Por Roderick Navarro – Panampost.com

Las FARC y el ELN son grupos guerrilleros colombianos dedicados al narcotráfico y al terrorismo. Su proyecto es colectivista y creen fundamentalmente en el uso de la violencia en la política, un rasgo en común con proyectos como el nazismo o el fascismo derrotados en la Segunda Guerra Mundial. Son reconocidos por las dictaduras de Cuba, Nicaragua y Venezuela como grupos beligerantes que merecen privilegios y concesiones de la sociedad colombiana a la que tanto han hecho daño. Y son, según los líderes revolucionarios, víctimas de su principal enemigo: las Fuerzas Armadas.

En toda mente revolucionaria, las fuerzas del orden son una amenaza y por eso tienen que ser destruidas. Pero como es imposible para ellos destruirlas por la fuerza, se hace necesario hacerlo por otras vías. Aquí es donde entra el Foro de São Paulo, que luego de la caída de la URSS se proponen cambiar radicalmente la estrategia revolucionaria castrista por la estrategia revolucionaria gramcista, esto es, dejar a un lado perseguir el poder por las armas y hacerlo a través de la cultura, el entretenimiento, la educación y elecciones democráticas. Fidel Castro y Lula da Silva son los padres de la criatura y ambos dieron la bienvenida a las FARC y al ELN en este proyecto.
Por donde han pasado, han disminuido a la Fuerza Armada a sus propósitos, en unos países con más éxito que en otros, sobre todo en la triada dictatorial Cuba-Nicaragua-Venezuela. La Fuerza Armada pasa por las siguientes transformaciones:

1. Al momento de tomar el poder, para comenzar la transición revolucionaria sin violencia y de manera imperceptible, deben abolir las posibles resistencias internas, por lo que promueven un cambio en el alto mando militar por militares afectos al ideario revolucionario. Es decir, nuevos mandos que no comanden a la tropa en contra de la revolución.

2. Como consecuencia de esto, comienza un proceso de cambio de mandos en las estructuras inferiores de comando, para garantizar que no se formen focos de resistencia contra los nuevos mandos revolucionarios.
3. Intervienen los tribunales militares para que de esta manera no exista justicia sino tribunales revolucionarios.

4. Intervienen los servicios de inteligencia comandados por civiles para colocar afectos revolucionarios y esto se complementa con la creación de estructuras de contra inteligencia militar para perseguir dentro de la Fuerza Armada a todo aquel que ose ir en contra de la revolución. Esto deviene luego en una estructura de persecución política y tortura contra militares, periodistas, agentes políticos y económicos de la sociedad.

5. Cambian la doctrina militar por la doctrina revolucionaria en las Academias Militares. Para eso, incorporan profesores izquierdistas para la formación de nuevos cadetes.

6. Corrompen a los militares más difíciles de convencer con negocios, narcotráfico, prostitución o con la opulencia de cargos en el gobierno para hacerlos afectos a la revolución.

En la sociedad, llevan adelante más tareas asociadas a esta agenda. Esto lo deberían tener muy en cuenta los brasileños dentro y fuera de los cuarteles, dentro y fuera del Congreso y del Palacio de Planalto, en este momento de la historia donde el principal fundador del Foro de São Paulo sabe que es su última oportunidad para implantar la revolución sin compasión ni justicia.

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