Por Carlos Esteban – gaceta.es
Vaya, al final va a resultar que sí ha habido injerencia en los procesos electorales de Estados Unidos, como se pasaron cuatro años anunciando los periodistas estrella de la prensa norteamericana durante el mandato de Donald Trump. Solo que no se trata de la desmontadísima «trama rusa» ni estaba el Kremlin detrás de los oscuros manejos, si no el muy gringo pajarito azul, Twitter. Y, tenemos que suponer, el resto de grandes redes sociales.
La denuncia la hace quien tiene buenas razones para saberlo, el propietario de la propia red social desde hace poco, Elon Musk, que ha venido a confirmar de buena tinta lo que, al fin, sabía hasta el que asó la manteca: «Twitter ha interferido en las elecciones».
Y lo hizo como suele hacerlo últimamente, a través de su nuevo juguete, del que parece inseparable. La historia ha sido así: en un debate tuitero sobre un artículo de Reuters en el que el exjefe de Seguridad de la empresa afirma que Twitter «no es más seguro» con Musk, una usuaria, @EvaFoxU, comenta: «Twitter ha demostrado que no es seguro durante los últimos 10 años y ha perdido usuarios». Añadía que era una vergüenza que ahora viniera el antiguo responsable de seguridad de Twitter a ponerle peros a la nueva gestión. «Tuvieron una oportunidad, pero vendieron sus almas a una corporación».
Y ahí entró Elon. «Exactamente», confirma el nuevo dueño. «La realidad evidente, como saben los usuarios desde hace mucho tiempo, es que Twitter ha fallado en confianza y seguridad durante mucho tiempo y ha interferido en las elecciones». Y añadió: «Twitter 2.0 será mucho más efectivo, transparente e imparcial».
La cuestión más escandalosa de esta injerencia fue, naturalmente, la incomprensible decisión de Twitter de censurar toda información sobre el escándalo del portátil de Hunter Biden, llegando incluso a eliminar la cuenta del diario que había dado la exclusiva del hallazgo, el New York Post. Los contenidos del disco duro son realmente explosivos, revelando una gigantesca trama de corrupción en la que intervenían estados extranjeros, amigos y rivales, que básicamente pagaban a Hunter para tener un trato de favor de su padre, Joe Biden, entonces vicepresidente de Barak Obama.
La prensa se unió casi unánime a las redes sociales en esto, asegurando que toda la noticia sobre el portátil era «desinformación rusa», lo que confirmaron decenas de agentes del FBI, con lo que se consiguió parar un escándalo que sin duda hubiera hundido la candidatura de Joe Biden en las presidenciales. A toro pasado, ya no queda ningún medio serio que dude de la veracidad del contenido del «portátil del infierno».
A cuenta de eso, el usuario Alex Lorusso, expulsado de Twitter y ahora amnistiado, se ha dirigido en la red a Musk solicitando, como único medio para restaurar la confianza de los usuarios en el pajarito azul, que el multimillonario revele públicamente las negociaciones que llevaron a la decisión de tapar todo el asunto. A lo que Musk responde afirmativamente: «Es necesario para restaurar la confianza».
En los pasillos del poder no les debe llegar la camisa al cuerpo. Musk ha entrado en Twitter como un elefante en una cacharrería, y los políticos demócratas y los servicios de Inteligencia van a tener que dar muchas desagradables explicaciones si el sudafricano cumple lo que promete y publica todos los tejemanejes que han llevado a un régimen de censura y propaganda en la red social.