figuran en la lista, quedarían directamente vinculadas a las restricciones aduaneras.
La CBP no hizo comentarios con respecto a cuánto tiempo durará el bloqueo del material incautado. Rhonda Lawson, su portavoz, dijo: En última instancia, depende de la rapidez con la que un importador pueda presentar la documentación suficiente”
Legisladores en otros países del mundo también están reaccionando a las evidencias de trabajo forzoso en Xinjiang. En el mes de julio, la Unión Europea presentó una resolución similar a la vigente en Estados Unidos, pero incluyendo a todos los bienes elaborados con trabajo esclavo en cualquier parte del globo.
La eurodiputada Anna Cavazzini, cree que Europa debe y puede alcanzar sus objetivos climáticos sin violar los derechos humanos. Ella dijo:
“No deberíamos tener que alcanzar nuestros objetivos de cero neto sobre las espaldas de aquellos atrapados en el trabajo esclavo”
Sin embargo, la tarea se presenta complicada.
Con la agenda climática impulsada por la administración Biden, el gobierno busca impulsar las energías renovables para romper con la dependencia a los combustibles fósiles. Solo que ahora, con la implementación de esta nueva ley, resaltó la debilidad de la industria nacional para cumplir con las ambiciones del gobierno.
Un portavoz del grupo comercial American Clean Power dijo que las instalaciones solares en EEUU sufrieron una desaceleración de un 23% en el último trimestre, por la incapacidad de conseguir paneles solares, debido en parte a las incautaciones aduaneras.
Europa se encuentra en la misma encrucijada.
La Asociación de Innovadores Del Mercado de la Energía en Alemania advirtió que si se detienen las importaciones de equipos chinos de energía fotovoltaica, esto provocaría un colapso del sector, ya que estos suministros dependen en su gran mayoría de las importaciones chinas.
En 2021, Europa importó de China más del 80% de polisilicio.
China también produce más del 95% de los denominados lingotes solares, que sirven para preparar las obleas que constituyen los paneles solares, y a la vez es responsable de la casi totalidad de la producción de estas obleas solares a nivel mundial.
Es en Xinjiang donde se encuentra el foco de esta industria solar, por lo tanto, es muy probable que los paneles solares en todo el mundo hayan sido construidos, en mayor o menor medida, con el trabajo esclavo de un ciudadano uigur.
Los paneles solares son solo uno de los productos que la nueva Ley de Prevención del Trabajo Forzado Uigur en EEUU trata de controlar. La región de Xinjiang no solo produce algodón, tomates o polisilicio, también juega un papel en la industria del automóvil, en la farmacéutica, o en la fabricación de baterías avanzadas, por lo que el riesgo de estar expuestos a usar productos hechos con mano de obra esclava son altos.
Una investigación publicada por Altana demostró que casi 1 millón de empresas estarían vinculadas al trabajo forzoso uigur, formando un entramado comercial con millones de relaciones comerciales repartidos en casi 600 subindustrias diferentes, abarcando a la mayoría de los países del mundo.
Desde remeras para Latinoamérica, maquinillas de afeitar en Australia, electrónicos para los europeos o antibióticos para consumo mundial, todos pueden haber tenido en sus manos un producto hecho por un esclavo moderno.
La Fundación de Investigación Laogai dice que hay más de 1000 centros de detención manejados por el régimen chino, una fuente inagotable de mano de obra gratuita, y por supuesto varios de ellos se encuentran en Xinjiang.
El dilema que plantea seguir las normas y reglas comerciales respetando la dignidad del trabajador y los derechos humanos, aun sacrificando parte de las ganancias y una mejor posición en el mercado competitivo, o seguir alimentando a una máquina que genera riquezas gracias al sufrimiento de millones de personas, dirigida por un régimen que no duda en violar cualquier ley con tal de llegar al liderazgo del entramado comercial mundial.
David Ball de la Campaña de Solidaridad Uigur, dijo que esta nueva ley “ayudará a elevar el perfil del problema y avergonzar al gobierno chino, obligándolo a explicar y defender sus prácticas de sobreexplotación”.
Por su parte, Jewher Ilham, el coordinador del proyecto de trabajos forzados en el Consorcio de Derechos de los Trabajadores, agregó:
“No hay duda de que estas prohibiciones y su esfuerzo por acabar con la complicidad empresarial están teniendo un profundo impacto económico que ejerce una presión real sobre el gobierno chino para acabar con el trabajo forzoso patrocinado por el Estado”